Ensalada genética: el INTA busca desarrollar la primera lechuga transgénica, resistente a enfermedades
La Secretaría de Agricultura habilitó al Instituto a investigar y evaluar eventos diseñados para incrementar las defensas de lechuga genéticamente modificada en condiciones productivas. En una segunda fase, se avanzará en su registro comercial
La Secretaría de Agricultura autorizó al INTA a realizar ensayos con lechuga para obtener una variedad mejorada genéticamente.
Con esta medida, se busca estimular investigaciones biotecnológicas de este vegetal, con un doble objetivo: que toleren patógenos fúngicos y reducir el uso de fitosanitarios de origen sintético.
La medida se oficializó a través de la Disposición N°04 /2024 y permitirá a un grupo de investigación en agrobiotecnología del INTA que lleven a cabo ensayos.
Los mismos permitirán evaluar eventos diseñados para incrementar las defensas de lechuga genéticamente modificada en condiciones productivas.
LA PRIMERA LECHUGA TRANSGÉNICA
Pablo Nardone, subsecretario de Alimentos, Bioeconomía y Desarrollo Regional indicó que los vegetales tienen múltiples sistemas de defensa contra infecciones.
Entre ellos, se encuentran la producción en porotos, de unas proteínas llamadas “quitinasas” que destruyen un componente importante de hongos patógenos.
Por el lado de las papas silvestres, aparecen las “snakinas”, otras moléculas con propiedades antimicrobianas.
“En este caso, la modificación genética se basa en lograr en las lechugas, una sobreproducción de estas moléculas, mejorando así sus mecanismos de defensa, lo que conllevaría un menor uso de fungicidas”, explicaron desde el INTA.
Cabe recordar que, en el listado de cultivos genéticamente modificados autorizados a lo largo de los años por la Comisión Nacional de Biotecnología Agropecuaria (Conabia), no hay ninguna variedad de lechuga.
TECNOLOGÍA CON SUSTENTABILIDAD
Esta planta puede verse afectada por patógenos fúngicos, bacterianos o virales, que provocan enfermedades foliares que reducen la producción y afectan severamente el valor comercial de este cultivo.
En Argentina se aplican agroquímicos para sus tratamientos y existen productos autorizados por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa).
Para poder utilizarlos se deben aplicar las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), situación que genera un impacto negativo en la rentabilidad de los productores, porque manejan precios que su mayoría están dolarizados.
“La biotecnología puede aportar soluciones más sostenibles, que acompañen la tendencia mundial de disminuir el consumo de fitosanitarios de origen sintético, pudiendo utilizar diferentes estrategias diseñadas por la ingeniería genética”, señalaron.
UN LUGAR SEGURO PARA LOS ENSAYOS
El sitio destinado a la realización de los ensayos previstos dispone de condiciones de bioseguridad certificadas, que impiden que este vegetal genéticamente modificado se libere al ambiente.
El objetivo es evaluar una serie de parámetros como peso fresco y seco, longitud de raíz, área foliar y morfología de las hojas, entre otros.También se analizarán las infecciones naturales que se puedan producir.
Si los resultados son los esperados, los investigadores del organismo descentralizado seguirán con otros ensayos y luego iniciarían los trámites para una eventual autorización para la liberación comercial de esta variedad mejorada.
Un dato a tener en cuenta es que el INTA es la institución que más variedades de germoplasma inscribió hasta el momento en el Instituto Nacional de Semillas (Inase).
“Disponer de un sistema que asegure a los obtentores percibir justos beneficios estimula el interés en líneas de investigación de estas características, donde la Argentina comporta un lugar de privilegio”, concluyó Nardone.
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