Años después de que su padre enfermara y tuviera que vender el campo, Juan Zeman retornó a la ganadería junto con su hijo en una de las zonas más duras de Santiago del Estero: “Coraje nos sobra”, dice
Si hay una historia de esas que cierran el círculo quizás sea la que protagoniza el contador Juan Zeman. En el norte de Santiago del Estero, casi en el límite con el Chaco, donde posee junto a su hijo un campo ganadero y una cabaña llamada “Doble Z”, una muy completa firma que produce genética
Si hay una historia de esas que cierran el círculo quizás sea la que protagoniza el contador Juan Zeman. En el norte de Santiago del Estero, casi en el límite con el Chaco, donde posee junto a su hijo un campo ganadero y una cabaña llamada “Doble Z”, una muy completa firma que produce genética Braford, Braham y Angus, a la que distribuyen en toda esa zona.
El germen de esta empresa no hay que buscarlo en el presente, sino en los años de juventud de Juan, que veía a su padre trabajar de sol a sol en su chacra ubicada en el pequeño pueblito de Urutaú, cercano a Monte Quemado, en una zona de montes indomables. Con los años, este se convirtió apenas en un paraje a causa de la desaparición del ferrocarril.
A sus 15 años, Juan vio a su padre enfermar y tener que vender el campo, por lo que la familia cortó con la tradición ganadera. La vida, sin embargo, tenía otros planes para él, que se dedicó a trabajar como contador.
“Por cosas de esas me pagan una deuda con diez vaquillonas, y entre 2008 y 2010 decidí retomar esta pasión que es contagiosa”, contó con alegría Zeman, durante una charla con Bichos de Campo.
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El inicio -o mejor dicho reinicio- no estuvo exento de algunos errores, porque los sistemas de producción que mamó de su padre eran muy distintos a los que se realizan en la actualidad.
“Era algo nada que ver. Eran vacas criollas, que estaban a campo sin alambrado. Había unos cercos con ramas y las encerraba con agua. Era un manejo muy precario el de esa época. Después compró un cebú. Las preñeces eran muy bajas, el toro estaba en servicio todo el año y tenías terneros de todos los tamaños. Aún así, es lindo recordar eso”, reconoció el productor, que afirmó que los golpes les sirvieron para aprender y avanzar hasta ubicarse de “mitad de tabla para arriba”.
Hoy, junto a su hijo, la otra doble Z, Zeman trabajan en un campo ubicado bien al norte de la provincia, donde realizan cría y mantienen su cabaña. También intentan hacer algo de ciclo completo, aunque la zona es “muy dura” como para retener todos los terneros y llevarlos hasta un kilo adecuado de faena. Hace mucho calor, no llueve adecuadamente y por lo tanto hay poca disponibilidad de alimento.
“La zona es complicada pero la ganadería se adapta. Lo principal es la temperatura, la sequía, la falta de lluvias, y la presencia de muchos ectoparásitos y garrapatas. Pero sabemos que lo que se produce ahí es como un cuatro por cuatro”, afirmó en referencia a la gran calidad y rusticidad de los reproductores.
A continuación, añadió: “Hacer ciclo completo no es fácil porque estás lejos de todo. Los fletes inciden mucho hoy con el valor del gasoil y por eso tratamos de sembrar algo del grano que consumimos, y hacemos silo de sorgo y de maíz cuando se puede. Después tenemos pasturas de gatton panic implantado, así que tratamos de cuidarlo. Con mucha intensificación se puede. Hay que dividir en potreros, hacer una pastura racional por lotes, dejar descansar y así se logran los resultados”.
En esto la genética también se vuelve clave, porque permite lograr animales rústicos y con mejor conversión de alimentos a carne.
“Un ternero común come un kilo de pasto, y un ternero con genética lo convierte más y sale mejor. Siempre buscamos mejorar la genética, y hemos empezado a volcarla en la zona. Cambiamos con los productores vecinos toros por terneros, los engordamos y tratamos de ciclo completo. De paso ayudamos a la comunidad”, señaló Zeman.
“Nosotros apostamos a esta zona porque coraje es lo que nos sobra, y muchas ganas y pasión. El hecho de trabajar con mi hijo es el mayor impulso que tengo. Sé que lo que pongo ahí él lo va a continuar y mejorar todavía”, celebró luego.
–¿Qué queda por hacer para que Santiago tenga consolidado este perfil ganadero más moderno?-le preguntamos.
-La ExpoBra (una exposición que combina tres razas ganaderas) para Santiago es la mejor prueba. Ha sido el punto de partida para la mejora genética, porque uno tiene a dónde aspirar, dónde mirar, dónde adquirir también genética, porque aquí hay plazo de pago para los animales, que quedan en Santiago. Sirve de pantalla para mostrarte y medirte a ver cómo estás con los demás, y eso motiva mucho.
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