Dos alumnas que tienen su propia línea de productos derivados de las colmenas, entre otros secretos de la escuela agraria de Hilario Ascasubi
La verdad es que desde chicas ya les gustaban las abejas y como en la escuela seguían teniendo apicultura, un día decidieron que querían “darle una vuelta” al asunto. Y fue así como Milagros y Micaela, estando en 5° año de la escuela agraria Hilario Ascasubi, en el sur de la provincia de Buenos Aires,
La verdad es que desde chicas ya les gustaban las abejas y como en la escuela seguían teniendo apicultura, un día decidieron que querían “darle una vuelta” al asunto. Y fue así como Milagros y Micaela, estando en 5° año de la escuela agraria Hilario Ascasubi, en el sur de la provincia de Buenos Aires, empezaron con su emprendimiento.
“En la escuela tenemos 76 colmenas y 20 núcleos; los chicos arman sus cuadros y sacamos 6 tambores por año, o sea unos 2100 kilos”, explica la profesora Emanuela Aguerri, encargada de la sección apicultura. “Los alumnos también aprenden el proceso de extracción y como nuestra escuela tiene la mirada del cooperativismo, las abejas son un modelo a seguir”.
Milagros y Micaela cuentan que lo primero que querían era tener conocimiento sobre el tema para luego armar bien su emprendimiento, así que un año antes de presentar y armar el proyecto, decidieron comenzar con prácticas en el entorno que tienen en el campo de la escuela. “Una vez que arrancamos con el proyecto los directivos de la institución se dieron cuenta de que esto realmente nos interesaba y nos dieron 2 colmenas para que empecemos a trabajarlas nosotras mismas y también poder incorporarnos al mundo de los apicultores”, describen.
“Este año estamos cursando séptimo año de la secundaria y al estar en una escuela técnica debemos armar proyectos de duplas, así que seguiremos con apicultura pero enfocándonos en los productos de cosmética que se pueden realizar con los derivados de las colmenas”, agregan. “El año anterior ya hicimos una demostración de algunos de los productos que se pueden realizar, como el jabón hecho con cera de abeja, y estamos trabajando en producir velas y bálsamo para labios”.
La Escuela Agraria Hilario Ascasubi tiene una superficie de 354 hectáreas y este año cumple 48 de vida. Para el área de apicultura compran reinas fecundadas en Mendoza y venden miel fraccionada, ya que tienen una sala de extracción que se construyó en colaboración con una cooperativa de la zona. Pero, como toda escuela agraria, también tiene otras producciones y el fuerte de este establecimiento es la ganadería de carne, con 80 madres en producción (la mayoría de raza Angus).
Las vacas pastorean en pastizal nativo (también reciben algo de suplementación) y como el objetivo es conservar el pastizal están trabajando con sistema rotativo/regenerativo. En la escuela se preocupan mucho por el bienestar animal: además de que no se los golpea ni se les grita, están parquizando los potreros con árboles de su propio vivero para que tengan sombra. “Si los tratás bien se trabaja más rápido y más fácil”, aseguran los mismos chicos.
Otro eje de producción son las ovejas: venden corderos doble propósito y la escuela posee 90 madres Merino y Donne Merino para lograr mejor calidad de lana. La esquila se realiza en la misma institución (viene una cuadrilla externa) y tienen un convenio con el INTA que todos los años se lleva muestras para analizar y ya ha certificado que es “de calidad”; en 2022 una empresa de Chubut compró lana a 6 dólares el kilo. La escuela también se dedica a la venta de lechones y apuntan a lograr algún día su propia sala de faena. Tienen 8 madres y 2 padrillos; venden genética en animales vivos y elaboran su propio balanceado.
“Con respecto a la huerta, todo lo que se produce va para el comedor y el planteo es producir sin agroquímicos, aunque también hay un sector donde se trabaja de manera convencional para que los alumnos conozcan el manejo de los fitosanitarios”, comenta Pedro Castro, jefe del área de Producción Vegetal. “El vivero tiene plantas ornamentales, florales y forestales con la mirada puesta en las plantas nativas y nos compran las cooperativas eléctricas de distintos pueblos para forestar las veredas”.
“A la escuela le interesa vincularse con la comunidad y permite, por ejemplo, el uso de instalaciones a grupos de mujeres que quieren elaborar salsa de tomate”, explica Mariana Esteberena, vicedirectora de la institución. “Por eso también surgió la idea de sumarnos al grupo de turismo rural Aguas Turísticas de Villarino con la propuesta de organizar visitas a la escuela para que los turistas conozcan cómo se estudia, se trabaja y se produce”.
En este sentido Milagros y Micaela le otorgan un plus a la visita ya que tienen mucho para mostrar y hecho por ellas mismas. “Nuestra idea es poder vender los productos en la zona y online y, a la vez, de seguir creciendo como apicultoras”, aseguran.
“A nuestras familias les gusta que a nosotras nos interese la apicultura y logremos ser productoras ya que nos está dejando una experiencia muy linda. Y en cuanto a la escuela, desde el momento que les contamos a los directivos cuáles eran nuestra idea siempre nos incentivaron para ir probando, para buscar nuevas ideas y acá estamos”.
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