Maíz afectado por chicharrita: cómo definir si conviene ensilarlo y por qué es fundamental inocularlo
Desde el INTA brindan las pautas a tener en cuenta para evaluar si abandonar la cosecha y picar el maíz. En caso de hacerlo, desde Rizobacter relatan que el uso de inoculante permite mejorar y acelerar la conservación del forraje.
Desde septiembre del año pasado, los productores agropecuarios vienen alertando sobre la presencia de la chicharrita, una plaga que destruye el cultivo de maíz.
En medio de esta campaña, el problema dejó de ser exclusivo del norte argentino y se agravó, al extenderse a unos 27 departamentos de las provincias de Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba, Santiago del Estero, Salta y Tucumán.
Este insecto es vector de un complejo de bacterias y hongos, entre los que se encuentra la bacteria Spiroplasma Kunkelii, y causa el debilitamiento en el desarrollo de las plantas, pudiendo causar mermas de rendimiento de hasta el 100%.
En este marco, muchos productores afectados por este mal están evaluando no cosechar el cereal y transformarlo al menos en forraje para los animales, a través de su picado y confección de silo.
CLAVES PARA HACER UN SILO DE MAÍZ AFECTADO POR CHICHARRITA
En este marco, desde el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) difundieron una serie de recomendaciones por parte de técnicos para definir si conviene ensilar un maíz afectado por chicharrita, y qué factores se deben tener en cuenta para tomar esa decisión.
Alejandro Radrizzani –especialista y coordinador del Programa Forrajes, Pasturas y Pastizales del INTA– señaló que “es importante tener en cuenta que cuando la planta tiene síntomas de la enfermedad, detiene su crecimiento”.
Y agregó: “Si estos síntomas son generalizados en el lote (alta incidencia) el cultivo, desde ese momento, sólo pierde calidad de hojas y tallo y el grano no continúa en etapa de llenado por escasa disponibilidad de movilización de nutrientes desde las hojas a la espiga”.
Por eso, Radrizzani puso el foco en la observación y el monitoreo permanente del daño en el cultivo para evaluar qué destino conviene darle.
“Si el daño ocurre en etapas tempranas, se observará mucho material seco y sin panojas, en cuyo caso convendrá utilizarlo lo antes posible para no seguir perdiendo forraje verde, ya sea con pastoreo o haciendo rollos”, describió.
En tanto, agregó que “si el daño se presenta en etapas intermedias, cuando ya se comenzó a formar la espiga, es probable que haya suficiente material verde como para picar y ensilar, pero puede ser que no se logre calidad adecuada por la escasa proporción de grano en el silo”.
“En ese caso, también será recomendable agregar inoculante y aditivos al silo para lograr una adecuada fermentación y calidad del forraje”, detalló Alejandro Salomón, especialista en manejo del cultivo de la Agencia de Extensión Rural Río Cuarto –Córdoba– del INTA.
INOCULAR, LA LLAVE PARA FRENAR PÉRDIDAS
En este sentido, aportó más datos sobre la importancia de la inoculación del silaje como clave para conservar la calidad del forraje y evitar pérdidas.
De acuerdo con Jonathan Camarasa, desarrollador de mercados de Rizobacter, los efectos del Spiroplasma reducen la capacidad de la planta para fotosintetizar y producir energía”, puntualizó.
En el apartado de rindes, explicó que las mermas se producen debido a que la enfermedad reduce la capacidad de la planta para hacer fotosíntesis -a causa del daño foliar- y absorber nutrientes y agua, e interfiere en los procesos metabólicos.
“Estos efectos negativos varían según diversos factores como la cepa específica del patógeno, las condiciones ambientales, la etapa de desarrollo de la planta y la susceptibilidad genética del híbrido”, agregó.
Otra consecuencia visible de la infección por Spiroplasma es la alteración del metabolismo de los carbohidratos, determinantes para la calidad nutricional del forraje.
“Por lo general, se observa una disminución en los niveles de azúcares solubles, como glucosa y sacarosa, debido a la interrupción en la fotosíntesis y el transporte de carbohidratos”, apuntó Camarasa.
Si bien el achaparramiento del maíz es una enfermedad que debilita el desarrollo de las plantas, los cultivos que se cosechan pueden ser ensilados y constituirse en un alimento inocuo para la ganadería.
“En esta situación, la inoculación del ensilado es una decisión clave que les permite a los productores lograr una fuente de alimento de la más alta calidad, en función del cultivo, para los animales”, sugirió Camarasa.
En este contexto, describió el efecto del uso de inoculantes en el ensilado de maíz. Entre otros, permite mejorar y acelerar la conservación del forraje; reduce las pérdidas durante el almacenamiento y minimiza los riesgos asociados con fermentaciones indeseables para lograr un alimento palatable e inocuo.
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Dentro de la paleta de productos de Rizobacter, Camarasa recomendó el inoculante Rizosil, diseñado para el tratamiento biológico de ensilados de forraje.
Su formulación combina la acción de seis bacterias homo y hetero fermentativas, que logran la estabilización del material y previenen el deterioro aeróbico. Además, no requiere cadena de frío para su conservación, y su porcentaje de enzimas ayudan a fermentar mejor a aquellos cultivos difíciles de ensilar y aumentar la digestibilidad del forraje.
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