Martín Olivanti le encontró la vuelta a las malezas resistentes con una rastra de disco que solo remueve 3 centímetros de suelo
Martín Olivanti es un ingeniero agrónomo de 36 años oriundo de Las Parejas, Santa Fe, que se enfrentó con una preocupación generalizada en su entorno: la proliferación de malezas difíciles. “Nos vienen jugando una muy mala pasada porque generan mucha resistencia y eso se nota luego en el resultado económico”, relata. “En Santa Fe tenemos
Martín Olivanti es un ingeniero agrónomo de 36 años oriundo de Las Parejas, Santa Fe, que se enfrentó con una preocupación generalizada en su entorno: la proliferación de malezas difíciles. “Nos vienen jugando una muy mala pasada porque generan mucha resistencia y eso se nota luego en el resultado económico”, relata.
“En Santa Fe tenemos una maleza perenne que apareció hace 8 años y que se extiende en un radio de 60 kilómetros: se llama Eragrostis y hace cinco años que estamos tratando de encontrarle la vuelta para matarla de modo químico, pero no conseguimos hacerlo”, amplía en diálogo con Bichos de Campo.
Y así fue que Martín decidió buscar otro modo de combatir ese yuyo: adquirió una rastra de disco, también llamada rastra multipropósito o rastra diamante. Este equipo genera una remoción del suelo, pero de solo 3 centímetros, lo que descalza la maleza, dejando su raíz desnuda. Por lo tanto, la planta muere. En el proceso, describe, no se pierde humedad ni se remueve el suelo en los niveles preocupantes que enfrentó la técnica de la Siembra Directa.
“Para gramíneas la rastra trabaja 100% porque tienen una raíz tipo cabellera superficial. Luego, para lo que es rama negra, yuyo colorado y nabo resistente que tienen raíces mas profundas, en muchos casos el disco la engancha y la saca y en otros casos corta la raíz bajo la tierra, provocando su pudrición”, remarca.
“En un lote mío periurbano me ahorré aproximadamente unos 70 dólares por hectárea de costo de agroquímicos haciendo dos pasadas anuales con la rastra: una en mayo y otra en septiembre, y luego de esa pasada apliqué pre emergentes y sembré soja”, pone como ejemplos el ingeniero agrónomo, que de ese modo enfrenta mecánicamente las malezas sin llegar a remover el suelo como se hacía en los tiempos previos a la Siembra Directa.
Martín cuenta que a este tipo de rastra “la descubrí en un campo de un cliente en Santiago del Estero, donde las extensiones de lotes son mucho más grandes que acá en Santa Fe. Allá cada lote tiene de 200 a 300 hectáreas mientras que acá tenemos lotes chicos de 30 o 40 hectáreas. A su vez, allá hay otro clima y las malezas emergen más rápido y también es complejo tratarlas químicamente”. Olivanti, junto a su colega Iván Gullino, formó Grupo Orígenes SRL mediante el cual asesoran a unos 25 clientes, por lo general, distribuidos en campos cercanos a Las Parejas.
La máquina, una RM8500 desarrollada por la firma santafesina Giorgi en conjunto con una patente del exterior, tiene unos 7 metros de ancho de labor, pero viene también de 9 ,11 y 13 metros de ancho de labor. Su origen es australiano. Se trata de un desarrollo con unos 7 años de vida que al principio era arrastrado por dos tractores que circulaban en paralelo.
Olivanti incorporó la herramienta en un principio para ensayar y trabajar puntualmente sobre unos lotes propios. Asegura que notó los resultados de inmediato. “Hicimos ensayos en lotes donde íbamos a sembrar trigo pero debíamos tratar el Eragrostis. Comenzamos a notar diferencias de emergencia en el nacimiento del cultivo en las zonas donde removíamos con la rastra. Allí el trigo nacía mucho más rápido y mejor que en las zonas donde no removíamos”, concluye.
“La compramos nueva en abril del año pasado y desde el primer día que la trajimos, de abril a octubre, hicimos unas 2.500 hectáreas con esa herramienta. Cuando empezamos con la siembra en octubre, la mandamos a Santiago del Estero para que hiciera otras 2.500 hectáreas a productores que contrataron nuestro servicio”, relata el agrónomo.
