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Día nacional del alambrador: “Es un trabajo rústico, artesanal y a pulmón. Te tiene que gustar”, señaló el correntino Juan Salvetti

Fuente: Bichos de Campo 15/03/2021 12:49:32 hs

Juan Salvetti tiene 64 años y hace 15 que se dedica a levantar alambrados. El oficio no lo encontró sino que él salió a buscarlo. Durante el tiempo que trabajó con su padre en el campo, aprendió todo lo que pudo sobre el arte de alambrar en su tiempo libre. Luego de que se jubilara,

Juan Salvetti tiene 64 años y hace 15 que se dedica a levantar alambrados. El oficio no lo encontró sino que él salió a buscarlo. Durante el tiempo que trabajó con su padre en el campo, aprendió todo lo que pudo sobre el arte de alambrar en su tiempo libre. Luego de que se jubilara, Juan se largó a trabajar solo. Aunque cree que ya está un poco mayor, alambrar es lo que hoy lo sustenta económicamente y su amor por el campo lo que le permite estar tantas jornadas fuera de su casa.

“Es un trabajo rústico, artesanal y a pulmón. Te tiene que gustar”, dijo Salvetti a Bichos de Campo.

Contrario a lo que pudiera pensarse, este oficio está más vivo que nunca y a este correntino, de la localidad de Curuzú Cuatiá, no le faltan trabajos. Es por esta misma razón que nunca necesitó irse a trabajar en otra provincia. Corrientes es bien ganadera. El alambrado es sinónimo de ganadería.

“El que se está perdiendo es el oficio de arreglar la madera”, aseguró. Hacer alambrados es en parte técnica y en parte la calidad de la materia prima. No se puede trabajar con cualquier madera –por lo general se utiliza quebracho colorado o ñandubay- y los postes para los portones requieren patas que oficien de cimientos. Esa laboral artesanal para adaptar la madera es la que está en falta.

En un día de trabajo normal, Salvetti y su equipo –en este momento conformado por tres personas- pueden llegar a hacer 100 metros de alambrado. El correntino destaca que es una labor que no puede hacerse en forma individual por más de que se cuente con maquinas hoyadoras. “Aunque se trabaje con una máquina luego hay que agrandar el hoyo y adaptarlo al poste. Se hace más rápido a pala”, explicó.

Un alambrado tradicional incluye la colocación de postes cada diez metros, a 80 centímetros de profundidad, y la perforación e hilado de las varillas. Para saber si un poste quedó bien colocado, toda la tierra que se sacó debe volverse a colocar a presión. “Si sobra tierra es que no está bien pisado”, aseguró el experto.

La cantidad de “hilos” de alambre que se coloquen dependerá de los requerimientos del cliente. Si se tiene animales grandes como los bovinos, cinco hilos serán suficientes. Si se trata en cambio con ovejas, será necesario colocar un mínimo de siete hilos para evitar que escapen.

La altura también es algo que se regula. “En este momento estoy haciendo un rodeo, es decir los corrales donde se trabaja con la hacienda alrededor de la manga. Es un trabajo distinto porque el poste va más profundo y el alambrado queda más alto. Uno tradicional tiene 1,30 metros de alto y éste entre 1,50 y 1,60 metros”.

Algo que Salvetti aclara a los interesados en este oficio es que se trabaja sin muchas comodidades. Durante el tiempo que dura el trabajo –entre una y dos semanas- el equipo se instala en una casilla o “ranchada”, que van moviendo a medida que se avanza con la instalación.

“La gente que se ha criado en el campo tiene la costumbre de estar más tiempo fuera de la casa. Si se está acostumbrado a estar todos los días en la ciudad, ésto no va a andar”, afirmó.

Fundaron una escuela de alambradores, para reavivar un oficio que se fue perdiendo

¿Y por qué se celebra cada 15 de marzo el día del alambrador? Porque en 1845 el estanciero Richard Blake Newton introdujo el primer alambrado en la Argentina, en su Estancia “Santa María” cercana a la localidad de Chascomús, provincia de Buenos Aires. La llegada del alambrado marcó un antes y un después en los modos de producción ganadera. Newton nació justamente el 15 de marzo de 1801, en Lamberth, Londres.

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