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Desde la semilla hasta la planta: las legumbres suman bioinsumos para “escalar en protagonismo”

Fuente: Infocampo 04/11/2025 17:25:31 hs

Con un enfoque integral, Barenbrug aportó en la última jornada de la Cámara de Legumbres su portfolio especialmente diseñado para estos cultivos, confirmando que este segmento demanda tecnología específica y en crecimiento.

La escena se dio en la reciente jornada técnica de la Cámara de Legumbres de la República Argentina (CLERA), donde la compañía holandesa Barenbrug, representada en Argentina por Germán Avanzini, responsable técnico del área de desarrollo, aprovechó para reafirmar la apuesta en el sector de las legumbres.

Con más de 120 años de trayectoria global y una fuerte presencia local en pasturas templadas, la empresa abrió hace tiempo una unidad especializada en bioinsumos, apuntando a tratamientos de semilla, aplicaciones foliares y protección de cultivos.

En ese contexto, Avanzini se mostró entusiasmado por el momento que atraviesan las legumbres en el país: “Estamos convencidos de que las legumbres deben escalar en protagonismo en el sistema argentino con herramientas propias, y no solo con las heredadas de soja o maíz”.

UNA APUESTA DECIDIDA POR LAS LEGUMBRES

Para Avanzini, “el sector legumbrero tiene un papel preponderante en ciertas zonas del país”.

En ese marco, su vinculación con CLERA no es casual: “Acompañamos a la institución porque agrupa y nuclea todos esos cultivos regionales que muchas veces quedan fuera de los focos más tradicionales”, destacó.

Allí, Barenbrug desplegó su estrategia integral: tres de sus cuatro unidades de negocio claramente definidas (bioinsumos, coadyuvantes y protección de cultivos) y, dentro de los bioinsumos, una línea específica para legumbres que incorpora inoculantes, promotores de crecimientos biológicos, biocontroladores y soluciones fitosanitarias para semilla.

Según el especialista, “la legumbre exige cepas distintas, manejo distinto, condiciones de implantación distintas; por eso trabajamos con productos desarrollados expresamente para arveja, lenteja, garbanzo, poroto y poroto mun”.

Por su parte, enfatizó: “No se trata de adaptar un paquete de soja. Se trata de diseñar tecnología pensando en la semilla, el suelo, la bacteria, el clima y la presión sanitaria que tiene la legumbre”.

PORTFOLIO CON TECNOLOGÍAS DESDE LA SEMILLA

La clave de Barenbrug está en ofrecer lo que Avanzini define como “una caja de herramientas de precisión para legumbres”. Primero, los inoculantes líquidos de la línea Palaversich –por ejemplo, Palaversich Garbanzo y Palaversich Poroto– que están formulados con cepas específicas para cada especie (Mesorhizobium ciceri para garbanzo; Rhizobium phaseoli para poroto) y permiten tratar entre 1.600 y 2.000 kg de semilla.

Más de un siglo de innovación y sustentabilidad: la empresa del agro que está celebrando sus 120 años

En segundo lugar, intervienen los biofertilizantes y promotores de crecimiento (PGPR), que la compañía incorpora como coinóculos de las leguminosas dentro de su línea Turbo, con cepas de Azospirillum brasilense y Pseudomonas fluorescens.

En ese sentido, Avanzini aclara: “Las bacterias promotoras no reemplazan al inoculante, lo complementan. Favorecen la nodulación, estimulan el desarrollo radicular y mejoran la captura de agua y nutrientes disponibles en el suelo”.

En tercer término, hizo hincapié en el fungicida Kaiser: este producto forma parte de la línea de protección de cultivos de Barenbrug y está compuesto por Metalaxil-M (el isómero más activo) y Fludioxonil (en concentraciones respectivamente del 1 % y 2,5 %).

Una foto que aclara: la parte amarillenta del lote es la que no fue tratada con la tecnología Barembrug. Un testigo de la eficiencia.

El Kaiser se destaca porque “ejerce una fuerte presión de control sobre los patógenos que pueden estar afectando y prevalecen sobre la semilla y aquellos que forman parte del complejo del suelo”, explicó Avanzini.

Su función es clave para garantizar la sanidad inicial del cultivo y proteger la germinación, especialmente en ambientes con alta carga fúngica o bajo condiciones adversas.

EL DESAFÍO DE COMBINAR QUÍMICOS Y BIOLÓGICOS

A esto se suma Protector Plus, que permite compatibilizar los componentes biológicos y químicos del tratamiento y extender la vida útil de las bacterias de los bioinsumos, desde el tratamiento hasta la siembra.

