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¿Quién dijo que en Santiago de Estero no se puede? En Beltrán, la única finca de la provincia elabora vinos de alta calidad, a la vez que recuerda la historia del vino santiagueño

Fuente: Bichos de Campo 25/06/2024 17:29:48 hs

n la zona rural de Beltrán, a escasos 30 kilómetros de la ciudad de La Banda, en Santiago del Estero, se encuentra la única finca que elabora vino netamente santiagueño en la actualidad. La bodega se llama Finca María del Pilar, y elabora una gran cantidad de variedades de vino, siguiendo las corrientes actuales de

n la zona rural de Beltrán, a escasos 30 kilómetros de la ciudad de La Banda, en Santiago del Estero, se encuentra la única finca que elabora vino netamente santiagueño en la actualidad.

La bodega se llama Finca María del Pilar, y elabora una gran cantidad de variedades de vino, siguiendo las corrientes actuales de consumo. Pero que sea la única, no quiere decir que siempre lo haya sido. Aunque no lo crea, Santiago del Estero tiene una larga tradición vitivinícola, y es una historia que tiene que ver con el curso del desarrollo del NOA, y el mote de “Madre de ciudades” otorgado a la capital.

Es que según cuenta Agustín Núñez, representante de la bodega mencionada a Bichos de Campo, la historia del vino en la tierra de la chacarera no es nueva, pero sí que está resurgiendo de las cenizas.

En esta línea de tiempo, son los únicos y primeros elaboradores de vino santiagueño a niveles industriales o comerciales. “Santiago del Estero es cuna del vino argentino” cuenta Núñez a este cronista, lo que obliga al entrevistado a remontarse al origen de todo en aquellas latitudes: “Como todos sabemos, somos madre de ciudades. Después de muchos años, la primera que vuelve a la parte vitivinícola santiagueña somos nosotros como bodega. Pero antes se hacía vino, y todo se remonta a 1553, la primera fundación de Santiago del Estero, a cargo de Francisco de Aguirre, que venía desde Chile, fundando la ciudad de La Serena, y trajeron de allá la vid. Porque, bueno, la parte religiosa, en la ceremonia de la misa, está el vino”, explica Núñez, para tomar real conociento de la historia del vino en esa hoy extraña región.

“Trajeron de allá y se plantó por primera vez uva en Santiago del Estero. Después, por la conveniencia climática, y de suelo, se trasladó la producción a la zona cordillerana, a lo que conocemos hoy en Mendoza, San Juan y al norte de Cuyo. Ahí, la amplitud térmica a la uva le brinda un poco más de dulzura”, relata el representante de la bodega, quien orgulloso muestra los vinos que hoy en día se realizan en su Santiago, luego de varios años de ausencia.

Hasta aquí lo que cuenta Núñez es similar a lo que ocurrió en resto del país, donde la producción vitivinícola quedó restringida a la zona cordillerana de Cuyo casi en soledad luego de promulgarse la Ley 12.137 sancionada en 1935 bajo el gobierno de Agustín Justo, donde se establecía que solo esa región podía producir vino para comercializar. Todo lo que estuviera fuera de esta zona, pasaría a ser ilegal y se llegaron a eliminar bodegas, fincas y plantaciones dignas de ser retratadas en un film de la ley seca estadounidense.

Por suerte la producción de vino está retornando a las provincias que en algún momento lo hacían, lento pero seguro. En ese camino están Entre Ríos, Córdoba, Buenos Aires, Santa Fe, La Pampa, entre otras, que van por el sendero de producción de vinos de alta calidad, lejos de la cordillera.

Volviendo a Santiago del Estero y su historia vitivinícola, Núñez recuerda otro evento que marcó la actividad en el territorio: “En el siglo XVIII, Santiago del Estero fue la mayor productora de azúcar antes que Tucumán, a cargo de San Germés. Este era un hacendado que tenía miles de hectáreas de caña de azúcar. Cuando llegaron los primeros tendidos de ferrocarril, ahí iban metidas las pequeñas producciones de uva, algodón, curtiembres y demás. Después, cerró el ingenio que tenía, y como este tipo era solo, no tenía descendencia, no tenía familia, se endeudó, se suicidó, y se cortó todo. Se fundió la empresa. Entonces cayeron los pequeños productores que iban junto a la diligencia del transporte. Y ahí murió en este caso, la producción de uva. Todo se fue con él.  Y ahí quedó Santiago del Estero, libre de viñedos, libre de finca, libre de bodegas. Seguramente habrá habido alguna producción chica, artesanal, de consumo familiar”.

