José, el corredor de granos que quiso cambiar paradigmas y hoy apuesta por el trigo “orgánico”
Desde el sudeste de Córdoba, fabrica harinas orgánicas elaboradas a base de trigo, centeno y algarroba. Los desafíos de producir sin fitosanitarios ni fertilizantes, y el sueño de también comenzar a exportar.
“El orgánico es una necesidad, más que un fin en sí mismo”, dice el emprendedor José Amuchastegui, quien se recibió en la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) como administrador de empresas, comprendiendo que su futuro estaba mucho más allá de lo tradicional.
Sus comienzos estuvieron marcados por el corretaje de granos, habiendo pasado también como miembro de la Comisión Directiva del Movimiento Argentino para la Producción Orgánica (MAPO) y cuenta más unos años de trabajo en la cadena de panes gourmet y orgánicos Hausbrot.
Ese camino lo fue invitando a mágico mundo de la producción y comercialización de harina de trigo orgánico, proyecto que comenzó a pensar con optimismo y cristalizar con muchas ganas hace 5 años bajo la marca Bapan.
“Para producir estas harinas necesitamos campos que practiquen la conservación y producción”, dice el entrevistado.
Si bien por el momento no hay muchos lotes donde se cultiva trigo orgánico, se propone fortalecer esa cadena, ya que es una alternativa que favorece la rentabilidad de los productores.
CÓMO ES EL TRIGO “ORGÁNICO”
“Estamos trabajando junto a “Aves Argentinas” para promover la conservación en campos agrícolas con lagunas pampeanas en la localidad de Arias”, comenta.
En esta población del sudeste cordobés es donde se encuentra la Empresa Fideicomiso Benevento, lugar donde Amuchástegui realiza la molienda de la harina 000 y 0000 orgánica certificada.
Desde su empresa, ahora ofrece a panaderías, pizzerías o elaboradores de pastas o pastelería, sus tradicionales harinas e integral orgánicas certificadas.
Pero también se dedica a la producción de harinas de otros cultivos como centeno y trigo sarraceno de campos cultivados sin el uso de agroquímicos ni fertilizantes de síntesis química.
La novedad, por su parte, es una harina particular que elabora a partir de una leguminosa, Algarrobo Blanco (conocida como Prosopis alba) y cuyas plantaciones buscan regenerar el monte Santiagueño, destruido en su momento para cultivos extensivos y actualmente con altos indicios de salinidad ante la suba de las napas por el desmonte.
POR MÁS TRIGO ORGÁNICO
La producción de trigo utilizados por Bapan para la elaboración de sus productos, está distribuida en diferentes establecimientos certificados como “orgánicos”, principalmente a la largo de toda la pampa húmeda.
“Utilizamos trigo proveniente de productores de Santa Fe y Córdoba, y hasta campos del sur de la Provincia de Buenos Aires”, informó el emprendedor.
Por lo general, suelen utilizarse variedades antiguas como Meteoro, que los semilleros ya dejaron de comercializar pero que se adaptaron a cada zona.
“El tema semillas orgánicas certificadas en el país sigue siendo un cuello de botella para quienes pretenden ingresar en este sector. Hay muy pocos materiales orgánicos o convencionales no OGM y esa situación siempre es una preocupación”, admitió Amuchástegui.
Sobre el problema de conseguir productores que trabajen los campos bajo estos procesos, el referente explica que es una decisión que viene por la inercia de hacer las cosas de forma convencional.
“Recién ahora se está empezando a valorar el tema de la biodiversidad y del cuidado del ambiente”, ejemplifica con optimismo.
El empresario harinero también acotó que “a veces la biodiversidad queda sólo definida por el proceso de rotar cultivos y cuidar los micoorganismos en la tierra, pero en realidad es todo eso, más la interacción con la macrofauna formada por aves, mamíferos e insectos. Es un concepto holístico al cual le estamos prestando atención desde hace pocos años. Hay poca cultura conservacionista y no sé si sabemos transmitir su valor a largo plazo”, argumentó.
