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Heredero de una familia que llevó la vitivinicultura a Cafayate, Miguel Ángel Lovaglio advierte que muchas pequeñas bodegas de los Valles Calchaquíes “tenemos serias dificultades para seguir produciendo?

Fuente: Bichos de Campo 19/04/2025 12:52:26 hs

Miguel Ángel Lovaglio es un apasionado de la producción vitivinícola. Su pasión viene de familia. Bichos de Campo mantuvo una extensa conversación con él, sobre su historia y sobre la producción de uvas y vinos en su terruño natal, Cafayate. Rememorar el devenir familiar y la historia del vino cafayateño no es un capricho ya

Miguel Ángel Lovaglio es un apasionado de la producción vitivinícola. Su pasión viene de familia. Bichos de Campo mantuvo una extensa conversación con él, sobre su historia y sobre la producción de uvas y vinos en su terruño natal, Cafayate.

Rememorar el devenir familiar y la historia del vino cafayateño no es un capricho ya que explica el sentimiento de pertenencia puesto en cada una de las palabras de Lovaglio. “Esto inicia con Rafael Lovaglio, quien fuera mi tío bisabuelo”, cuenta. Estamos hablando de un seminarista italiano que, como buen religioso, compartía las bondades de esta fruta por cada espacio que visitaba. Asentado en Tucumán, Rafael conoce a un arriero de la zona de San Carlos que le cuenta sobre el paraje de Cafayate y no hizo más que sentir que Auletta, su pueblo natal en Italia, podía replicarse en suelo argentino.

El amor entre Rafael y Cafayate fue instantáneo y compró las tierras de lo que hoy es “Auletta” la finca original de vinos Lovaglio. Allá, por el año 1870, llegaron con el seminarista luego convertido en finquero, el bisabuelo Giussepe y el abuelo de Miguel Ángel, siendo todos ellos una piedra basal en la relación entre el vino y el suelo cafayateño.

Los vinos de Lovaglio son vinos de altura y con historia: “Ya, mi abuelo, a principios del siglo pasado, recibió medallas de oro y otras distinciones en Francia y Estados Unidos, por los vinos que producía. Tanto mi abuelo como mi padre fueron pioneros en la historia de la vitivinicultura y el comercio en la zona, cuando no había ni siquiera caminos”, relata ahora nuestro Miguel Ángel.

La historia del padre también tiene ribetes interesantes de compartir. A mula y en tren, viajaba hasta Buenos Aires para completar sus estudios en Ingeniería Agronómica en la UBA. Ya recibido volvió a su pago, siendo “el primer agrónomo en trabajar por estas tierras, dedicándose por más de 50 años a asesorar a muchos de los productores vitivinícolas de la zona”, comenta orgulloso Miguel Ángel.

Vinos Lovaglio y la Bodega del Viento están ubicados en el corazón de Valle de Cafayate. Hoy se encuentran comandadas por Miguel Ángel, quien incluyó nuevas cepas y mejoró la tecnología para sus doce etiquetas que solo pueden encontrarse en mercados especializados. Frente a esta historia reflexiona: “No nos interesa hacer vinos genéricos ni masivos, queremos cuidar la calidad en lo que hacemos, pero hoy es muy difícil sostenernos frente a las dinámicas impuestas por las grandes empresas y las legislaciones actuales”.

La situación actual de los vinos Lovaglio y de los otros productores de vinos de calidad en pequeño volumen está muy difícil. “Desde hace muchos años se viene perdiendo prestigio y no sólo nosotros, sino el vino de Cafayate y de los Valles Calchaquíes, ya que se generalizó la circulación de vino de cualquier parte al que se lo etiqueta como Vino de Argentina, Envasado en la Ruta 40, Cafayate, Salta, confundiendo al consumidor. Hasta con la marca Cafayate salen vinos de cualquier parte, afectándonos como hacedores de vinos locales de alta gama” introduce.

A esta situación, que ya lleva varios años, se le suma un elemento gravitante más: la apertura de las importaciones con un tipo de cambio que no favorece a los productores locales y que permite el ingreso de vinos chilenos con hasta un 7% de agua.

Más bodegas se suman a la importación de vino y los viñateros de Mendoza y San Juan se pintan la cara para no vender uva a quienes realicen estas “practicas desleales”

Hoy, las bodegas locales están colapsadas de vino fino que no se vende. “Nosotros tenemos la producción de las cosechas 2023 y 2024 en nuestra bodega”, relata Miguel Ángel. Ante la falta de ventas surgen todo tipo de dilemas, cómo poder generar ingresos ante la falta de venta, cómo pagar el trabajo ya realizado en los cultivos y en las bodegas y, el interrogante de estos días ¿vale la pena cosechar las uvas este año?

Los productores venían de vender, en 2023, a 700 pesos el litro de vino Torrontés a granel y a 1.500 pesos el litro de los vinos finos tintos. “Hoy, ni por 350 pesos nos quieren comprar un litro. Nosotros no podemos pagar los sueldos con vino, ni el gasoil, ni los impuestos, ni las inversiones en los campos y en las bodegas” ironiza Lovaglio.

Hoy las mini pymes están echando mano a su fundo, a su capital, para hacer frente a esta situación y no caer en la debacle total. Existe un proceso de descapitalización que, de continuar así, terminará en el quebranto de tantas y tantas pequeñas empresas vitivinícolas que dieron vida a localidades como Cafayate. Miguel Ángel calcula que, sólo en los Valles Calchaquíes, ya cerraron alrededor del 50% de mini pymes, alcanzando a más de doscientas de ellas.