En esta línea de tiempo, más contemporánea, luego de las sucesivas vicisitudes que tuvo que atravesar el vino santiagueño, por el 2010 que una familia compra un campo y comienza a llevar adelante su proyecto.

“Hace 12, 15 años, una familia, apellido Luna, que son los actuales propietarios de la bodega, compraron un campo en el que se sembraba sandía. A quien le compraron se fundió también, y cortó su producción de sandía. En ese casco del campo había dos plantas de uva, dos parras, y estos chicos decidieron. Se la jugaron, vamos a hacer vino dijeron, y plantaron uvas”, narra Núñez.

Si bien esta finca actual comenzó como un proyecto para consumo familiar, para las fiestas, hoy son productores comerciales de vino. “De hecho, ellos son kinesiólogos, ortopedistas. No son agrónomos. Se la jugaron ellos con ingenio y sentido común. Fueron modificando, plantando, averiguando, estudiando, viajando, hasta que vieron que la uva se estaba adaptando bastante bien, pese a las inclemencias de nuestro clima. Un día se pusieron la meta de convocar a un enólogo y decir, mira, esto es lo que hay, ¿qué podemos hacer? Y bueno, ahí encaminaron el vino con una producción de 400 litros anuales”, explica el responsable de la bodega.

Empero, resta descifrar una de las inquietudes más relevantes, como es la de las condiciones climáticas de la provincia para su cultivo y vinifiación, ahora que está de vuelta.

“Hoy en día, gracias a las técnicas, más la tecnología, hay muy pocas provincias en el país que no producen vino. Cada una con su particularidad, que se las da el suelo, el clima, los distintos procesos al que someten a la uva. Nosotros en Santiago tenemos vinos muy particulares por la fuerte presencia del sol durante todo el año”.

 

“Hoy estamos con una producción de 10 hectáreas que producen vino. Tenemos otras 10 hectáreas, pero de plantas nuevas. En la finca tenemos Malbec, Cabernet Sauvignon, Petit Verdot, Syrah, Torontés, Marselan y Ancellotta. Todo propio, 100% propio”, explica el santiagueño, orgulloso.

Luego del relato histórico, le preguntamos a Núñez sobre las condiciones de la provincia, porque claro, no es lo mismo hacer un malbec en Mendoza que en Santiago: “Si bien Santiago lo tenemos como una tierra árida, estamos muy cerca de un río, el río Dulce. Podemos tener un buen flujo de agua y tratar ese tema de la humedad, pero el impacto mayor es del sol. La uva se protege el sol engrosando la piel, y viene mucho más aporte tánico en el vino, así que bueno, es un desarrollo en el tema del pH también del vino, distinto, son bastante buenos, algunos para ser jóvenes, de mucho cuerpo”, responde.

“Tenemos riego por goteo de toda la línea de vides. O sea que ahí, si bien hay mucha radiación solar, mucha temperatura, agronómicamente sí se parece un poco más a Cuyo por la amplitud térmica, pero hay algunas diferencias que lo hacen único, dice Núñez, quien defiende sus vinos: La diferencia se nota en el paladar, se nota cuando abrís una botella de Malbec.  Tenemos un Malbec joven, que la gente lo prueba y dice, mirá que lindo color que tiene, pese a su juventud, tiene una buena intensidad en color, en aroma también es bastante intenso, y en boca se nota una acidez un poco más intensa, tampoco es agresivo en boca”.

En Santiago del Estero el período de vendimia es distinto al de Mendoza por ejemplo, por impacto del sol. Se realiza en febrero. “Mucha gente no nos cree que tenemos uva, piensa que compramos en otros lados, de hecho hasta nos dicen que compramos el vino en otro lado y lo etiquetamos nosotros, entonces que hacemos, invitamos a la gente a que participen de la vendimia, con la guía del enólogo por supuesto”.

Para finalizar, el especialista en vinos santiagueños y su historia, resalta que hoy en día esta finca se convirtió en un punto turístico de Santiago, siendo la única bodega. Si como muchos otros, usted no cree que se haga vino en esa provincia, el propio Agustín lo invita a la vendimia. En febrero.

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