De abril a junio de este año Olivanti lleva hechas unas 1800 hectáreas, o sea que superará ampliamente lo hecho el año pasado y por ende terminará amortizándola. Como ventaja principal, Olivanti indica que “al usarla no se pierde la humedad del suelo, algo clave para los cultivos de verano, y no deja el suelo desnudo”.
Pero la máquina tiene otras ventajas. De acuerdo al asesor, “al pasarla por el terreno, sólo una vez, borra las huellas de los neumáticos de maquinaria en tiempos de cosecha y empareja los lotes para hacer la siembra posterior. Antes eran necesarias dos manos de disco profundo, una de rastra y una de rolo. Ya ahí tenías 3 a 4 pasadas, en cambio acá con una sola pasada ahorrás combustible”. El consumo aproximado de combustible por parte de la herramienta es de 5 litros por hectárea.
Otra ventaja que le encontró Olivanti a la rastra de disco es que, previo a la siembra de trigo se puede volear urea con una esparcidora y luego la rastra la va incorporando y no se pierde nitrógeno por volatilización.
Olivanti además probó utilizar la rastra luego de volear pasturas con una esparcidora en canales de desagüe para dejar todo empastado. “En muchos lotes tenemos terrazas con canales de desagüe para que escurra el agua; pero esos canales deben ser empastados, es decir, ser sembrados con pasturas para que el agua no corra tan fuerte. Entonces sembramos pasturas como trébol, festuca, entre otras, y para empastarlo voleamos las pasturas dentro del canal y luego con la rastra mezclamos las semillas de pastura con la tierra para que luego broten”, describe.
¿Por qué una maquina tan efectiva no está ampliamente extendida? Más que nada, explica Olivanti, el principal escollo radica en su valor. “La herramienta cuesta cerca de 80 mil dólares y por la cantidad de hectáreas que se trabajan en Santa Fe muchas veces no se justifica su compra”, indica el ingeniero.
Claro está que para agrónomos y contratistas como Olivanti es una máquina ideal e incluso es muy valorada en los lotes periurbanos o pegados a los poblados donde se imponen límites a la aplicación de agroquímicos. “En Santa Fe la restricción es que por tierra no se puede aplicar ningún producto de ninguna banda a 300 metros desde el pueblo. Luego, de 300 a 500 metros del poblado nos permiten aplicar productos banda verde”, puntualiza.
Sin embargo, el agrónomo aclara que “no es que con la herramienta reemplacemos aplicaciones sino que podemos complementar ambas cosas. Por ejemplo, es muy buena para trabajar luego con productos pre emergentes. Pasando esta máquina dejamos el lote libre de malezas y luego al aplicar los pre-emergentes estos se incorporan mejor ya que no tenemos materia verde que impida su llegada al suelo”.
A modo de ejemplo, Olivanti comenta que les sucedió algo particular con las aplicaciones de agroquímicos durante el año pasado, el cual se caracterizó por ser muy seco. “Las maleza estaban estresadas por la sequia y se ponían más duras. No había producto que las penetrara, con lo cual las aplicaciones empezaban a tener una efectividad del 60% y se volvían más erráticas considerando el gasto de dinero que nos ocasionaba. Con esta máquina obtenemos una efectividad del 95%”, relata.
Por otro lado, hay lotes en los que quizás no convenga pasar la maquina porque químicamente se vienen manejando bien. “Esto es para lotes donde las malezas son muy resistentes o económicamente la aplicación no es rentable”, resalta.
Hay un mea culpa en el medio de todo esto. “Es tanta la cantidad de productos que se desarrollaron que terminaron generando una enfermedad y también producto de las malas técnicas que se hacen. Sale un producto y salimos todos a comprarlo. El tema es que las malezas pueden generar resistencia en el plazo de 3 años y ahí ya no sirve más ese producto. Este año encima los insumos en dólares subieron; es la primera vez en 5 años que nos pasa esto”, reconoce.
El asesor agrega que los vaivenes políticos y económicos lo dejan al borde del abismo de la incertidumbre. “No sabemos qué podremos sembrar dentro de unos meses ni el valor al que pagaremos los insumos, ni si tendremos más retenciones que pagar. Todo eso complica más la ecuación”, enumera.
Pero por fortuna, según Olivanti “las generaciones nuevas están cambiando el chip del manejo; ya no pasa por atender solo lo productivo sino que hay que atender otras variables como la administrativa, porque podes ser muy bueno en lo productivo pero lo administrativo debe ir de la mano, sino fracasas”, sintetiza.
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