Argentina tiene 2,8 millones de hectáreas certificadas para producción orgánica
Por otra parte, respecto al agregado de valor, a través de diferenciar estas harinas desde el cultivo, enfatizó que existe “un sobreprecio y cuando los precios de los commodities se caen, los productores reciben una rentabilidad interesante”.
En ese marco, comentó que cuando sube el precio del trigo convencional, el valor del orgánico se empareja: “En este momento, donde estamos en un período de baja, se está pagando un diferencial importante por el orgánico. Tampoco hay tanta tecnología que ayude a estas producciones a defenderse en la Argentina; no tienen las herramientas de un convencional, y ahí hay un trabajo enorme por hacer”, advirtió.
UN MERCADO QUE CRECE
Si bien el productor de harina aún no exporta su materia prima, cree que es un mercado que resuena con gran fuerza en países de Europa.
“El sector orgánico en el mundo no deja de crecer y ganar público, la mayoría de sus adherentes es gente joven e informada que busca comer sano, con alimentos de cercanía e intentar colaborar en los desafíos ambientales que tenemos por delante”, cuenta a Infocampo.
Para certificar su harina como “orgánica”, Bapan debió cumplir pautas muy estrictas, limpiando todas las instalaciones previas a cada molienda.
A la vez como la harina no se aditiva, para estandarizar su calidad panadera entre diferentes moliendas, hay un gran trabajo previo de selección de granos a moler.
“Buscamos que sea una harina que no tenga ningún tipo de agregado a lo que necesitamos para hacer un buen pan”, contó Amuchástegui.
Respecto a la exportación, el empresario lo pone como una de las prioridades pensando en el futuro. “Si bien nuestra mayor apuesta es continuar fortaleciendo la red con productores para poder estandarizar calidades de los cultivos, el objetivo principal es comenzar a abrirnos al mundo con exportación, pero para que eso ocurra tenemos que tener más volumen”, dijo.
Economías regionales: el Gobierno promulgó la ley que promueve la producción orgánica
Bajo ese contexto, consideró que el productor que quiera diferenciar su establecimiento o sistema de producción, “puede lograr amplias ventajas competitivas” para este mercado joven en crecimiento.
“A los productores, el proceso de certificación, puede ayudarlo a transitar un camino hacia el valor agregado de su producción, no solo valorado por los consumidores, sino también por la comunidad donde vive”, aclaró.
LOS OBSTÁCULOS SIEMPRE ESTÁN
Un obstáculo para el desarrollo de este sector es que “a nivel impositivo se tratan a los cultivos orgánicos del mismo modo que a uno convencional”, cuenta el entrevistado. En ese sentido, cree que los tratamientos tributarios debieran ser diferenciados, dadas las externalidades positivas que brindan.
“Si la Argentina plantea estratégicamente abordar corredores de interés para la producción orgánica, va no solo a dinamizar el sector, sino que a nivel país tendrá una marca invalorable que atravesaría no solo lo productivo, también la calidad de vida local como el turismo receptivo”, manifestó.
En esta etapa laboral, el emprendedor tuvo la oportunidad de viajar por el país y conocer las virtudes y problemas de la transformación de amplias regiones por medio de la siembra directa y el uso agroquímicos asociados al desarrollo de semillas OGM – organismos genéticamente modificados -, con impacto directo y palpable a primera vista en los paisajes y ecosistemas nativos.
Sin embargo y sin mucho conocimiento sobre el concepto de Biodiversidad, veía que estos paisajes naturales daban indicio de subsistir en lagunas, bajos, bordes de ríos, laterales de vías y cunetas.
En relación a cómo observa el futuro a este segmento responde con optimismo: “Creo que va a crecer y va a ayudar mucho a que el país se estabilice económicamente, para que el orgánico se desarrolle, porque en un campo de estas característica se hacen planes, como mínimo, a tres o cuatro años, con rotaciones y descansos del lote para que llegue a ser certificado”, concluyó.
Seguir leyendo