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La prueba pastoril Angus celebra sus 25 años: “El mejoramiento genético es una inversión, no un costo”

Fuente: Infocampo 20/11/2024 16:01:55 hs

El vicepresidente de la Asociación Argentina de Angus, Fabián Otero, repasa la historia y presente de esta iniciativa que ya lleva 25 años y tiene 55 cabañas apostando a lograr la mejor genética bovina.

La Asociación Argentina de Angus fue pionera hace 25 años con un modelo para el mejoramiento genético que ahora está siendo aplicado por muchas otras razas: las pruebas pastoriles.

Por ello, desde la entidad difundieron un artículo en el que Fabián Otero, su vicepresidente, resalta el impacto histórico y el presente de la prueba pastoril, un proyecto que marcó un antes y un después en la evaluación genética y fenotípica de los bovinos en Argentina.

“Estamos en una nueva era”, señala, recordando cómo esta iniciativa, que comenzó hace más de dos décadas, se originó a partir de la inquietud de un grupo de cabañeros.

Los primeros pasos de la prueba pastoril se remontan a fines de los años 90 y principios de 2000, cuando las comunicaciones eran limitadas y los criadores de Angus solían encontrarse solo en exposiciones rurales.

“Las pruebas pastoriles existieron hace muchos años, pero se descontinuaron. Fue desde Angus Centro que se volvió a hablar de ellas, impulsados por la necesidad de evaluar la genética de nuestros animales en un ambiente pastoril”, explica.

El proyecto tomó forma cuando los primeros animales se trasladaron a campos a orillas del Río Quinto o Popopis, en el sur de Córdoba. Este entorno homogéneo permitió evaluar bajo las mismas condiciones de alimentación a bovinos de distintas cabañas.

En esta primera experiencia, se incluyeron 23 cabañas que participaron activamente en un campo de la familia de Otero, en San Luis. Desde entonces, la prueba se ha consolidado con la incorporación de más cabañas y la expansión a diferentes regiones del país.

UN MODELO PARA EVALUAR A LOS ANGUS

El proceso de la prueba pastoril es riguroso y abarca diversas etapas de evaluación. Se consideran características fenotípicas, reproductivas y carniceras, además del rendimiento final de los toros.

“Los animales ingresan más jóvenes, alrededor de los ocho meses, y pasan un año en un campo bajo las mismas condiciones”, detalla Otero.

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Se evalúa la calidad seminal, la circunferencia testicular, el área de ojo de bife y la ganancia de peso. La culminación de la prueba es un remate donde se venden los ejemplares que superaron los distintos filtros.

Con el paso de los años, la cantidad de cabañas participantes ha crecido de manera constante. “Hoy somos 55 cabañas activas en la prueba, con un cupo que se mantiene alrededor de 70 animales”, indica Otero.

Este crecimiento y la participación constante reflejan el interés y compromiso del sector por mejorar la genética y el desempeño de la raza Angus en el país.

NUEVAS PRUEBAS ANGUS

Así es que el modelo de prueba pastoril de Angus ha inspirado iniciativas similares en otras regiones y razas.

Según Otero, esto no solo genera datos genéticos valiosos sino también fortalece el sentido de comunidad y visibilidad de la Asociación.

“Muchas regiones han iniciado sus propias pruebas, y recientemente se logró organizar la primera prueba pastoril en la región bonaerense”, comenta.

La incorporación de la genómica ha sido un punto clave en esta evolución. “Desde 2018, los datos genómicos comenzaron a mejorar nuestra capacidad de evaluación. La Asociación realiza genómica de manera gratuita para los animales de la prueba, lo que nos permite conocer características complejas de cada animal y mejorar la precisión en la toma de decisiones”, sostiene Otero.

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EL MEJORAMIENTO GENÉTICO COMO INVERSIÓN

A pesar de los avances, la prueba pastoril presenta desafíos. No todos los animales logran completar el proceso, y las condiciones son exigentes.

“De 70 animales que ingresan, terminamos vendiendo alrededor de 50. Es un proceso que exige mucho, pero es parte de lo que hace valiosa esta prueba”, afirma.

Para Otero, la clave está en entender la ganadería como una inversión. “Los programas de mejoramiento genético son una inversión, no un costo. Debemos trabajar juntos, cabañeros y productores, para que estas herramientas generen un impacto real y medible en el sector”, concluye.

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