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Mientras la mayoría de los ganaderos no confiaba, Marco Zava dedicó su vida a la difusión del búfalo en Argentina: “Fue todo una predicación en el desierto”, recuerda

Fuente: Bichos de Campo 14/09/2023 08:25:47 hs

Marco Zava es, por lejos, quien más sabe sobre la cría y manejo de búfalos en Argentina. Lleva casi 50 años de trabajo fomentando la introducción y adaptación de esta especie al territorio nacional y, aún a pesar de navegar muchas veces contra la corriente, ahora siente que su misión está completa, pues el búfalo

Marco Zava es, por lejos, quien más sabe sobre la cría y manejo de búfalos en Argentina. Lleva casi 50 años de trabajo fomentando la introducción y adaptación de esta especie al territorio nacional y, aún a pesar de navegar muchas veces contra la corriente, ahora siente que su misión está completa, pues el búfalo se ha convertido en una opción viable para muchos planteos ganaderos.

Según cuenta, su relación con estos animales comenzó en 1976, año en que la empresa para la cual trabajaba decidió sumar a estos animales a sus campos.

“Administraba cuatro campos en cuatro provincias distintas. En el que era más grande, de 45.200 hectáreas y 20 kilómetros de costa en Paraná, la comisión directiva y el jefe mío, que era el gerente general,  tomaron la decisión de poner campo con búfalos. Y yo dije, al igual que Sócrates, solo sé que no sé nada”, relató Zava en un encuentro con Bichos de Campo.

Mientras aquella firma contaba con búfalos en un campo que poseían en Paraguay, esos animales suponían únicamente una cuestión exótica. El plan en Argentina, en cambio, era otro y Zava fue enviado a recorrer Brasil, país con mucha presencia de esta especie, para aprender más sobre ella.

“El viaje me llevó unos 6.000 kilómetros en Brasil. No podía creer lo que estaba viendo: tenían 3 millones de cabezas. En Argentina teníamos 5.000 cabezas, no era nada”, contó.

Los búfalos ingresaron al país en 1910, desde Brasil y a través del Río Uruguay, con el objetivo de otorgarle mayor rusticidad al bovino a través de un cruzamiento. Sin embargo, al tratarse de dos especies diferentes, esto no fue posible.

“El búfalo y el vacuno son bovinos. Son del mismo género pero de diferente especie. El búfalo tiene diez cromosomas menos que el vacuno por lo que no pueden generar crías. A su vez, esas cabezas que ingresaron fueron aumentando su consanguinidad porque no tenían ningún manejo. Y cuando vieron que no se podían cruzar se empezaron a usar para consumo interno de las estancias grandes”, indicó Zava.

Pero ahora la historia es otras. Mientras que entre 1976 y 2010 la tasa de crecimiento de la población rondaba el 13%, del 2010 hasta la actualidad eso se ha duplicado.

“A partir del 2010 ya no se destinaron más hembras a faena, se retuvieron todas y si se vendían para reproducción. En este momento oficialmente hay 250.000 cabezas, pero hay gente que me asegura que hay mucho más por confusión en los papeles”, afirmó.

La introducción del búfalo en el país comenzó por los campos inundables, donde acompaño al vacuno, pero luego fue trepado hasta alcanzar los campos de altura. Mientras que los terneros vacunos debían adquirir una suplementación o debían salir del campo en ciertos momentos del año por la falta de pasto, los búfalos lograron allí la misma eficiencia que una vaca en la pampa húmeda.

“Y esos campos valen por hectárea 5 a 10 veces menos en que la pampa húmeda. Hay una inversión mucho menor en la tierra”, aseguró Zava.

A Marcelo González le dijeron varias veces que estaba loco cuando inventó la terapia con búfalos: “Yo creo que son mejores que los caballos”, dice

-Esa fue la primera lección de aquella primera experiencia: que el búfalo podía competir en situaciones desfavorables con el bovino.

-Exacto. Y no sólo ocupó los bajos sino que convirtió a los campos altos de pastizales groseros, en campos de cría, recría y engorde. ¿Por qué? Porque tiene un aparato digestivo que quiebra y degrada totalmente la fibra cruda. Y lo que yo aprendí en la facultad, que era el nitrógeno no proteico, para búfalos es proteico. Con ese pasto seco, inclusive en esta seca de tres años, lo aprovecha, se mantiene en buen estado y produce bien. ¿Cuál es el resultado? De 15% a 20% más de preñez y 60% más de ganancia de peso. El animal se termina con buen estado gordura entre los 17 a 24 meses. Y otra cosa, son más longevos. En vez de dar seis a ocho terneros, dan mínimo 16 terneros por vientre.

A continuación, agregó: “Duplica la producción de carne por hectárea al año y duplica la rentabilidad. Además, la res tiene alta calidad y es tierna. Tiene gran grado de terneza, aparte de tener 40% menos de colesterol”.

-Este diagnostico tan preciso lo fuiste aprendiendo y construyendo con el correr de los años. Han pasado muchos años, has visto muchos campos incorporando búfalos y no se equivocaron, la mayoría no volvieron del búfalo.

-Hubo fracasos pero por mal manejo. No es un manejo más difícil, es un manejo diferente.

-Si querés hacer las mismas cosas que hacías con las vacas, ¿posiblemente te equivoques?

-Claro, es un animal más inteligente y fuerte, que necesita contacto con el humano. Son inteligentes y por lo tanto sensibles, y necesitan contención. En un campo de cría y engorde, una vez por semana hay que hacer rodeo parado en el medio del potrero. Al principio puede haber tres personas para juntar todo. Después con una persona, al grito vienen todos. Lo que hay que hacer también es llevarlo una vez por mes, o cada tanto al corral, para que se acostumbren.

-Hay mucho de manejo claramente.

-Sí, pero una vez que están acostumbrados a una rutina, hace falta un 40% menos de personal que en un planteo de vacunos. Además no hay partos distócicos, no hay bicheras en los terneros. Y eso resulta en 50% menos de gasto veterinario.

-Con tantas ventajas, ¿cómo tardo tanto la adaptación?

-Hasta los 90 fuimos un hazmerreir. Luego empezaron a preguntar. Fue todo una predicación en el desierto. Ahora estamos en una nueva etapa. El desafío es la falta de conocimiento y la difusión del conocimiento. Hay que hacer conocer al consumidor las cualidades de los productos tanto de derivados lácteos como de carne. La leche es mucho más rica en nutrientes y tiene tres veces más grasa butilosa y menos colesterol. Y la carne tiene más proteína y menos ácidos grasos, que son de doble ligadura, o sea digeribles.

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-Ya está al alcance hacer un planteo con búfalos. ¿Qué falta?

-Hay que difundir conocimiento en el consumidor y en el productor para que conozca él cuál es el manejo. Repito, no es más difícil, pero es diferente y él a su vez tiene que capacitar al personal.

-¿Qué sentís ahora mirando hacia atrás, con todo este recorrido? ¿Estás satisfecho?

-Tengo muchas satisfacciones. Esto ni lo soñábamos y para mí, que hoy se retenga a los búfalos, es una realización importante. Lo único que me preocupa es que me tomen como gurú, pero yo me siento feliz.

Zava se despide diciendo que otros cosa importante para él son las aptitudes variadas que tiene el búfalo: sirve para carne, sirve para leche, sirve como animal de trabajo y la cuarta aptitud es que sirve para hacer buenos amigos. “Tengo amigos por todo el mundo y eso es lindísimo”.

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