Una radiografía del campo tras el Censo
Roberto Bisang, coordinador del Censo Nacional Agropecuario 2018, analizó los resultados preliminares del relevamiento, que involucró 206 millones de Ha, de las cuales 157 millones se destinan a la producción.
Tras finalizar el relevamiento de más de 206 millones de hectáreas en la Argentina, el Gobierno dio a conocer algunos de los resultados preliminares del Censo Nacional Agropecuario 2018 (CNA 2018), donde se informa que nuestro país posee 222 mil explotaciones agropecuarias con límites definidos, 155 mil menos que en el censo de 1998 y 75 mil menos que en el de 2002.
Según Roberto Bisang, coordinador del CNA 2018 y docente de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, se trata de la mayor cobertura que se realizó a partir del Censo Agropecuario en la historia, puesto que se barrieron 206 millones de hectáreas sobre una superficie continental argentina de 270 millones de hectáreas.
La información, disponible en la página del Indec, da cuenta de que existen 157 millones de hectáreas destinadas a actividades agropecuarias. De esa superficie, unas 37 millones se orientan a la agricultura, principalmente con la siembra de oleaginosas y de cereales, en ese orden. “22% de esa superficie tiene dos cosechas al año. Este es un dato destacable por el alto nivel de intensificación tecnológica sobre una superficie que se ha mantenido relativamente estable”, subrayó Bisang, quien también es investigador del Instituto Interdisciplinario de Economía Política de Buenos Aires (IIEP UBA-Conicet).
¿Cómo varió la distribución de la superficie agropecuaria en las provincias? “Con respecto a 2002, hay un crecimiento de la explotación agrícola en Santiago del Estero, en Chaco y en buena parte de Córdoba, que era semiárida y se ha vuelto una zona pampeana, así como en Salta y en el este de San Luis, por efecto del clima y del ingreso de los maíces tardíos, que se siembran a partir de diciembre”, apuntó Bisang.
Como contrapartida, agregó que en la Patagonia se perdieron alrededor de 7 millones de hectáreas productivas, principalmente en Santa Cruz y en Chubut, por efecto de la reducción de los establecimientos bovinas. “Esta situación responde a problemas generados por el volcán Puyehue, sumado a la proliferación de la fauna salvaje y a una crisis de precios internacionales que hace que haya unas 550 grandes explotaciones abandonadas, respecto de 2002”.
En base a los resultados preliminares del CNA-18 también se concluyó que en el campo viven unas 780.000 personas, de las cuales 130.000 son mujeres. “Es interesante la participación de casi 30.000 mujeres decisoras en la administración agropecuaria. Además hay más de 90.000 mujeres trabajando en el campo”, apuntó el investigador, aunque reconoció que también se registró un exilió de las poblaciones rurales en las últimas década, puesto que se observaron 72.000 casas deshabitadas en el campo, denominadas taperas.
Según Bisang, si bien las explotaciones agropecuarias con limites definidos disminuyeron de 378 mil en 1998 a 222.000 en 2018, “no necesariamente significa que haya concentración, porque la forma de distribución de la tierra adentro puede haber cambiado significativamente. Desaparecieron los grandes pooles y apareció otro fenómeno que son los periurbanos hortícolas. Prácticamente no quedan ciudades de más de 50.000 habitantes que no tengan un periurbano de hortalizas”.
Innovaciones
Otros resultados del CNA-18 informan que 35% de las explotaciones agropecuarias tienen acceso a internet. “Hay provincias en el NOA y NEA, que tienen entre 4 y 6%, con lo cual está poniendo una luz amarilla respecto de la conectividad en el interior de la Argentina. El tema es complicado cuando se piensa en la agricultura de precisión, que es muy intensiva en el uso de conectividad”, dijo el investigador.
Asimismo consideró que existe un proceso de industrialización, aún incipiente, en el campo: “Existen unas 1500 instalaciones de molienda forrajera adentro de las explotaciones agropecuarias. O sea, productores que hacen alimentos balanceados, una actividad plenamente industrial adentro de la explotación agropecuaria tradicional. Hay unas 260 extrusoras que muelen grano para hacer pellet de soja y, además, hacen biocombustibles”.
“La industrialización de los granos en origen, que se ve en el caso de las explotaciones que hacen alimentos balanceados y su propia ganadería confinada en feedlot, tambos, pollos o cerdos, reconfiguran la palabra agropecuario”, aseguró, y agregó que “17% de las exportaciones agropecuarias generan energía vía paneles solares. También poseen otras fuentes como biogás. O sea el campo empieza a volverse un complejo porque va más allá de carne, granos y leche”, concluyó.
Fuente: Saldo a Favor / Facultad de Ciencias Económicas de la UBA
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