“La situación es grave y nuestro sector está despidiendo a sus empleados, vendiendo su patrimonio para poder solventarse y tratar de salir adelante”, sentencia.

A este complejo panorama se suma la disminución del poder adquisitivo de las familias argentinas, ya que orientan su consumo a productos de primera necesidad donde, claramente, el vino no tiene lugar.

Lovaglio se define como un defensor de la libertad de comercio, pero no a cualquier costo. “Se puede vender el vino que se quiera, pero respetando el origen, diciendo de qué lugar es la uva, ya que ese es el origen del vino”.

Miguel Ángel denuncia que salen vinos como si fueran cafayateños pero solamente porque fueron envasados allí, pero es vino de Mendoza, de San Juan, de La Rioja, de Catamarca, de otras zonas de Salta y hasta de Chile.

Ante esto comenta que “si legalizamos y respetamos las leyes de origen y no permitimos consignar la producción con el genérico Vino de Argentina, estaríamos dejando de confundir al consumidor. Además, dejaríamos de desprestigiar a nuestra economía regional que se construyó a través de vinos de calidad o alta gama. De esta forma, además, podremos fortalecer nuestra dinámica de precios frente a mercados específicos”.

Existe una Ley de denominación que, según comenta Lovaglio, obvia la ubicación geográfica y es muy ambigua permitiendo interpretaciones diversas. La indicación geográfica debe ser clave y precisa, y debe estar dada por el origen de la uva. Aclara Miguel Ángel que “hay muchos lugares, en y fuera de Cafayate, que tienen vinos muy prestigiosos y que no se conocen, ya que recalan en las grandes bodegas bajo el rótulo de Vinos de Argentina y nadie sabe de donde es ese gran vino. Jamás puede hacerse un vino de calidad con uvas de mala calidad. Los buenos terruares se deben reconocer y distinguir por sus características”.

En Vinos Lovaglio se cosechan uvas y se elabora vino Riesling, siendo los únicos con esta variedad en el NOA. También producen la variedad emblema de Cafayate, el Torrontés Blanco, obteniendo medallas y reconocimientos diversos por su calidad, algo que se extiende con sus vinos Cabernet Sauvignon, Tanat y Torrontés Riesling.

“El productor vitivinícola es un apasionado de esta actividad, es su forma de vivir, de hacer las cosas y no lo hace sólo por dinero. Muchos de estos productores son los que llevan adelante estas mini pymes, con mucho esfuerzo y trabajo, generando gran cantidad de mano de obra dentro de las economías regionales. De ellos surgen muy buenos vinos, de alta gama, prestigiosos en el mundo” destaca.

A partir del impulso de Lovaglio, muchos productores del Valle Calchaquí se vienen juntando y han conformado Coviagro para poder disminuir los costos productivos a través del aumento de la escala en la adquisición de insumos, la contratación de fletes y demás momentos de la cadena.

“El cooperativismo da una fortaleza para las épocas de crisis como esta. Puse en disponibilidad la Bodega del Viento para la cooperativa y sus asociados, promoviendo la elaboración de vinos de alta gama. Realmente es crucial asociarse y fortalecerse”. reflexiona el bodeguero.

A nivel político y legislativo no hay aparentes acciones destinadas al sector. Según argumenta Lovaglio, los políticos no se acercan y no existen canales para poder instruirlos sobre lo que viene sucediendo y de cómo mejorar la producción. “La política va en contrasentido de lo que la gente necesita y no hay obras públicas para la producción ni para el desarrollo. Todo lo que hacen es para mejorar el nivel de vida de los políticos”, dictamina.

En su relato Miguel Ángel menciona que, en tiempos de la gobernación de Juan Manuel Urtubey, se trabajó fuertemente por la aprobación de una Ley provincial. En ella se respetaba el libre comercio, pero obligaba a que el vino que ingresara a la provincia especificara su procedencia, más allá de que fuera envasado en Cafayate. El Estado provincial debía controlar este proceso y obtener los fondos correspondientes.

“Lamentablemente, ante el movimiento de las grandes corporaciones se le torció la mano al poder de turno y esa Ley, aprobada por unanimidad, quedó cajoneada en el Ministerio de la Producción, sin reglamentación alguna. Hay que pedir por una Ley Pyme que al menos asegure el costo del valor de la producción. Todas las pymes de San Juan, Mendoza, Catamarca, Salta estamos sufriendo esto y los tenemos que revertir”.

En estos casos, donde las economías regionales están en jaque, el gobierno debe estar presente, con políticas de fomento específicas y diseñadas con todos los actores de la cadena. Sobre esto, finaliza con convicción Lovaglio “se debe promover una producción agrícola que genere trabajo digno, que proteja a los pequeños productores para que no tengan que vender lo que tienen a manos de las grandes corporaciones, porque no le da la producción, los costos”.

“En un contexto donde las diversas economías del mundo vienen protegiéndose puertas adentro a nosotros no nos protege nadie. Hay muchas fábricas que están cerrando y estas son familias de argentinos que quedan sin ingresos y tienen que dar de comer a sus hijos, conformando un contexto de profunda tristeza”, se despide.

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