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¿Pensaste alguna vez en poner una colmena en la terraza? Andrés y Nicolás están seguros que se puede (y debe) hacer apicultura en las ciudades

Fuente: Bichos de Campo 14/08/2023 07:35:33 hs

Somos bichos de campo, pero en esta oportunidad traemos algo del campo a la ciudad: la apicultura. Lo hacemos de la mano de Andrés Plager, urbanista (o sea que junto a otros profesionales diseña planes y políticas para las ciudades) y de Nicolás Fioretti, técnico en Gestión y Producción Apícola. Andrés plantea la importancia que

Somos bichos de campo, pero en esta oportunidad traemos algo del campo a la ciudad: la apicultura. Lo hacemos de la mano de Andrés Plager, urbanista (o sea que junto a otros profesionales diseña planes y políticas para las ciudades) y de Nicolás Fioretti, técnico en Gestión y Producción Apícola.

Andrés plantea la importancia que tiene empezar a incorporar a las abejas en la vida urbana y explica que ya hay estudios científicos que demuestran que las abejas trabajan mejor en las ciudades que en sus áreas periurbanas. El motivo es que muchas veces en los periurbanos hay fumigación, mientras que en las ciudades esto no ocurre y, además, hay mayor diversidad de flores no contaminadas.

“Como un profesional que trabaja desde el paisaje (eso incluye a la ciudad), me parece que entender la importancia de las abejas y de otros polinizadores como servicio de los ecosistemas y de su fundamental aporte a nuestra alimentación, es clave y creo que la idea de la apicultura urbana es aplicable”, expresa.

Por su lado, Nico, que heredó la pasión por las abejas de su familia, asegura que las abejas y los humanos nos relacionamos desde hace miles de años, como así también con muchos otros animales y plantas: “La apicultura urbana implica reconectar con la naturaleza, entendernos a abejas y humanos y demás seres como parte de un todo, de un solo ambiente, que necesita de cada partecita de ese sistema para que todo funcione y para que todos los ciclos naturales se cumplan. ¿Qué más sano que eso?”.

Desde ya la presencia de las abejas se relaciona con la importancia de tener espacios con naturaleza en la ciudad, lo cual, para Andrés, tiene que ver directamente con la salud mental de sus habitantes. “Terrazas, balcones, bordes de ferrocarril, techos… Ya que estas superficies están disponibles, se abre este interrogante ¿cómo no producir miel en las ciudades?”

“En algunas ciudades está permitido, es más se fomenta. En otras directamente se encuentra prohibido, como en nuestro país, donde hay que tener un apiario a 200 metros de una vivienda”, dice. Y agrega que en algunos casos no se permite dentro del ejido urbano pero es posible acceder a un terreno para que se pueda hacer apicultura en la cercanía de donde se vive y que cada vez hay más interés y conciencia de las abejas en las áreas periurbanas.

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Como resultado de esta actividad aparece el concepto de economía circular, que tiene que ver con vender lo que uno produce en su propio barrio: producir miel en terrazas o parques, cosecharla y venderla en comercios locales, respetando así la idea de “alimentación kilómetro cero”.

“En Utrecht, una ciudad del centro de los Países Bajos, han incorporado a las paradas de colectivos colmenas y flores en sus techos para dar soporte a las abejas; en Inglaterra se desarrolla un ladrillo hueco para que las abejas solitarias, aquellas que no tienen panal, pueda refugiarse. Así que hay ejemplos concretos para empezar a habilitar esta asociación entre la sociedad y las abejas que beneficiaría a ambas.

Ahora bien, ¿cómo materializar esta idea cuando todavía hay mucha gente que le tiene miedo a las abejas? “Como todo ser en su ambiente las abejas quieren hacer su vida y que no las molesten, solo atacan cuando se sienten amenazadas, si no, no pasa nada, ellas van a ir y volver volando entre las flores y sus objetivos”, describe Nico.

“No hay que tenerles miedo, solo respeto. Si aparece una dentro de nuestra casa hay que ayudarla a salir sin matarla y sin movimientos bruscos porque no le gustan”, añade.

Entonces, ante la aparición de una abeja no hay que agitar manos ni brazos porque lo va a tomar como una amenaza. Si se posa en la ropa o en un vaso, lo ideal es retirarla suavemente. Y lo más importante: si hay algún enjambre cerca o una colmena en un lugar inapropiado hay que comunicarse con algún apicultor para que pueda trasladar esa colmena sin matarla para que pueda cumplir su función en otro sitio más adecuado.

Hace un tiempo, Andrés comenzó a meterse en el mundo de la apicultura porque le interesaba “desde hacía rato”. Cuenta que “tuve la suerte de poder hacer dos cursos el INTA de Villa Dolores en el valle de Traslasierra, Córdoba, que fue dictado de una manera absolutamente fascinante por Nicolás y gracias a él y a mis compañeros pude empezar a entender ese mundo”.

En cuanto a la fascinación que despiertan las abejas, Nico dice: “Es difícil expresarlo con palabras; etimológicamente api es abeja y cultura es cultivar; cuando cultivas algo es como tener un hijo”, reflexiona. “Cada colmena es un ser con el cual el apicultor se relaciona y estar ahí frente a una colmena te lleva a estar en la naturaleza, muchas veces solo, escuchando, observando, contemplando, las flores, las abejas, el tiempo y muchas cosas que antes no te detenías a ver”.

Para Andrés, la apicultura tiene mucho para aportarle al urbanita, como el concepto de trabajo colaborativo y la posibilidad de comprender el delicado equilibrio en que viven los polinizadores y la gran importancia que tienen para el desarrollo de la naturaleza y de los sistemas agroproductivos. “Tiene que ver también con acercarse a algo tan noble como la producción de miel y el trabajo de la abeja en sí mismo, que es perfecto y en conjunto”.

Andrés y Nico enfatizan que es muy importante apoyar a los apicultores locales, porque “siempre hay uno cerca”. “Consumir productos apícolas mejora nuestra calidad de vida, siempre tienen que estar en la mesa familiar y en la casa, tanto como alimento como medicina”, explican. “Y es muy importante tener espacios verdes en cada lugar que se pueda: árboles y plantas en las veredas y cada espacio. Eso nos hace bien a todos”.

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