Avanzini ejemplificó su importancia en zonas del norte del país, como Tartagal o General Mosconi, donde “las temperaturas del suelo pueden superar los 35 °C y la bacteria sin protección tendería a morir. El Protector Plus acompaña a la bacteria y asegura la nodulación”.

Inoculación de precisión: una formulación diferente para cada zona sojera del país

Finalmente, Barenbrug complementa esta propuesta con un hongo benéfico del género Trichoderma, que amplía el espectro de control del fungicida químico. Este microorganismo compite por espacio y nutrientes, antagoniza con patógenos (micoparasitismo) y promueve el crecimiento vegetal, completando así una estrategia de manejo integrado desde la semilla.

El conjunto permite ofrecer al productor una secuencia que va: tratamiento de semilla + inoculación específica + bioestimulación + protección del sistema semilla, generando una implantación eficaz.

“Nuestro objetivo es que la semilla se implante en el lote como planta lo más temprano y uniforme posible, que la bacteria fije nitrógeno, que no haya pérdidas por mal arranque o enfermedades tempranas, y que el cultivo llegue a su potencial”, sintetizó Avanzini.

INVESTIGACIÓN, SANIDAD Y CALIDAD 

“Cuando hablamos de tratamiento de semilla, lo primero que debe mirar el productor es la calidad fisiosanitaria de la semilla con la cual arranca su cultivo”, continuó el representante de Barenbrug.

En su visión, muchos de los problemas de germinación o implantación en legumbres no responden a genética, sino a sanidad.


“Si la semilla tiene bajo poder germinativo y vigor por estrés hídrico o mal llenado en su ciclo de producción, poco se puede hacer. Pero si el problema es de carga fúngica, ahí la elección correcta del fungicida y el inoculante hacen la diferencia”, agregó.

Barenbrug apoya esta línea en su red de ensayos y colaboraciones con instituciones como la Estación Experimental Obispo Colombres de Tucumán (para poroto y garbanzo), el INTA Arroyo Seco (para arveja) y el INTA Pergamino, además de consultoras privadas de aplicación avanzada.

Esta articulación, explicó Avanzini, “nos permite validar en cada ambiente las cepas, su compatibilidad con fungicidas, su comportamiento bajo diferentes condiciones de manejo agronómico, fechas de siembras, entre otros aspectos”.

“Tratamos la semilla como un organismo vivo, no como un simple insumo al que se le aplica un tratamiento y se siembra. Y ahí es donde la experiencia global de Barenbrug nos respalda con fuerza”, señaló Avanzini.

PERSPECTIVAS DEL MERCADO LEGUMBRERO

Cuando se le consultó sobre la visión de mercado para las legumbres, Avanzini describió un escenario de “mercado estable”, pero con espacios de mejora y demanda creciente por tecnología.

Comentó que “hace 10años hubo un boom del garbanzo” y luego se estabilizó, pero hoy hay áreas bien definidas para cada especie: arveja, poroto, garbanzo.

Aunque otros actores priorizan soja o maní por escala, nosotros consideramos que las legumbres en su conjunto son un número interesante, un área interesante que demanda tecnología, soluciones para producir mejor y con mayor calidad”, enfatizó.

Específicamente para la arveja, ve un interés creciente en tecnología más allá de genética. En garbanzo, la zona Norte de Córdoba y la faja NOA (entre Salta y Tucumán) se consolida.

Por último, sobre poroto, afirmó que el modelo norte del país está maduro: “El ciclo productivo estival del NOA empieza con la siembra del maíz y la soja de noviembre a enero y continúa con el poroto de fines de enero y todo febrero”.

En tanto, a modo de conclusión, el técnico del área de desarrollo fue concreto: “El nicho de legumbres es muy auspicioso, y la demanda de nuestros productos a través del canal de distribución es alta porque ofrecemos productos de calidad que le ayudan al productor y le responden buscando lo que busca”.

Así, en el posicionamiento estratégico de Barenbrug queda claro que la genética impulsa la siembra, pero los bioinsumos son el lubricante esencial que asegura que ese motor arranque y funcione al máximo, especialmente frente a condiciones de suelo difíciles, calor, humedad o carga patogénica.

Para un sector que demanda mayor precisión y confiabilidad, esa combinación aparece como una propuesta atractiva. Si bien los volúmenes actuales de legumbres no alcanzan los de soja o maíz, la empresa apuesta a un crecimiento sostenido del segmento, siempre que adopte las herramientas adecuadas para maximizar la fijación de nitrógeno, la implantación y la calidad final del grano.

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