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“Enmienda orgánica integral”: una larga investigación sobre efluentes porcinos explicó una mejora en rindes de soja

Fuente: Infocampo 26/12/2025 12:04:45 hs

Se comprobó que la aplicación de efluentes como enmienda orgánica puede sumar hasta 1.900 kilos por hectárea en soja, además de fortalecer la fertilidad química y física de los suelos.

El uso agrícola de efluentes porcinos vuelve a posicionarse como una herramienta de alto impacto productivo.

Una investigación desarrollada por el INTA junto a la Cámara de Productores Porcinos de Córdoba (CAPPCOR) demostró que la aplicación controlada de estos residuos orgánicos permitió incrementos de rendimiento de hasta 1.900 kilos por hectárea en soja, además de mejoras sostenidas en la calidad del suelo.

Los ensayos se llevaron adelante durante ocho campañas consecutivas en Córdoba y compararon parcelas testigo —sin aplicación de efluentes— con distintos tratamientos que incorporaron purines porcinos, aplicados mediante equipos de riego durante el barbecho.

Los resultados fueron contundentes. En soja, los rindes pasaron de 2.646 kilos por hectárea en el testigo a un máximo de 4.574 kilos cuando se combinó la aplicación de efluente con fertilización fosfatada. Incluso sin fertilización mineral, la sola aplicación de 25 milímetros de efluente elevó el rendimiento hasta los 3.830 kilos por hectárea.

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Además del impacto en la producción, el trabajo evidenció mejoras significativas en los indicadores de fertilidad del suelo. Tras ocho años de aplicaciones, el contenido de materia orgánica aumentó cerca de un punto porcentual respecto del testigo. También se detectaron incrementos relevantes en fósforo —con casi 35 partes por millón adicionales— y un aporte sostenido de zinc, un micronutriente clave para los cultivos.

“Estos resultados sintetizan lo observado: mejoras tanto en macronutrientes como en micronutrientes”, explicó Nicolás Sosa, técnico del INTA Manfredi, quien conduce la investigación junto a Diego Mathier y Marcos Bragachini.

EFECTOS POSITIVOS EN LA ESTRUCTURA DEL SUELO

El beneficio del efluente porcino no se limitó a la química del suelo. Las evaluaciones físicas mostraron una evolución favorable en las parcelas tratadas, con mejoras en densidad aparente, estabilidad de agregados y menor resistencia a la penetración, en comparación con los lotes sin aplicación.

“Más que un fertilizante que aporta uno o dos nutrientes, el efluente actúa como una enmienda orgánica integral”, señaló Sosa. “Es una práctica de fertilización más completa, que impacta sobre múltiples variables del sistema productivo”.

El principal sitio experimental funciona en Despeñaderos, en el establecimiento Porcal de la empresa Dos Ríos, que cuenta con unas 1.600 madres en producción. Allí, los purines se tratan en tres lagunas de estabilización impermeabilizadas, se filtran mediante una criba autolimpiante y se aplican con pivot central.

SOJA Y MAÍZ: RESPUESTAS DIFERENTES, MISMO POTENCIAL

Durante las ocho campañas evaluadas se alternaron cinco de soja y tres de maíz. En ambos cultivos se observaron respuestas positivas, aunque con diferencias en la estrategia óptima.

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En soja, la combinación de efluente con fósforo mineral potenció los rendimientos, aun en suelos con niveles elevados de este nutriente. En maíz, en cambio, la dosis de 25 milímetros de efluente sin fertilización adicional se consolidó como la alternativa más eficiente desde el punto de vista económico.

“En soja hay un efecto adicional cuando se complementa con fósforo mineral; en maíz, la aplicación exclusiva de efluente fue la mejor opción”, explicó Mathier.

BALANCE DE NUTRIENTES Y MANEJO RESPONSABLE

Desde el equipo técnico remarcaron que la aplicación de efluentes debe basarse siempre en un balance de nutrientes. Esto implica considerar la oferta del suelo, la composición del efluente y los requerimientos específicos de cada cultivo.

La demanda no es la misma para trigo, cebada, maíz o soja. Un balance permite ajustar dosis y evitar problemas de manejo”, advirtió Sosa.

Desde CAPPCOR destacaron el valor de la articulación con el INTA. Marcos Torres, integrante de la comisión directiva de la entidad, señaló que en un establecimiento del norte cordobés lograron sumar hasta 7.000 kilos por hectárea de maíz en cuatro campañas gracias al uso de efluentes.

“Esos kilos adicionales equivalen a una campaña completa de producción”, afirmó. Además, detalló que los niveles de fósforo pasaron de 40 a casi 65 partes por millón tras cinco años de aplicación.

“Sin la vinculación con el INTA, estos estudios no tendrían rigor científico. Nos aportan seriedad, objetividad y conocimiento aplicado”, sostuvo Torres.

“Generar información confiable es clave para que los productores tomen decisiones y eviten errores de manejo”, concluyó Sosa. “El potencial de esta práctica es enorme cuando se la aplica con criterio técnico y planificación”.

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