El asado construye puentes y une a los argentinos
La dinámica generada en redes sociales a partir de noticias que cuentan con una celebridad o un referente político, el ruido va creciendo y la espuma social de la conversación sube. BUENOS AIRES (NAP,...
La dinámica generada en redes sociales a partir de noticias que cuentan con una celebridad o un referente político, el ruido va creciendo y la espuma social de la conversación sube.
BUENOS AIRES (NAP, por Adrián Bifaretti y Eugenia Brusca). Cuando se les pregunta a los argentinos cómo reaccionan ante acciones provocadas por activistas veganos o ambientalistas, 7 de cada 10 personas creen que no derivarán en un menor consumo de carne vacuna.
En enero 2021 Paul McCartney le escribió una carta al Presidente de la Nación para pedirle que Argentina se sume a la iniciativa “Meat Free Monday” (lunes sin carne). Este es el hecho. A partir de allí, pasó a formar parte de una acción activista más que busca promover el abandono del consumo de carne.
¿Surte efecto como acción activista? ¿Cuántas personas cree usted que van a dejar de comer carne porque Paul le escribe una carta al primer mandatario argentino sugiriendo este camino?
Cuando se les pregunta a los argentinos cómo reaccionan ante acciones o acontecimientos provocados por activistas (veganos o ambientalistas), 7 de cada 10 personas piensan que estas acciones no son efectivas, en tanto y en cuanto no se cree que deriven en un menor consumo de carne.
Así lo demuestra una encuesta realizada por el IPCVA a través un panel ONLINE con 1100 casos representativos de la población nacional en todo el territorio.
Cuando se le muestra a la gente dos noticias relacionadas con estas acciones, presentadas incluso de distinta manera en relación al grado de victimización y perjuicio de los distintos actores involucrados, claramente la gente no está a favor de apoyar estas acciones concretas.
Entre el 16 y 18 % de la gente apoya el accionar vegano, mientras que la gran mayoría no lo apoya o le resulta indiferente.
El mismo activismo juega en contra de sus propios intereses que es precisamente convencer a la gente que abandone el consumo de carne.
La dinámica generada en redes sociales a partir de noticias que cuentan con una celebridad o un referente político, el ruido va creciendo y la espuma social de la conversación sube.
Este tipo de mensaje contribuye a acrecentar una de las tantas grietas que lamentablemente tenemos en nuestro país.
La grieta alimentaria comienza a tomar forma con una polarización creciente en el modo en que cada uno de nosotros manifiesta su propia forma de alimentarse.
Pese a que el ser humano es omnívoros, está programados por la naturaleza para consumir tanto productos de origen vegetal como animal.
Los mensajes que apuntan al no consumo de carnes contribuyen a profundizar una de las tantas grietas que dividen a los argentinos.
Pero, hay un cambio que se está produciendo en la sociedad y sobre todo en los más jóvenes. Mucha gente se muestre más permeable a abordar el tema del consumo con creencias nuevas, con valores distintos a los de nuestros padres y abuelos.
En un mundo inclusivo deberíamos festejar esta libertad de elección que todos tenemos para definir cómo se compone nuestro plato diario y cómo se consolida la dieta que permite sobrellevar nuestra humanidad y bienestar físico y social a buen puerto.
Esa minoría en términos poblacionales, que es del 5 % de los argentinos, si contabilizamos veganos y vegetarianos, no actúa en forma neutra sino que pretende imponer sus creencias y hábitos apelando al miedo y a la culpa.
En tal sentido, la mayoría de los argentinos piensa que los veganos son quienes más fomentan la grieta alimentaria y quienes poseen una mentalidad menos abierta e inclusiva que los carnívoros.
La grieta les es funcional, porque en el medio de ambas posturas existe un 30 % de la población que, al final terminan siendo decisivos.
Si este segmento ve que hay personas que se expresan con convicción para intentar cambiar el mundo y enfrente un sector que reacciona peleando, discutiendo, polemizando, no van a tomar partido por este último, lo harán por los que buscan trascender imponiendo sus ideas.
El 5 % de los argentinos, si contabilizamos veganos y vegetarianos, no actúa en forma neutra sino que pretende imponer sus creencias y hábitos apelando al miedo y a la culpa.
¿Cómo debe comportarse la carne vacuna ante este escenario hostil? ¿Debe reaccionar, salir a defenderse? ¿Conviene darle entidad a las provocaciones que muchas veces vienen en formato golpe bajo con alta carga emocional? O por el contrario, ¿Debe pensar en construir valor en las más variadas comunidades digitales, tribus urbanas y subculturas que afloran como hongos en el territorio digital? ¿Debe conectar emocionalmente con el mercado, conversando con la gente y entendiendo con mayor profundidad por dónde pasan sus verdaderos intereses, preocupaciones y aspiraciones?
Si el campo, quien produce, y el mundo urbano, el mayor generador de consumo, tienen en claro que no es la carne la que genera la grieta, por qué debe la carne meterse en el barro de una discusión sin sentido común.
Un carnívoro jamás rechazaría a un vegano si no come carne, siempre haría un lugar en la parrilla para compartir también, por qué no, verduras asadas. Esa es la filosofía que debe encarar cualquier comunicación, promoción o reflexión sectorial sobre este punto.
Muchos de los involucrados en el negocio de la carne, piden que se salga a romper lanzas, a devolver las trompadas, a pelear con aquellos que están impulsando otra forma de comer, que se salga con los “tapones de punta”.
Grave error se cometería. Porque los más jóvenes no se bancarían una campaña antivegana. Se la consideraría retrógrada, que atrasa, discriminatoria y agresiva. Esta solución, irreflexiva e impulsiva no tendría el efecto deseado en las preferencias del mercado, solo aceleraría el tránsito de aquellos flexitarianos hacia el veganismo como destino final.
Una comunicación de Deniro, una de las principales hamburgueserías con fuerte llegada al segmento de centennials y millennials, señala textual en el inicio de uno de sus posteos en redes“ No existen costumbres, opiniones, personas, ingredientes o sabores que no puedan encontrarse”
Es evidente que se busca unir, acercar a la gente con diferentes gustos y preferencias, constituyendo un ejemplo de cómo es factible ir en contra de la polarización alimentaria que como se mencionó resta mucho y suma poco.
El otro ejemplo, tiene que ver con un posteo en twitter del IPCVA a fines del año pasado “En estas fiestas celebremos por un mejor 2021 con la carne que nos une y nos identifica” (Noticias AgroPecuarias)
- Ing. Agr. M. Sc. Adrián Bifaretti, jefe de departamento promoción interna del IPCVA.
-
Lic. Eugenia Brusca, asistente de departamento de promoción Interna del IPCVA