El extraño caso del científico ?tucubano? que se dedica a multiplicar y ?sanear? las variedades de caña de azúcar
En la Universidad de San Pablo, en la provincia de Tucumán, funciona desde hace algunos años el Centro Integral de Biotecnología Aplicada (CIBA), que ofrece a la agroindustria de la caña de azúcar y otras cadenas de valor del Noroeste Argentino (NOA) productos y servicios innovadores. Allí se trabaja especialmente en la micropropagación de distintas
En la Universidad de San Pablo, en la provincia de Tucumán, funciona desde hace algunos años el Centro Integral de Biotecnología Aplicada (CIBA), que ofrece a la agroindustria de la caña de azúcar y otras cadenas de valor del Noroeste Argentino (NOA) productos y servicios innovadores.
Allí se trabaja especialmente en la micropropagación de distintas especies vegetales, sobre todo la caña de azúcar, ya que los principales accionistas de la universidad son los dueños del Grupo Los Balcanes, que siembra gran cantidad de hectáreas con ese cultivo para alimentar sus ingenios y sus usinas.
La técnica utilizada en el CIBA no solo permiten multiplicar las variedades de caña que se incorporan a la actividad productiva sino “sanearlas” o “limpiarlas”, para asegurar que su resiembra a campo no implique el peligro de enfermedades. Además se obtiene un material rejuvenecido.
En este proceso interviene un personaje muy particular: el “tucubano”, como él mismo se define.
Jorge Luis Montes de Oca Suárez es licenciado en Matemáticas, ingeniero agrónomo y doctor en Biotecnología. De origen cubano, maneja este sector del centro de propagación del CIBA. Llegó allí justo cuando todo arrancaba, en agosto de 2015, luego de hacer un recorrido laboral por Centro y Sudamérica montando laboratorios de tejido de cultivo y dando conferencias y otras actividades.
Mirá la entrevista a Jorge Montes de Oca:
Apenas llegado a Tucumán, Jorge fue parte de la terminación de la construcción del establecimiento de biotecnología, colaboró con el montaje de los equipos y participó dde entrenamiento del personal, entre otras actividades. Si bien trabajaba a través del Gobierno de Cuba, con el paso del tiempo ya tiene contratos personales para seguir desarrollando su actividad.
Con su variado y rico academicismo, Montes de Oca cuenta que de la Matemática pasó a la Agronomía y empezó a trabajar en un centro de investigaciones de caña de azúcar del Instituto Nacional de Investigaciones de la Caña de Azúcar (INICA) de Cuba. “Ahí me picó el bichito de la biotecnología”, bromea.
En esa ocasión se construyó un laboratorio cuya característica fue el aprovechamiento de la luz solar, para trabajar con cualquier especie vegetal, y con capacidad para propagar 5 millones de plantines. “Cuba es muy fuerte en biotecnología en general”, sintetiza.
Su tarea es desarrollar nuevos ejemplares de caña de azúcar, limpios de enfermedades, sanos y hasta transgénicos. “Estoy en mi agua”, dice con evidente modismo cubano. “Aparte de que me gusta, me he formado y sigo formándome continuamente en esta actividad. El objetivo es llegar a lo más que podamos en aplicar toda la tecnología directamente a la caña”, comentó.
-Están muy vinculados con el sector cañero, de manera que lo que hagan aquí repercutirá muy rápidamente en el campo.
-Correcto -expresó el biotecnólogo-. Todo el trabajo que hacemos nosotros no se queda acá, va directo a campo, a los productores. Pero además formamos personas -pasantes de diferentes universidades- a las que les vamos dando este conocimiento e incentivándolos a que sigan desarrollando a Tucumán en este sentido.
-¿Cómo ve a Tucumán en materia de innovaciones en caña de azúcar?
-En biotecnología de caña hay tres lugares fundamentales- respondió. Y citó a la Estación Experimental Obispo Colombres, al INTA Famaillá, y al propio CIBA, del que forma parte. “Estamos muy vinculados y tenemos tecnologías muy similares. La diferencia sería los volúmenes a producir. Hoy nosotros tenemos el mayor volumen y pensamos llegar a un millón y medio de plantines anuales”.
Bichos de Campo observó que en Cuba producía cinco millones de plantines y acá un tercio de aquella cifra. “Vamos trabajando en base a las necesidades de Tucumán. No podemos irnos muy arriba porque después no tendríamos mercado. Esta es una tecnología muy costosa que tiene que producir lo justo y preciso que se necesita en cada momento”, explicó.
El “tucubano” está muy bien adaptado a su nueva vida en Tucumán, pero de todos modos confesó que extraña de su Cuba natal “la playa y la familia”.
“Las playas son muy lindas, era aficionado a la pesca y siempre estaba los fines de semana en esas actividades. El pueblo de Cuba es afable y amistoso, siempre tengo nostalgia por esa parte”, remarcó.
-¿Y qué te gusta de Argentina?
-Siempre dije que si tendría que vivir afuera podría vivir en dos lugares: México o Argentina. Se dio la posibilidad acá. Me gusta Tucumán, es muy parecido a dónde vivía en Cuba, no solo por los cañaverales sino por las personas, las costumbres; me siento bien acá y mi familia se ha acoplado muy bien. Estamos contentos.
-¿Te molesta cuándo acá, despectivamente, dicen que ‘nos vamos pareciendo cada vez más a Cuba’?
-Yo me siento ‘tucubano’ – responde. Y luego lamentó que “con tanta riqueza que tiene Argentina vayamos declinando tan rápido en la parte económica. Teniendo tantas posibilidades, en agricultura, sobre todo. Aquí tiras una semilla y nace. Pero confío que tanto Argentina como Cuba van a salir a flote; como tiene que ser”, concluyó.
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