El agro en la era de la inteligencia artificial: la “huella digital”, un plus de valor por sobre la trazabilidad
En una jornada de actualización de la Cámara de Legumbres, un experto en transformación digital habló de las oportunidades que brinda la inteligencia artificial y la gestión de datos para mejorar los procesos productivos.
El pasado martes 10 de junio, Salta fue sede de la tradicional Jornada de Actualización Técnica y Comercial de Legumbres, un encuentro organizado por la Cámara de Legumbres de la República Argentina (CLERA), que reunió a destacados disertantes para abordar temas cruciales del cultivo y las perspectivas del mercado.
Entre esos temas, la transformación digital y la inteligencia artificial no podían dejar de estar presentes, más en una industria que necesita contar con datos desde la tranquera hasta la puerta de salida de la fábrica para demostrar sus condiciones de sanidad y sustentabilidad.
Bajo ese panorama, uno de los paneles más esperados fue el de Juan Pablo Cosentino, director del área académica de Operaciones y Tecnología e integrante del Consejo de Dirección del IAE, quien desglosó los pormenores de la transformación digital en el sector agrícola.
Y dejó una conclusión importante: ya no se trata de hablar solo de “trazabilidad” de los procesos, sino de la generación de una “huella digital” que quede marcada en cada uno de ellos, lo que puede generar un plus de valor a la hora de comercializar los alimentos.
LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL EN EL AGRO
Cosentino inició su exposición contextualizando qué se entiende por transformación digital, y desafió a los asistentes a discernir si la incorporación de tecnología era una necesidad, un deber, una posibilidad o un deseo.
En ese camino, planteó si la transformación digital debía considerarse un resultado final o un proceso continuo, y explicó las razones que impulsan la necesidad de esta evolución en el ámbito agropecuario.
El profesor se refirió a los habilitadores tecnológicos, abarcando desde el “suelo al cielo”, en sus palabras, haciendo alusión a la diversidad de herramientas disponibles, desde sensores hasta drones.
Pero destacó que “lo primero a tener definido es el propósito para el cual se va a utilizar una tecnología adecuada”, porque “hacer lo inverso y poner la tecnología como prioridad antes que el propósito es un error”, enfatizó.
Luego, subrayó la importancia de la conectividad como pilar fundamental para la integración de estos recursos.
INTELIGENCIA ARTIFICIAL: EL DATO COMO ACTIVO CLAVE
En este contexto, un punto central de su charla fue el impacto de la IA en el análisis inteligente de datos dentro de un contexto de transformación digital.
Cosentino enfatizó que la digitalización en el sector legumbrero, por ejemplo, permite tomar decisiones fundamentadas en datos objetivos, facilitando el análisis y la compartición de información.
Esta capacidad -explicó- “mejora la trazabilidad y la gestión de procesos en el desarrollo agrícola, transformando la realidad a través de la evidencia concreta”.
Además, la importancia de la digitalización -según Cosentino- radica en que en el actual contexto de la Cuarta Revolución Industrial, donde la IA anidó una nueva revolución en la que el dato se erige como el activo fundamental sobre el cual se basan las decisiones.
“La evidencia real, no la evidencia subjetiva, la evidencia objetiva de representar la realidad a través de algún tipo de sensor en algo que sea analizable”, sostuvo. Esta capacidad de digitalizar la realidad permite moverla entre sistemas, procesarla y compartir la evidencia de manera eficiente.
INTELIGENCIA ARTIFICIAL PARA GENERAR UNA “HUELLA DIGITAL”
Esta gestión en profundidad de los datos de manera digital es lo que permite, al final del trabajo, la creación de una huella digital de todos los procesos involucrados en el desarrollo agrícola.
Esta huella permite entender qué se hizo, por qué se hizo, cual fue el resultado, cómo impactamos el suelo, el ambiente, entre otras variables, y todo basado en evidencia objetiva y trazable.
Esto, a su vez, aporta un valor significativo al producto final, trascendiendo el concepto de trazabilidad para abarcar la totalidad del proceso.
“Ya no es una huella hídrica, una huella ambiental o una huella de carbono, sino que es una huella digital de todos los procesos involucrados en básicamente el desarrollo de la agricultura”, concluyó Cosentino, subrayando que el desafío es gestionar basados en datos objetivos y no en intuiciones.
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