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María Coria, del INTA Naredo, celebra poder investigar en una experimental de 700 hectáreas plagadas de todo tipo de ensayos agrícolas y ganaderos

Fuente: Bichos de Campo 18/04/2024 10:12:40 hs

Como lo hace desde hace tres años, la Estación Experimental Agropecuaria Cesáreo Naredo, al oeste de la provincia de Buenos Aires, volvió a abrir sus puertas hace unos días para que todos los productores curiosos de la zona la visiten y sepan cuáles son las líneas de estudio que se realizan dentro de sus 700

Como lo hace desde hace tres años, la Estación Experimental Agropecuaria Cesáreo Naredo, al oeste de la provincia de Buenos Aires, volvió a abrir sus puertas hace unos días para que todos los productores curiosos de la zona la visiten y sepan cuáles son las líneas de estudio que se realizan dentro de sus 700 hectáreas de extensión, donde la ganadería y la agricultura dialogan permanentemente.

“La Experimental tiene la particularidad de que tiene una unidad de producción de casi 700 hectáreas, dividida entre unidades más chicas: la de cría, la mitad ganadera-agrícola y la agrícola-ganadera. Ellas se destinan a la producción, y es allí donde realizamos nuestras líneas de investigación integradas a esa superficie. Eso nos permite estudiar a una escala mayor”, dijo a Bichos de Campo la investigadora María Coria.

La unidad mixta, por ejemplo, incluye la rotación de cultivos que incluye a aquellos anuales y también a las pasturas. La unidad agrícola-ganadera, en cambio, integra desde hace algunos años a los cultivos de servicio, que les permiten ensayar distintos tipos de manejo “apuntados a incrementar la producción sin descuidar la sustentabilidad de los sistemas ni el bienestar de los recursos”.

Mirá a entrevista a María Coria:

“En el área de producción animal, por ejemplo, tenemos líneas donde trabajamos en la selección divergente por RFI, es decir, de consumo residual tanto en hembras como en machos. También evaluamos diferentes dietas alimenticias desde edades tempranas durante la recría, la invernada y la terminación, y vamos viendo su impacto ya sea por su calidad o por la forma en que se suministra. Tratamos siempre de simplificar el manejo para que el productor lo pueda aplicar”, indicó Coria.

Para eso se utilizan las reservas de forraje e insumos producidos dentro del campo, lo que hace que las unidades de estudio se vuelvan circulares.

“Tenemos líneas de investigación donde medimos y observamos el comportamiento de los animales que tienen bebida dentro o fuera del lote, la incorporación de las excretas al suelo y su relación con distintas mezclas forrajeras, así como la incorporación de leguminosas en las mezclas de gramíneas que van a cultivos de cobertura”, detalló la investigadora.

El INTA Naredo, que se encuentra en la localidad de Casbas y tiene influencia sobre los partidos de Guaminí y Carhué, entre otros, también se ocupa de trabajar en colaboración con otras Experimentales, como la de Bordenave, con el objetivo de incorporar cultivos que allí se desarrollan. Es el caso de la vicia villosa.

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