Los aviones argentinos dan cátedra a la región en la lucha contra la plaga de langostas: “Hay que aplicar áreas muy grandes en muy poco tiempo”, explicó el piloto Juan Molina

No podemos decir que la plaga de langostas nos toma por sorpresa. Aunque haya resurgido en la región hace una década, tenemos testimonio de ellas desde hace cientos de años, y hasta podemos identificarlas en los libros más antiguos: Según La Biblia, fueron la octava plaga que Dios envió a Egipto para liberar a los
No podemos decir que la plaga de langostas nos toma por sorpresa. Aunque haya resurgido en la región hace una década, tenemos testimonio de ellas desde hace cientos de años, y hasta podemos identificarlas en los libros más antiguos: Según La Biblia, fueron la octava plaga que Dios envió a Egipto para liberar a los hebreos de la esclavitud, en La Ilíada, las menciona Homero y en el Corán es Alá quien las asimila con la resurrección humana.
Pero, más allá del relato, de lo que somos testigos desde hace varios años es del efecto concreto que tiene la plaga sobre las producciones agrícolas y ganaderas. Se trata de la especie Schistocerca cancellata Serville, la langosta migratoria o sudamericana, que ataca los cultivos y forrajes y puede moverse unos 150 kilómetros por día en mangas que contienen miles de insectos.
En el país, rige la emergencia fitosanitaria declarada por el Senasa en 2024 para atender los focos activos en las provincias del centro y norte. En ese combate contra la plaga juegan un importante rol los aplicadores agroaéreos, que pueden ingresar más cómodamente a las mangas y aplicar los productos fitosanitarios para combatirlas. Eso no quita que, en paralelo, se necesiten aplicaciones con mochila, pero el papel que juegan las aeronaves es determinante.
Bichos de Campo dialogó con el piloto Juan Molina, que es secretario de la Federación Argentina de Cámaras Agroaéreas (Fearca) e integra el Grupo APC, dedicado a la aplicación de fitosanitarios. Para Molina, es destacable la “proactividad” que hay en el sector y las redes colaborativas que se forman para detener la plaga que genera pérdidas millonarias en el agro.
Un ejemplo de eso fue el taller internacional sobre control aéreo de langostas llevado a cabo en la localidad tucumana de Las Cejas días atrás. La actividad fue organizada de manera conjunta por el Senasa y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), con el apoyo técnico del Grupo APC y Fearca. “Todos querían venir a ver el programa de control aéreo de langostas que tenemos acá”, señaló el referente.
De hecho, entre los asistentes hubo representantes del Comité de Sanidad Vegetal del Cono Sur (Cosave) provenientes de Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia, Perú y Chile. También participaron Shoki Al-Dobai, líder mundial de manejo de langostas de la FAO, y Mohamed Lemine Haumony, secretario ejecutivo de una comisión de langostas de África.
El principal objetivo del encuentro fue fortalecer estrategias conjuntas y compartir criterios básicos de trabajo, un aspecto clave para una plaga que se considera “transfronteriza” por la cantidad de kilómetros que puede recorrer a diario por el aire. “Todos los países tienen que ser responsables porque, si no se controla la plaga, se propaga fácilmente. La plaga se maneja de forma global”, explicó Molina.
Asimismo, lo referido a la calibración de los equipos, los métodos de pulverización, el uso de los fitosanitarios y las técnicas empleadas también fue un eje central de la jornada. Que Argentina sea pionera y referente mundial en el control de la plaga se debe a que se trabaja en el tema desde hace mucho tiempo. El Programa Nacional de Langostas y Tucuras, antes denominado de Acridios, es el más antiguo que tenemos en el país, con 134 años de vigencia.
Incluso, recuerda el piloto, la aeroaplicación se desarrolló a la par del control de las langostas, por lo que desde el origen mismo la actividad está ligada a la plaga. Lo que sucedió es que tuvimos 60 años sin inconvenientes hasta que en 2015 los focos registrados en Argentina, Bolivia, Paraguay y Brasil obligaron a tomar cartas nuevamente en el asunto.
En ese proceso de formación técnica, Juan fue uno de los que trabajó junto al Senasa y equipos técnicos de otros países para definir criterios a nivel nacional. Por eso, cuando ve que en jornadas como la de Tucumán hay propuestas de trasladar nuestras estrategias a otros suelos, no puede no sentir orgullo. “Evidentemente venimos por un buen camino”, destacó.
El ataque a las mangas de langosta con aviones es una de las formas más eficaces de combatir la plaga, que es polífaga y voraz ya que puede ingerir su propio peso (unos 2 gramos) a diario. “Hay que aplicar áreas muy grandes en muy poco tiempo”, explicó Molina, ya que se estima que un enjambre de 1 km2 puede contener entre 50 a 80 millones de ejemplares adultos, con la capacidad de consumir la misma cantidad de alimentos al día que 35.000 personas.
Para eso, se suelen usar productos de contacto como la cipermetrina, un fitosanitario que impacta directamente en la langosta y la mata en poco tiempo. Al tener que cubrir tantas hectáreas lo más rápido y eficazmente posible, el piloto señaló que “uno de los desafíos más importantes es la calibración de los equipos”. Generalmente, se busca un tamaño de gota de 100 micrones, no mayor a un pelo, y una cobertura de entre 50 y 100 gotas por cm2. La idea es aplicar bien temprano por la mañana, cuando las langostas aún no se movilizaron.
En ese sentido, a modo de complemento a los aviones y para alcanzar zonas de difícil acceso, como montes y laderas de montaña, Molina considera que “técnicamente los drones son muy aptos”. Sin embargo, más allá de sus limitantes de capacidad y autonomía, que ni siquiera se acercan a las de los aeroaplicadores tradicionales, tampoco cuentan con las condiciones adecuadas para el trabajo.
Recientemente, la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) habilitó a las naves no tripuladas a ejercer el trabajo agrario, pero hasta que los insumos fitosanitarios no estén habilitados para ser aplicados por esa tecnología no se podrán utilizar.
Por su parte, el secretario de Fearca considera que aún hay mucho por mejorar en su ámbito, en el que participan entre 300 y 500 empresas habilitadas y unos 800 aviones. “Creemos firmemente que las capacitaciones tienen que ser permanentes”, sostuvo, y celebró el potencial que hay detrás del programa de calidad y productividad que promueve la entidad.
Culminados los encuentros de Tucumán y Catamarca, desde el sector ya trabajan activamente en el 33° Congreso Mercosur de Aviación Agrícola, que se llevará a cabo los días 21 y 22 de julio, en el marco de la Rural de Palermo.
Fotos: Fearca
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