Fertilizantes, caballos, carreras de autos, uñas y pestañas: “Jose”, una agrónoma todoterreno en el norte cordobés
Se crió en Jesús María, en una familia donde respiró desde siempre aire rural. Hoy vende insumos, pero está atenta a lo que hagan su padre y hermano en el campo. Y cuando vuelve de allí a la ciudad hace manicure y va a las carreras de autos y motos.
“Para mí el campo es pasión, conexión, familia y futuro”, rubrica Josefina Antognini una de las tantas jóvenes (y cada vez son más las que se animan) que andan por los campos argentinos llevando frescura, conocimiento e intrepidez.
El vínculo con el campo viene desde hace tres generaciones: ese legado convertido en pasión lo refrenda en cada palabra (por supuesto, con tonada cordobesa) vinculada a sus quehaceres laborales.
Los Antognini trabajan un campo propio en Córdoba y algunas hectáreas en Chaco, donde hacen agricultura en siembra directa, rotando soja y maíz. Además, padre e hijo prestan servicios agrícolas. Ella, además de fanática de los animales -los caballos en primer lugar, pero también los perros-, es también apasionada por los “fierros”: suele ir a las carreras de autos y motos.
Arrancó estudiando veterinaria, pero al año se dio cuenta que no podía ver sufrir a los animales y se cambió a agronomía. Una vez recibida decidió que lo mejor, para hacer experiencia, era salir de la zona de confort que le ofrecían el campo familiar y su padre.
Así fue como se instaló varios meses en Santa Fe, para hacer todo lo que tiene que ver con la cosecha. Fue pasando por distintos puestos y aprendiendo. No sólo lo técnico, sino también a vincularse con las personas, una de las cosas que más disfruta.
-Contame de tu infancia en Jesús María. ¿Qué te gustaba hacer? ¿Qué recuerdos tenés de niña?
-Yo nací en Marcos Juárez, pero al año nos mudamos a Jesús María y me crié acá. Mi papá trabajaba en el campo, mi mamá maestra jardinera. Ibamos mucho al campo, desde chicos tenemos la pasión por lo rural. Somos tres hermanos, Juliana, 11 meses más grande, yo al medio y Mario, 2 años al más chico.
-¿Y qué recuerdos tenés de esa época?
-Por parte de mis abuelos maternos y paternos tenían sus propios campos y lo trabajaban, tanto las mujeres como los hombres. Mi papá después se abrió camino solo. Me acuerdo de chica estar arriba de las máquinas. Cierro los ojos y me acuerdo jugando en la tierra con mis hermanos o andando a caballo, ese olor a caballo me transporta, o metiéndonos en los lotes de soja.
-Empezaste estudiando veterinaria, pero te pasaste a agronomía. Contame de esa elección inicial, si tenías un plan b fuera de lo que es campo, otra profesión. Y, ¿por qué cambiaste?
-Elegí veterinaria porque tengo la misma pasión por los animales que por el campo. Arranqué, pero me di cuenta que no me gustaba para atenderlos cuando estaban enfermos. Me hacía mal. Sobre todo en animales pequeños, me desmayaba. Por suerte no me pasa con las vacas. Entonces decidí cambiarme a agronomía. Había hecho un año nomás. Y la verdad que la agronomía te da la oportunidad de estar con los animales, que es lo que a mí me gusta.
–¿Y fuera de pista? ¿Tenías un plan b outsider?
-Si, abogacía. Pero después me di cuenta que cero. No me gustaba estar encerrada. Son horas leyendo sentada y a mí me gusta el aire libre, la naturaleza. Nada que ver.
-Me contabas en la previa que te gusta salir de la zona de confort. Y en ese camino, decidiste irte a trabajar a una estancia en Santa Fe. A la distancia, ¿Qué aprendiste para la vida de esa experiencia? Más allá de lo profesional.
-El estar lejos de mi casa y valorar a la familia. Fueron muchos días y en el medio me agarró la pandemia. Todo eso ayudó a independizarme. Me enseñó a hacer las cosas sola porque hasta entonces vivía con mis papás. Y conocí muchísima gente, aprendí a valorar las charlas con cada uno: camioneros, maquinistas, el carrero.
-¿Qué fuiste a hacer?
-Yo había ido a hacer el control de cosecha. Iba rotando en distintas actividades, estaba en campo, en la balanza, cargaba camiones, arriba del tractor, hacía de todo. Fue en la cosecha de trigo, soja y maíz. Fueron como 4 meses. Después me volvieron a llamar durante dos años, una estancia grande en Diego de Alvear.
-¿Cómo te fue siendo mujer? Porque una cosa es empezar bajo el ala de tu papá, siendo la “hija de” y otra irte a donde no te conocían y tenías que hacer tu camino sola…
-Cada vez que me acuerdo de ese momento me emociona porque yo era una más. Y eso que habían pasado pocas mujeres por ahí hasta que llegué yo y, justo, otras chicas más. Nunca un problema, nos integraron perfectamente. De hecho al día de hoy los paso a visitar cuando ando por la zona.
-¿Y después qué?
-Después me vine directo a una empresa (N de la R: desde agosto de 2024 está en ALZ-Agro), como comercial. Buscando salir del confort de la empresa familiar.
-¿Qué hacen hoy en la empresa familiar y cuán involucrada estás?
