AgroRuralNoticias

Antártida: lejos del campo, las hortalizas más australes del país “cambiaron la vida” en las bases

Fuente: Infocampo 01/04/2025 12:20:26 hs

Las plantas de hoja crecen desde semillas fiscalizadas y con el método hidropónico, en tres bases argentinas: Marambio, Esperanza y Belgrano 2. "una hoja de rúcula o una planta de lechuga en una base antártica es un antes y un después", grafican.

En 2017 llegaron a la Antártida Argentina los “Módulos Antárticos de Producción Hidropónica”, conocidos en la jerga del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y la comunidad científica y miliar local como “MAPHI”.

Al principio, la icónica Base Marambio fue el punto de partida para una producción estable que se mantiene hasta estos días, que sigue creciendo, y que se propagó a las bases Esperanza y Belgrano 2, la más austral de todas, ubicada en la zona de Tierra de Coats.

“Creo que los resultados de este trabajo son muy positivos. Y todavía tenemos mucho más para aportar, en ese camino estamos y la idea es seguir articulando con otras instituciones” finalizó el director del Centro Regional Patagonia Sur del INTA, Eduardo Cittadini.

La hidroponia se expande en la Antártida y llega a la base argentina más austral

La producción de hortalizas de hoja en la Antártida se sostiene actualmente gracias al trabajo en conjunto del INTA, el Comando Conjunto Antártico (COCOANTAR) y la Universidad Nacional de la Patagonia Austral.

“La producción de hortalizas frescas en la Antártida empezó con el liderazgo de Jorge Birgi y la articulación del INTA, la Universidad y COCOANTAR. Al objetivo principal se fueron sumando procesos de innovación tecnológica adaptando los materiales disponibles, además de la indiscutible mejora en la calidad de vida de quienes viven y trabajan en las bases”, sumó el director.

PRODUCCIÓN VEGETAL EN LA ANTÁRTIDA

En Marambio, el camino comenzó con las primeras plantas de rúcula y lechuga, de las variedades Morada y Grand Rapid. El objetivo era simple, pero crucial: mejorar la dieta de quienes trabajan en el continente blanco, para dejar de consumir solo vegetales en conserva.

“Este es un desarrollo tecnológico que surge del trabajo del INTA que ha detectado una necesidad y se puso a trabajar para ponerlo en funcionamiento en uno de los lugares más difíciles para producir alimentos”, graficó Emiliano Olmedo, Subsecretario de Producción de Tierra del Fuego.

Nacieron las primeras rúculas y lechugas en la Antártida: cómo es la “huerta” de la Base Marambio

A su vez, resumió la experiencia más allá de los resultados productivos. “Las personas que viven en la Antártida nos dicen que el MAPHI les cambió la vida, que algo sencillo como una hoja de rúcula o una planta de lechuga en una base antártica es un antes y un después”.

“Eso ha transformado la estadía de cientos de personas que hacen ciencia y soberanía en ese territorio”, sumó.

Por su parte Fabián Boyeras, director del INTA Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur destacó que “este trabajo incide en la calidad de vida en ese territorio y también en la construcción de soberanía territorial”.

“La Antártida forma parte del espacio de intervención del INTA Tierra del Fuego, y con esta visita reafirmamos nuestro compromiso de aporte científico tecnológico al desarrollo en nuestro territorio”, comentó.

PRUEBA Y ERROR, PERO LEJOS DEL CAMPO

Los ensayos hidropónicos que comenzó Jorge Birgi, investigador del INTA Santa Cruz, no fueron cosa sencilla. Ni exprés. Al momento de “cosechar” las primeras rúculas y lechugas, en 2022, comentó acerca del proceso: “Hicimos las pruebas hidráulicas del sistema de producción, instalamos el sistema de telemetría y calibramos los sensores para el seguimiento de los cultivos”.

“Con la primera siembra se están probando los sustratos, las semillas y la respuesta de las plantas a la solución nutritiva”. En tanto que Boris Díaz, referente de agua en el INTA Santa Cruz, fue el encargado de evaluar la calidad del agua que ingresaba al módulo para luego utilizar ese recurso como base.

EL FUNCIONAMIENTO DEL MAPHI

Ubicado en un contenedor marítimo seis metros de largo, el hábitat está acondicionado con un sistema de aislamiento tricapa y calefacción a base de energía eléctrica para soportar las bajas temperaturas.

Allí, las máximas “medias” de julio pueden llegar a los -11°C y descender hasta los -20°C.

En dicho espacio se controlan las condiciones de luz y temperatura. Por eso, en el contenedor, hay instalados determinados sensores para el seguimiento de las condiciones de producción, con cámaras de alta definición que registran diariamente la evolución de los cultivos.

Un dato: el proyecto trabaja con semillas certificadas y tratadas para garantizar su inocuidad, las cuales fueron seleccionadas según su resistencia a las bajas temperaturas.

Pero más allá de todas las disposiciones técnicas que requiera la producción estable hidropónica, existe un factor ineludible para llegar a tiempos de cosecha allí, y alimentarse de ello: el factor humano.

Desde el INTA destacan la necesidad de que toda la comunidad que habita en las bases argentinas tome el compromiso de mantener el trabajo de hidroponía. Serán ellos los encargados de sembrar, cosechar y operar el sistema.

Seguir leyendo


Noticias recientes