El camino de la cebada, de la semilla al vaso: el sabor de una rica cerveza nace en la genética
Cervecería y Maltería Quilmes lleva adelante un modelo integrado en el que controla la calidad desde la genética de la materia prima. Con 1.200 productores involucrados, es responsable de la siembra de entre 25% y 30% de la cebada cervecera en el país.
En Argentina se siembran entre 1 millón y 1,2 millones de hectáreas con cebada cervecera cada año, y entre 25% y 30% de ese total es responsabilidad de una sola empresa: Cervecería y Maltería Quilmes.
Unos 1.200 productores forman parte de la red que siembra con contratos privados unas 300.000 hectáreas con variedades provistas por esta gigante de las bebidas, que de esta manera controla la calidad de su producto desde la genética de la semilla hasta que se sirve el vaso en la mesa o el bar.
Durante el último Congreso Aapresid, Quilmes anunció su decisión de sumarse al programa Sembrá Evolución, precisamente para aprovechar ese marco legal de protección de la propiedad intelectual en semillas y ofrecerlo a sus productores asociados.
Quien detalló tal iniciativa fue el coordinador de Semillas en Argentina de Quilmes, Juan Francisco Guiroy, quien se prestó posteriormente a un diálogo con Infocampo, en el que relató detalles sobre cómo funciona este modelo integrado que es clave para garantizar la calidad de la cerveza que llega a los hogares argentinos o de la malta que se exporta a otros destinos, como Brasil.
EL MODELO QUILMES PARA LA CEBADA
-¿Cómo se puede resumir este modelo vertical e integrado?
-Es integrado y vertical hasta cierto punto porque nosotros no sembramos ninguna hectárea propia, pero sí hacemos todo el abastecimiento de la semilla de cebada cervecera a través de convenios con los productores. Nosotros les vendemos la semilla, que tiene una cierta pureza varietal y cierto blend para el proceso de maltería, y ellos nos producen el grano que se convierte en cerveza en nuestro país o se exporta para abastecer a nuestra compañía en Brasil (N. de R: la empresa argentina es part del grupo multinacional belga-brasileño AB InBev).
-O sea: ustedes le dan la semilla al productor y son los responsables del mejoramiento genético…
-Sí, nosotros introducimos germoplasma de afuera y hacemos el testing, tanto agronómico como industrial maltero e industrial cervecero. Una vez que logramos todas las validaciones, aplicamos esa genética y se la damos a los productores para para sembrar.
-¿Cómo se seleccionan esas variedades? ¿Cuáles son los parámetros? ¿Influye por ejemplo el sabor que se genere con determinada variedad?
-Sí, 100%. Insisto: son muchas validaciones. Yo no soy especialista en investigación, pero un proceso de mejoramiento lleva no menos de siete años. La primera validación que hay que superar es la agronómica, porque si no el productor no la va a sembrar; y en paralelo se va haciendo la validación industrial, hasta que finalmente llegan los paneles de degustación especializados de cada marca. En el final del camino, todo tiene que estar alineado y haber tenido aprobaciones en cada eslabón de la cadena. Porque puede suceder que una variedad la rompa agronómicamente, pero si el consumidor final no la va a aceptar, no tiene sentido sembrarla.
-Además de la semilla, ¿hay otra cuestión agronómica, como el uso de fitosanitarios o fertilizantes, que ustedes tengan en cuenta en el momento de la producción a campo?
-Principalmente, la cebada cervecera tiene requerimientos industriales, sobre todo de proteína. Pero el productor argentino ya es muy profesional de por sí en ese sentido. De hecho, nosotros aprendemos mucho más de ellos que ellos de nosotros. Por eso nos enfocamos más en la parte de investigación y en probar genética que rinda, mientras descansamos en el expertise natural que tiene el productor argentino.
-¿Cómo se inserta todo esto dentro de los objetivos de mayor sustentabilidad de la compañía?
-En general esta búsqueda de mejores variedades también incluye encontrar aquellas que logren un menor impacto ambiental. Por ejemplo, logramos una variedad que consume mucho menos agua en el proceso maltero. Es algo que en nuestra área mostramos orgullos, porque fue gracias a la selección genética.
-¿Con cuándos productores y hectáreas están trabajando en la actualidad?
-En Argentina se siembran entre un millón y 1,2 millones de hectáreas con cebada cervecera, con el fin de obtener entre cuatro y cinco millones de toneladas en la cosecha. De ese total, con 1.200 productores, sembramos 300.000. Pero una aclaración necesaria: la expectativa de cada año es lograr rendimientos de entre 4.000 y 5.000 kilogramos por hectárea, pero eso a menudo no sucede y entonces hay que salir a comprar más cebada, por lo que en ocasiones terminamos teniendo una influencia real sobre unas 500.000 hectáreas.
CEBADA CON PROPIEDAD INTELECTUAL
Por otro lado, durante el Congreso Aapresid, Guiroy planteó que para ellos integrarse a Sembrá Evolución abre la puerta a una estructura más flexible de abastecimiento, que puede facilitar el desarrollo local, generar más competencia y ofrecer más beneficios para el productor, sin perder trazabilidad ni eficiencia.
“Hoy Sembrá Evolución genera el espacio para otro modelo. Uno que mantenga la calidad y los estándares, pero que permita innovar, invertir y eficientizar más la cadena. A la cebada, como cultivo industrial, le puede venir muy bien esa apertura”, sostuvo.
La propiedad intelectual sigue “evolucionando” en la siembra: se suman el algodón y la cebada
Hasta ahora, el modelo de Quilmes implicaba un contrato cerrado entre la firma y el productor, que debía rubricarse cada año, y ahora Guiroy planteó que Sembrá Evolución les permite eventualmente achicar el costo que paga el agricultor, debido a la posibilidad que ofrece este sistema de hacer uso propio, pagando regalías.
“Luego de evaluar el sistema, nos dimos cuenta rápidamente que está maduro y que permite cambiar paradigmas de nuestro negocio, sin perder los estándares que nos caracterizan”, precisó Guiroy.
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