La empresa del agro argentino que desembarcará en Estados Unidos y proyecta un antibiótico orgánico
SpeedAgro nació en plena crisis de 2001 y lleva dos décadas de crecimiento. Ya opera en 11 países y está a un paso de venderle a Norteamérica. Además, tiene tres proyectos innovadores para ejecutar en su sede de Sauce Viejo.
“En cada crisis hay una oportunidad” podría ser el cliché de un sobre de café o una historia de Instagram. Sin embargo, una empresa argentina es el ejemplo de que quizás surjan buenas cosas aún en los malos momentos.
Se trata de SpeedAgro, que nació en el 2001 en Coronda con el inicio del primer registro en Senasa de una línea de coadyuvantes, fue sumando unidades de negocio y potenciando la original, y hoy está a un paso de desembarcar en Estados Unidos.
Víctor Escalas es su fundador y el único dueño de la empresa -aunque, de a poco, va incluyendo a la próxima generación- y, desde la silla metálica de un aeropuerto en Dallas (USA), contó a Infocampo los detalles de 20 años de crecimiento que permiten pensar en mucho más.
Para él, “Adelantados por naturaleza” no es simplemente un lema salido de una reunión de marketing, sino la filosofía que los movió desde el inicio y que los hará, en menos de cinco años, lanzar tres megaproyectos productivos en Santa Fe.
PRESENTE Y FUTURO DE SPEEDAGRO
La empresa, que tiene su planta en Sauce Viejo, es una industria química nacional especializada en coadyuvantes de formulación compuesta, que además se dedica al almacenamiento y distribución de otros fitosanitarios, rubro en el que también ahora cuentan con portfolio propio.
Hace más de una década salió a vender sus productos al exterior y hoy opera en 11 países: Argentina, Paraguay, Bolivia, Uruguay, Brasil, Ecuador, Costa Rica, Colombia, Guatemala, El Salvador y México. Sin embargo, uno de los desafíos más importantes de su historia está a punto de concretarse.
Escalas no puede definir un momento exacto en el que SpeedAgro haya dado el salto, de hecho lo reconoce como un crecimiento igual de acelerado que de paulatino: “Hasta el 2014, la empresa crecía a un 20% anual. El 2015 fue un quiebre, porque el sector estaba ante una situación insostenible de atraso del tipo de cambio y el flete de maíz terminaba costando casi más que lo que se pagaba al productor”.
Y aunque admite que la situación actual no difiere demasiado, los años de estabilidad le permitieron construir las bases para afianzarse en la industria y encarar desafíos cada vez más grandes.
NUEVOS PROYECTOS
El grupo, que empieza a tener a sus hijos como actores clave en el día a día, creció todavía más en el último tiempo, cuando proyectó la compra de un importante terreno en Sauce Viejo para hacer realidad tres grandes sueños.
El primero -ya en marcha- es producir proteína aislada; es decir, ya no pensando en la proteína para consumo animal sino humano (el alimento final). Para eso, SpeedAgro debe invertir una importante suma de dinero para la que vienen sumando otros capitales nacionales; y aunque la puesta a punto de la planta trae una demora de un año y medio, esperan terminarla en aproximadamente dos años.
En el mismo predio, contra la Ruta 11, planean construir un centro de distribución de más de 40.000 metros cuadrados para albergar unas 60.000 posiciones (o sea, los rack con producto para cada compañía). Esta iniciativa podría estar en marcha un poco antes, para fines del 2023.
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El otro es un proyecto ambicioso con vistas a salir a la luz en unos tres años: van a generar un antibiótico orgánico. “Va a tardar un poco más porque implica, además de montar infraestructura, que Argentina avance con una Ley de Semillas que nos proteja ante este evento, ya que la fuente de supply de este antibiótico sale de una planta”, adelanta.
El acumulado de iniciativas que el empresario ya tiene en proceso planea emplear hasta 180 personas y requerirá importar de 50 a 60 millones de dólares de capital de trabajo para adquirir la maquinaria que necesita.
DE CORONDA A PURDUE
“Venir a Estados Unidos es un desafío tremendo como empresa, pero también es romper un paradigma en Argentina, porque ninguna compañía nacional fue habilitada por EPA (la Agencia de Protección Ambiental de USA) como nosotros”, relata.
Emprendieron el recorrido hace cuatro años y acaban de llevar a más de 20 asesores argentinos referentes de todas las regiones productivas a conocer de primera mano los resultados de los ensayos que ya pusieron en marcha.
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Por ejemplo, en la Universidad de Purdue, y donde sus coadyuvantes multipropósito demostraron estar a la altura de otras herramientas de las que dispone el mercado estadounidense.
Para lograrlo, llevan invertidos más de 2 millones de dólares y, una vez terminada la etapa de investigación, comenzará el proceso de patentamiento, que puede demorar hasta un año, para lo que vienen trabajando con un importante estudio de abogados del país del norte, pensando en arribar con un producto “muy diferente a todo lo que tiene el mercado norteamericano”.
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Con eso, podrán venderle a cualquier compañía en cada estado de EE.UU. “Vamos por el 90% del proceso”, revela.
LA FAMILIA
Pero a la fórmula del crecimiento y la perspectiva a futuro, Víctor Escalas decidió sumarle un condimento especial: la familia.
Desde que empezó la pandemia, Ignacio, su hijo, trabaja codo a codo con él y cumple un rol fundamental en el área comercial; María Virginia hace lo propio desde la gestión de las unidades de negocio y auditando todo lo vinculado al área contable de la compañía; y Víctor aspira a que María Mercedes -que está cerca de recibirse de psicóloga- pueda, en un futuro cercano, involucrarse como sus hermanos en los proyectos en marcha y los que vendrán.
“Eso me tiene, además de muy orgulloso, esperanzado de que la empresa pueda seguir dando pasos y creciendo en el núcleo de la familia”, concluye.