-Con la empresa familiar estoy vinculada, aunque poco. Están más mi papá y mi hermano. Pero siempre que puedo, obviamente, voy al campo y pasamos tiempo ahí. Se hace producción de soja y maíz y prestan servicios agrícolas. Hoy yo estoy más enfocada en la comercialización de insumos vinculados a la nutrición vegetal y eso me requiere tiempo y viajes.
¿Qué te gusta de lo que hacés hoy?
-Levantarme y salir al campo, visitar clientes, hacer y controlar ensayos. Viajar. Y por supuesto, llegar a mis objetivos de venta. Pero para llegar a mi objetivo, y que las agronomías con las que trabajo también lleguen, hay un largo camino que recorrer y eso es lindo. Crecer y ver que ellos crecen también.
-¿Cómo cierra esta campaña 2024/25 y qué pinta para 2025/26 en tu rubro?
-Arrancó que pintaba un “añazo”, después decayó y ahora está reflotando, veremos. Te hablo de la zona que recorro, el norte de Córdoba (Totoral, San José de La Dormida, Villa María del Río Seco, La Para, La Puerta, también Río Cuarto). Empezó con un muy buen año, pero la falta de agua entre diciembre y febrero ha afectado algunas zonas más que otras. Entonces tenés lugares espectaculares y otros en donde se ha perdido directamente el cultivo. Sobre todo soja. Encima, con el tema chicharrita del año pasado, muchos productores decidieron pasar varias hectáreas de maíz a soja y se la jugaron. Si bien las últimas lluvias han salvado algunos cultivos, todavía hay que esperar para ver cómo termina cerrando la campaña. Con respecto a los rindes en esta zona de Córdoba, se estima que la soja andará entre 10 y 25 quintales por hectárea. El maíz no se cosechó, pero entre los 40 a 70 qq/ha.
-¿Qué representa eso para lo habitual?
-Ya vienen varios años complicados acá. Que una soja rinda hoy 25-30 es bueno, más en la zona que estuvo muy escasa de lluvias. Lo mismo con maíz, los rindes por lo general van de 40 a 70 quintales, esperamos que esos números se confirmen con las últimas lluvias de semanas atrás.
–Tenés alguna actividad por fuera de tu trabajo en la que busques inspiración para reactivarte o resetearte. Algún hobbie…
-Hago deporte, voy al gimnasio y a natación. Mi día arranca haciendo deporte porque después ya viajo y no sé a qué hora vuelvo ni cuan cansada. Eso sí, post laburo, cuando puedo, hago uñas, uñas y pestañas.
-¿Cómo surgió eso?
-Siempre me gustó todo el tema de las uñas y pinturas y hace seis años mi mamá me regaló los cursos y arranqué. En un momento tenía muchas clientas, iba a domicilio, pero ahora con mi trabajo frené un poco, aunque sigo haciéndolo. Y lo más lindo es que muchas de mis clientas son del agro. ¡La mujer de campo tiene que tener sus uñas prolijas también!
-¿Por dónde vas cuando escuchás música?
-Soy de escuchar todo tipo de música, pero por lo general hay momentos que necesito relajarme, sobre todo cuando manejo y elijo música más tranqui, tipo Arjona, Babasónicos y algo de rock nacional. En otros momentos, cuando vengo viajando cansada o con sueño va cuarteto, sin duda.
-¿También te gustan los autos y las carreras?
-El tema de los “fierros”, los autos de carrera, viene por parte de mi familia materna. De hecho mi abuelo con mis tíos abuelos preparaban autos para correr. De ahí viene la cosa. y la vida me cruzó con una amiga, “Chechu” Giorgi (N de la R: también de familia de productores en la zona de Monte Maíz), que le encantan los autos. Solemos ir al TC (Turismo Carretera). Yo soy hincha de Ford. También me gustan las motos. Hace un mes fuimos al Mundial de Motocross y he ido al enduro.
¿Algún lugar en el mundo que te gustaría conocer y por qué?
-África. Para ver los animales.
-Un lugar que conozcas y digas, ¡Quiero volver!
-Disney. Me encantaría volver.
-¿Sos de mirar series y películas? ¿Qué mirás?
-Soy de mirar más series que películas. Me gustan muchísimo las de acción. Las últimas que estuve viendo y las super recomiendo son “Yellowstone” y “1883”. Están buenísimas para los que les gustan los caballos. Y otra de acción, “Shooter” o “El tirador”.
-¿Qué es para vos el campo? Cerrás los ojos y qué imágenes se te vienen y qué sensaciones te llegan al alma…
-El campo para mí es pasión. Conexión, familia, y futuro.
-¿Cómo ves a los de tu edad y su vínculo con lo rural?
-Tengo 30. Creo que cada vez hay más gente estudiando carreras vinculadas con el campo, sobre todo mujeres. Eso me enorgullece y me gusta la integración, que el hombre y la mujer se van integrando, cada uno con lo suyo.
-¿Tenés alguna frase de cabecera o una que te guste y por qué?
-Tengo dos que siempre me repito. “Un día a la vez”, porque son tantas cosas que hago que me sirve para concentrarme en lo urgente o importante y después el resto. Y la otra es “No tengo tiempo para cosas que no tienen alma”. Esa la tengo tatuada. Todo lo que hagamos hay que hacerlo con pasión, con el alma.