Según surge de la red de monitoreo, la ola polar ?arrasó? también con la población de chicharritas en el NOA
Lo dijo el INTA hablando especialmente de la región núcleo y ahora lo dice Maizar, que agrupa a la cadena del maíz, en referencia también a las provincias del Noroeste Argentino, donde la presencia amenazante de la chicharrita lleva varias campañas: El frío intenso de las últimas dos semanas fue el mejor aliado para el
Lo dijo el INTA hablando especialmente de la región núcleo y ahora lo dice Maizar, que agrupa a la cadena del maíz, en referencia también a las provincias del Noroeste Argentino, donde la presencia amenazante de la chicharrita lleva varias campañas: El frío intenso de las últimas dos semanas fue el mejor aliado para el control de esta plaga de cara a la nueva campaña 2024/25.
“Si bien, como se anticipó en el Congreso Maizar 2024, se sabía que este año el invierno ya no jugaría a favor de la chicharrita como en 2023, los primeros resultados de la Red de Trampas de Monitoreo muestran que la ola polar de junio y julio arrasó con las poblaciones de esta plaga, mucho más de lo que se esperaba, y liquidó maíces voluntarios o guachos brotados o por brotar. Así, la campaña maicera 2024/25 comienza con dos goles a favor”, indicó un comunicado de prensa de esa organización.
Según Maizar, el pronóstico de un invierno 2024 frío que finalmente se confirmó tranquilizaba a los especialistas en maíz respecto de que el escenario “no iba a ser favorable a la chicharrita (Dalbulus maidis)” como sucedió en la anterior campaña, donde la sequía intensa se combinó con una temporada invernal más benigna y explotó la población de este insecto vector de una enfermedad que se llevó puestas 12 millones de toneladas de maíz. “Sin embargo, esa confianza estaba más arraigada para la zona central del país, mientras que en el NOA quedaban signos de pregunta”.
La buena noticia ahora es que “los resultados de las trampas de monitoreo de estos días están trayendo una excelente noticia: muestran que las heladas que se dieron a fines de junio y primeros días de julio diezmaron las poblaciones Dalbulus maidis en zonas del NOA que habían sufrido ataques descomunales de este insecto, como el sur y el este de Tucumán”, informó la entidad.
Alejandro Vera, investigador de la sección Zoología Agrícola de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC), se encuentra analizando semanal y quincenalmente las trampas cromáticas instaladas, a las que las chicharritas se acercan y quedan pegadas.
El investigador explicó que “hay dos zonas muy complejas en la Argentina, que yo llamo ‘las puertas del infierno’, porque son los lugares que han tenido mayor incidencia y donde prácticamente el productor no cosechó: una es Los Altos, en el sur de Tucumán y Catamarca, y la otra es San Justo, en el norte de Santa Fe. Estamos estudiando la dinámica poblacional en estas zonas desde el año pasado, y hoy la presencia de chicharritas es cero, cuando en abril había 2.000 por trampa”.
La zona de Los Altos es especialmente sensible porque allí hay empresas semilleras instaladas que quieren sembrar maíz esta primavera, desoyendo las instrucciones del comité de emergencia Salvemos al Maíz que recomienda hacer un vacío sanitario para detener la chicharrita quitándole recursos para sobrevivir, es decir interrumpiendo la siembra de maíces por varios meses, hasta la nueva siembra tardía del verano de 2024/25.
“En Los Altos hubo heladas de muy alta intensidad para esta zona: a partir del 7 y 8 de julio se registraron -5 °C por lo menos durante 7 horas. Lo mismo pasó en San Justo, donde también están encontrando cero capturas en las trampas. Entonces empezamos a entender que las heladas están reseteando el sistema”, reveló Vera, quien indicó que, además del umbral térmico vital, están encontrando que heladas no tan intensas pero que se mantienen por varios días generan un impacto similar sobre la plaga.
Esto se repite también hacia el este, otra zona que fue problemática. “Por ejemplo, en Isca Yacu, Santiago del Estero, hasta la segunda quincena de junio nosotros capturábamos en promedio 250 chicharritas por trampa. Los días 26, 27 y 29 de junio se produjeron heladas con -1 °C, pero el día 30 se produjo una -de 2,5 °C, y a la semana siguiente la población cayó a 20, es decir, 92%. Estos datos nos colocan en otro escenario que el de hace un mes: se empieza a barajar y dar de nuevo y la plaga arranca con alta desventaja”.
Según el informe de Maizar, las heladas no solamente mataron a las chicharritas sino también a los maíces a punto de brotar, llamados voluntarios o guachos, sensibles a las bajas temperaturas. De esa manera, la entidad especuló que “no hará falta que los productores hagan control químico en barbecho”.
“Pueden guardar esa bala de plata quizás para antes de implantar si van a hacer una siembra de primera”, sostuvo Vera. “La temperatura está contribuyendo muchísimo en el sistema, porque se pensaba que iba a haber un gran remanente de Dalbulus maidis, pero las poblaciones se están diezmando y también el maíz guacho, que es el foco de inóculo, porque este insecto solamente se alimenta de y se reproduce en maíz”
Pese a la excelente noticia, el especialista dijo que no hay que relajarse en el monitoreo. “Si cambia la condición y empieza a brotar maíz, hay que controlar: el potencial reproductivo del Dalbulus no permite descuidarse. Pero que haya un remanente nulo o mucho menor gracias a la temperatura no es lo mismo que encarar una plaga que ha crecido mucho”.
“Esa es una enseñanza que nos quedó. El año pasado, pensábamos que 5 chicharritas eran poco, pero tienen un crecimiento exponencial: 5 se transforman en 50 en una semana, en 250 a las dos semanas, y en más de 1.000 al mes. Por eso nunca debemos dejar de estar atentos. Brasil, que tiene Dalbulus desde hace años, basa el éxito de su manejo en mantener baja la población”, explicó el experto tucumano.
Maizar está coordinando la Red Nacional de Trampas de Monitoreo en 450 puntos del país, en un trabajo mancomunado con la Estación Experimental Obispo Colombres, el INTA, Aapresid, CREA, la AAPCE y la UNNOBA. Se trata de trampas cromáticas adhesivas, con el propósito de obtener información sobre la dinámica poblacional y la infectividad de esta plaga en las diferentes regiones productoras de maíz del país, para ponerla gratuitamente a disposición de los distintos actores involucrados.
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