Quizás sea la E, finalmente (a propósito del manual de lenguaje inclusivo del Inta)
El viejo y querido Castellano no contiene a las mujeres ni a las personas no binarias ¿Qué hacemos, entonces? Planteamos aquí que se trata de una cuestión de derecho, no de gustos. BUENOS AIRES...
El viejo y querido Castellano no contiene a las mujeres ni a las personas no binarias ¿Qué hacemos, entonces? Planteamos aquí que se trata de una cuestión de derecho, no de gustos.
BUENOS AIRES (NAP, por Gabriel Quáizel*). Hace unos días la gente de Comunicación del Inta alborotó el avispero con la publicación de las “Recomendaciones para el uso del lenguaje inclusivo”, un manual orientativo para sus técnicos sobre el uso de términos neutros, propendiendo al ‘trato igualitario’ en los escritos del Instituto, sin discriminar por sexo u orientación sexual. No hace falta decir que levantó mucha polémica y respuesta violentas.
Pongo aquí algunas ideas, no porque sean geniales sino porque son muy simples aunque aún no las vi entre los argumentos a favor o en contra.
Arrancando por la cuestión de base. El idioma castellano o español proviene del latín y nació por el siglo V con la primera caída del Imperio Romano. Como todos sabemos por aquellos años la mujer no valía mucho más que una oveja y existían sociedades en las cuales abandonaban a las bebés primogénitas. Los hombres dictaban todas las reglas e impusieron la gramática, la semántica y modo de uso del lenguaje.
Unos 1.500 años después -o sea, ahora- una buena parte de la mitad de la población, empezando por muchas mujeres, no se siente cómoda o se siente discriminada o -peor- invisibilizada por el uso varonil del lenguaje en el ‘nosotros’ o en el ‘todos’, por ejemplo. Entienden que no están allí y les parece que eso debe cambiar. Simple.
Es decir, lo que está en el fondo no es la cuestión del respeto por el castellano e importa poco la opinión de la RAE sobre la gramática o las sugerencias de un organismo del Estado argentino. Porque la cosa pasa por una cuestión de derechos.
¿Tienen las mujeres derecho a alguna forma integradora del nosotros/as? ¿No lo tienen?
Así, la decisión de uso de lenguaje inclusivo o no binario (con todo lo que tiene de social, político o nacional, es decir, colectivo) pasa a ser también íntimamente personal: ¿estás dispuesta/o a que se materialice ese derecho en nuestro idioma?
Quienes ven en el lenguaje inclusivo solo a las militantes feministas más aguerridas y muchas veces violentas no quieren ver que también lo están reclamando nuestras mujeres próximas ¿Querés mirarlo o no?
La dimensión de la comunicación y la de la apropiación del lenguaje
Dentro de las críticas que se le hicieron al Manual está la de la oportunidad: “con todos los problemas que hay, mirá en lo que anda el Inta”.
No, amigos. La cuestión era urgente para la Gerencia de Comunicación Institucional del Inta y es urgente para quienes trabajamos en el periodismo y la comunicación. Todos los días le damos vueltas alrededor. Porque el tema está vivo ahí. Late. Podemos hacernos los boludos, eso sí, pero sigue latiendo.
También subyace (en realidad es explícito en muchas críticas) la discusión en torno a si hay una apropiación del lenguaje por parte de un sector: así como el ‘nosotros’ es una apropiación del varón, ahora el lenguaje inclusivo sería una apropiación k.
Permítanme aquí darle entidad a este argumento pero solo en una parte. En mi opinión, el uso (juntos) de los artículos ‘las y los’ como propone el manual del Inta tiene un sesgo k (como el ‘todos y todas’) ya que, empezando por Cristina, lo repiten todos los funcionarios y militantes pero genera impugnaciones en otros. Además, para el ejercicio periodístico complica y va en desmedro de la síntesis (por caso, tener que escribir ‘las y los productores’, ¡uf!).
Atendiendo a estas ‘incomodidades’ que genera el uso simultáneo de las terminaciones ‘as’ y ‘os’, me cabe intentar con otra forma.
Quiero la E
Como bien se contempla en las ‘Recomendaciones’ del Inta, las otras letras ‘inclusivas’ que se vienen barajando, como la x o la @, vuelven a las palabras impronunciables. Y también allí se descarta el empleo de la i y de la e.
Pero yo quiero volver sobre esta última: la E ¡Y la propongo para el lenguaje no binario! ¡Vamos Todes, carajo!
Entiendo que la E es la que mejor resulta: su uso ya fue incorporada por muchos mientras que otros la empezamos a usar medio en broma (pero la usamos).
La letra E es la más neutra y cómoda, siendo que la ‘o’ y la ‘a’ son parte del problema, y la ‘i’ y la ‘u’ no suenan bien (lis veterinaris; lus dirigentes…).
Bien. Eso es todo, amigos. Pretendí aquí dejar algunas ideas y ser todo lo neutral que pude.
Aclaro 2 cuestiones 2. La 1: no estoy públicamente de ningún lado de la grieta política ni de la del lenguaje (sí tengo un pensamiento crítico respecto de la política agropecuaria actual). Noticias AgroPecuarias -NAP, en nombre de la síntesis- tampoco está de algún lado; no nos corresponde profesional ni seriamente.
La 2 es que, como habrán leído, debí usar el lenguaje no binario en varias tramos y palabras… Bueno, es que todavía me cuesta (con los mismos argumentos que puso el ingeniero agrónomo Victor Piñeyro en una muy lúcida opinión sobre el tema).
Finalmente les propongo la lectura de esta minientrevista al lingüista Santiago Kalinowski sobre el peso (relativo) de la RAE en toda esta cuestión. (Noticias AgroPecuarias)
*Editor de NAP
-Che, qué feo se ve esto.
-Y… habrá que acostumbrarse.