A través del hilado y el telar, Cinthia Zaballa busca mantener viva la cultura mapuche en Los Toldos: “El respeto a nuestros mayores nos empuja a seguir”, afirma
Cuando escuchamos hablar de los aborígenes mapuches, inmediatamente pensamos en la Patagonia. Sin embargo, en la localidad de Los Toldos, al noroeste de la provincia de Buenos Aires, se asienta una numerosa comunidad de esa misma etnia, que por vivir al principio en tolderías, éstas dieron origen al nombre. Originariamente llegó liderada por el cacique
Cuando escuchamos hablar de los aborígenes mapuches, inmediatamente pensamos en la Patagonia. Sin embargo, en la localidad de Los Toldos, al noroeste de la provincia de Buenos Aires, se asienta una numerosa comunidad de esa misma etnia, que por vivir al principio en tolderías, éstas dieron origen al nombre. Originariamente llegó liderada por el cacique o lonco (en lengua mapudungún), Ignacio Coliqueo, proveniente de Boroa, Chile. Éste, al ver la superioridad de los huincas o gringos de raza blanca, prefirió acordar con las autoridades de Buenos Aires.
Coliqueo se sumó al ejército de Urquiza, a cambio de que éste le diera tierras para su tribu. Sin embargo, el general no cumplió lo pactado. Entonces, el lonco realizó un nuevo acuerdo con el general unitario, Bartolomé Mitre, quien en 1869 le otorgó 16.400 hectáreas de tierra, ubicadas en lo que hoy conforma Cuartel Segundo, en el partido de General Viamonte. Y además, lo nombró «cacique principal de los indios amigos y coronel del ejército nacional». Murió en 1871, a los 95 años.
A fines de la década de 1960 todavía quedaban unas tres mil personas habitando esas tierras, que en su mayoría trabajaban sus pequeñas parcelas, aunque la propiedad todavía era común y solamente su uso estaba repartido.
En la década de 1970 comenzó una etapa diferente, y los que pudieron probar su radicación sobre el terreno, recibieron en propiedad la tierra en la que habitaba cada uno. Con los años, la mayoría de ellos, o casi todos, fueron vendiendo sus pequeñas parcelas, si bien ellos mismos relatan que más de uno fueron estafados. A muchos, por carecer de capital financiero y de maquinaria para explotarlos se les hizo imposible seguir viviendo allí. Otra razón de su abandono de las tierras fue debido a la gran inundación ocurrida en los años ’80. Fueron poblando los barrios nuevos de la ciudad y adoptando los oficios como cualquier otro habitante ciudadano. Y cuentan que, en las condiciones actuales, ya se les hace imposible volver al campo.
Lo bueno es que en la ciudad, los jóvenes mapuches pudieron estudiar la secundaria. Las escuelas de la Tribu, la 22, la 26, la 18 y la 10, o se cerraron, o se redujeron mucho. Sólo la Escuela 6 quedó en pleno funcionamiento debido a que la mayoría de los chicos, de origen mapuche o ya mezclado, hasta hoy viven en el pueblo y se trasladan hasta la cercana escuela que, al tener doble turno y comedor, facilita la tarea.
Bichos de Campo visitó la Casa Cultural Mapuche “El Sol”, organizada por la Comunidad de Hermanos Mapuches de Los Toldos. Son algunas familias que se congregaron para realizar tareas comunitarias, como talleres y eventos culturales, en una hectárea de tierra que les donó la municipalidad en 2012. Obtuvieron un subsidio y allí levantaron un galpón de 300 metros cuadrados y una casita para hospedar a hermanos cuando acuden a los encuentros. Está ubicada a apenas 100 metros de la zona urbana y del emblemático monumento al indio, al sur de la ciudad. En 2019 obtuvieron la personería jurídica como O.N.G.
Cinthia Zaballa es vocera de la comunidad, pero sobre todo tejedora en telar y defensora de su cultura ancestral. Saludó a Bichos de Campo en su lengua, diciendo “Mari mari”.
-¿Cuándo llegaron a estas tierras, que trabajos realizaron?
-Llegaron a la zona de la laguna La Azotea, al sur de Los Toldos, que hoy consideramos lugar sagrado o Rehue, en nuestra lengua, donde hay un cementerio mapuche. Practicaron la ganadería y mi abuelo me contaba que, con su madre, sembraban y después salían a cosechar a mano, con bolsones, también en campos de otros.
-¿Y ahora cómo se organizan y qué hacen para revalorizar su cultura?
-En este partido, casi la mitad de la población somos descendientes de mapuches, aunque algunos no se reconocen. Hacemos cuatro celebraciones en el año, en torno a las que nos congregamos, y viene gente de todos lados.
-¿Qué quiere decir Kume Lalén?
-Trabajamos en hilado y tejido en telar mapuche, y tratamos que este arte y oficio no se pierda en nuestra cultura. Hemos registrado nuestros tejidos con la marca Kume Lalén, que significa Buena Araña, porque según nuestras abuelas, fueron las arañas las que nos enseñaron este arte y oficio de tejer. Publicamos nuestros productos en las redes.
-Hoy les llaman artesanías, pero originalmente serían prendas de vestir y de trabajo.
-Sí, era lo que usaban para abrigarse, para sus casas y para los caballos. También se usaban para engalanar y decorar y por eso otros hacen platería.
-¿Qué te pasa cuando escuchás sobre los conflictos de los mapuches en la Patagonia?
-Yo creo que hay falta de información porque tienden a englobarnos a todos. Allá están luchando por defender o recuperar sus tierras, pero acá nosotros estamos reclamando ante las autoridades que se preserve nuestro cementerio, donde están enterrados nuestros ancestros, en la zona de la laguna La Azotea. Allí va gente con cuatriciclos y motos y pedimos que se respete nuestro lugar sagrado.
-¿Qué te retiene, a vos, que sos joven, con tanto tik-tok y nuevas tecnologías, a seguir sosteniendo tu origen mapuche?
-El respeto a nuestros mayores nos empuja a seguir con el telar, el hilado y lo poco que sabemos de nuestra cultura, para transmitirlo a los demás y que muchos puedan aprender y compartir.
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