En el mercado mundial de aceites vegetales rige el “reino del revés” porque la calidad no tiene relación alguna con el precio
La famosa canción “El reino del revés” de María Elena Walsh parece haber sido hecha para definir el estado actual del mercado internacional de aceites vegetales. El aceite de girasol, que cuenta con una calidad muy superior al de soja y especialmente al de palma, se comercializa al valor más bajo debido a que los
La famosa canción “El reino del revés” de María Elena Walsh parece haber sido hecha para definir el estado actual del mercado internacional de aceites vegetales.
El aceite de girasol, que cuenta con una calidad muy superior al de soja y especialmente al de palma, se comercializa al valor más bajo debido a que los ucranianos y los rusos –los mayores exportadores del producto– están urgidos por realizar embarques de productos agroindustriales para hacerse de divisas de manera rápida y disponer de recursos para financiar la guerra que ambos mantienen desde 2022.
Por su parte, el aceite de palma, que es de inferior calidad, es el que cuenta actualmente con el mayor valor en el mercado internacional debido a la elevada demanda que está registrando en las naciones asiáticas, que son las consumidoras tradicionales del mismo por razones logísticas y geográficas.
En lo que respecta al aceite de soja, la particularidad de este producto es que los mayores productores –Argentina, Brasil y EE.UU.– están lejos de los principales mercados de consumo y, adicionalmente, EE.UU. y Brasil están implementando agresivos programas de promoción de uso interno de biodiésel elaborado mayormente con aceite de soja.
De hecho, en EE.UU. el aceite de soja dejó de ser un commodity agroindustrial para transformarse en uno energético, dado que la mayor parte del mismo se destina internamente para la elaboración de biodiésel tanto tradicional (FAME) como hidrotratado (HVO).
Lo mismo sucede en Indonesia –el mayor productor y exportador mundial de aceite de palma–, que cuenta con un corte obligatorio de biodiésel con gasoil del 35% con la meta de alcanzar un 40% en 2025.
En términos estructurales, si bien en los últimos años la producción de aceites vegetales viene acompañando el crecimiento de la demanda, el hecho de que el consumo interno de aceites haya crecido en los países exportadores –por el aumento de la producción de biodiésel– hizo que la oferta exportable disponible se estancara.
En el Congreso de la Argentina está en tratamiento un proyecto de promoción de biocombustibles que, en caso de ser aprobado, podría incentivar también el consumo interno de aceite de soja.
Ese escenario resulta inquietante para las naciones importadoras, que deben asegurar el aprovisionamiento de aceites vegetales no sólo por cuestiones de seguridad alimentaria, sino también –en algunos casos– para generar biocombustibles en el marco de programas de promoción.
Los manuales de comercialización agrícola indican que en la escala de calidad y precio se encuentra primero el aceite de girasol seguido por el de soja y, bastante más lejos, el de palma. Sin embargo, si bien está claro que entre los tres tales diferencias de calidad son evidentes, en materia de precios internacionales está todo “dado vuelta”.
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