Carne con puré: en Mechongué, la papa agrega valor en un esquema mixto de producción
En el sudeste bonaerense, el productor Mario Raiteri combina un planteo mixto de granos y venta de invernada con 100 hectáreas de papa, un cultivo con grandes costos, pero también elevados rindes en relación a los cereales.
En la localidad bonaerense de Mechongué, el productor Mario Raiteri lleva adelante un planteo mixto en una superficie de 1.500 hectáreas, con el agregado del cultivo estrella del sudeste bonaerense: la papa.
En su establecimiento, el también médico veterinario y directivo de Coninagro desarrolla un planteo con cultivos de invierno y verano, y una ganadería que agrega valor a las superficies del campo con menor aptitud agrícola.
La historia del campo comenzó con su abuelo, un trabajador rural del establecimiento. Con el correr de los años, fue adquiriendo hectáreas y, si bien en el camino tuvieron que desprenderse de tierra, en la actualidad cuentan con 1.500 hectáreas en las que producen trigo, soja, maíz y girasol, además de los 1.400 vientres que sostienen el esquema ganadero.
MODELO PRODUCTIVO, CON LA PAPA COMO APOYO
La pata ganadera del negocio se articula en base a un rodeo Angus. “Lo ideal, al menos desde mi perspectiva es la cruza de Angus con Hereford, no hay con qué darle”, reconoció.
Pero los números mandan y como la ganadería no acompañó el potencial económico –se trata de una actividad ligada estrechamente al salario y al mercado interno en gran parte- optaron por poblar los bajos del campo con un biotipo más chico, adaptado a la demanda doméstica.
“La vaca de nuestros campos produce un ternero con menos demanda para para mantenerse y así nos podemos enfocar al mercado interno”, explicó.
La caja de la actividad llega a partir de la venta de invernada y pese a algunos altibajos en el negocio, perseveró en la ardua tarea de no perder capital. “A pesar que hubo momentos en donde daban ganas salir de la ganadería, estábamos en cierta manera obligados porque teníamos los bajos y otras cosas no se podía hacer”, reconoció.
Además de mantener el rodeo, comenzaron a incrementarlo. Pero el rumbo del negocio no solo se decide a partir de factores productivos, y la coyuntura económica y política termina siendo determinante. La agricultura brinda una caja más veloz y los tiempos son menores, mientras que en ganadería Raitieri apuesta sobre seguro.
“Tampoco había grandes alicientes para el engorde y poco a poco la agricultura se impuso en lo económico”, admitió.
Con el correr de los años, factores como el encarecimiento de los granos y la falta de desarrollo en infraestructura diluyeron las chances de afinar el manejo en corrales de engorde propios.
“Todas esas cuestiones me hicieron tratar de potenciar y mejorar la cría y vendo animales livianos con un peso de 170 a 200 kilos, depende como venga el año”, remarcó.
LA APUESTA POR LA PAPA
Además de productor y su labor como directivo en Coninagro, Raiteri es el vicepresidente de la Federación Nacional de Productores de Papa (Fenapp).
En estos días de fuerte aumento en el precio de venta al público de este alimento, destacó las dos caras que implica su producción: se trata de un cultivo con enormes perspectivas –es el tercer alimento más consumido a nivel mundial, detrás de trigo y arroz-, pero sus costos de producción son por demás elevados.
En la producción de cereales y oleaginosas, uno de los cultivos “más caros” es el maíz, con un costo que puede oscilar entre U$S 500 y U$S 700 por hectárea. En el caso de la papa, los valores son diez veces mayores.
En el sudeste de Buenos Aires, la siembra del cultivo se extiende desde el 15 de septiembre hasta el 20 de noviembre, sobre todo en las localidades de Azul, Balcarce, General Alvarado, Lobería, Mar del Plata, Mechongué, Olavarría y Tandil
La variedad que mejor rinde en esa zona para el mercado fresco es la Spunta, que se comercializa en bolsas de 20 kilos.
Una de las características del cultivo es su elevada demanda de agua. Al menos necesita 30 milímetros semanales y si bien el riego juega un papel fundamental, no reemplaza a las lluvias.
RINDES ELEVADOS
Los rindes también son muy elevados, en comparación a los cultivos tradicionales. En el caso del sudeste –una zona de corte en donde la fina pisa fuerte– un trigo puede superar con tranquilidad los 7.000 kilos por hectárea. La papa oscila en un piso de 35.000 kilos/ha y puede llegar a los 60.000 kilos.
El número final dependerá si se trata de una variedad industrial o si se destina al consumo para mercado fresco. En Argentina, Raiteri explicó que el cultivo se distribuye entre unos 500 productores en una superficie de 80.000 hectáreas y una producción anual de 3 millones de toneladas.
De esa producción, un 25% se destina al mercado externo tanto en forma de papas chips como bastones.
En este punto, si bien Raiteri destacó el rol de la industria como un impulsor de la producción, explicó que en otras partes del mundo el trato entre las empresas y el sector primario no es tan duro como en Argentina.
“Hay mucha discusión y las industrias prefieren a veces asumir el riesgo de producción a ser más generosos”, advirtió. Pero más allá de este factor, explicó que “han sido un instrumento para que muchos productores puedan seguir y nosotros lo que queremos mejorar el trato”.
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