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Abby, la paisajista que cultiva una historia única: una huerta de 140 años en Tierra del Fuego

Fuente: Infocampo 03/05/2025 10:06:01 hs

Es la quinta generación de una familia pionera en varios sentidos, uno de ellos, ser productores en la región más austral de la Tierra. Creó un método de producción propio que ayuda a fortalecer la huerta y cuenta cómo es cultivar la tierra en el "fin del mundo".

“¡Es una tremenda responsabilidad! Un peso enorme sobre mis hombros y hay veces que me da miedo que todo esto se pierda por no poder transmitirlo a alguien que lo pueda seguir manteniendo vivo. Por suerte mis hijos están muy involucrados, es un inmenso orgullo pertenecer a una familia con tantos pioneros en cada generación, no sólo hombres sino también mujeres increíbles de las cuales poco se sabe”.

Las palabras pertenecen a Abby Goodall, paisajista, amante del arte y la pintura, “huertera” -si me lo permite-. Pero, sobre todo, guardiana junto a su familia de ese legado de pioneros que fue forjando, de generación en generación, Estancia Harberton, la primera de Tierra del Fuego fundada en 1886.

“Mi legado es cuidar lo que tenemos, cuidar la tierra, el ambiente, la historia y eso ese logra trabajando mucho, muchas veces de sol a sol, disfruto estar llena de tierra y en la huerta, es un orgullo que esta huerta tenga 140 años de uso ininterrumpidos”, enfatiza.

Hoy, además, trabajan con el turismo, y en alguna temporada han llegado a recibir 35.000 visitantes.

¿Cómo comenzó todo? “Corría el año 1844-45 cuando un pequeño niño de unos dos o tres años de edad fue encontrado deambulando solo sobre un puente en Bristol, en Inglaterra. Era la época de la epidemia de cólera y se cree que sus padres habrían muerto. El niño no hablaba inglés, por lo que no pudieron localizar a su familia. Estaba bien vestido, llevaba una medalla religiosa y su ropa estaba bordada con una letra T. En el orfanato a donde fue llevado lo nombraron Thomas, por la letra T, y Bridges (que significa puente en inglés) por el lugar donde fue encontrado”.

Exactamente 180 años después de aquella historia, la familia sigue produciendo en el confín del mundo. Pasaron por la producción vacuna, ovina, vacuna de nuevo y ahora, con parte del campo arrendado, el resto es huerta, esa que dio origen a la primera empresa productiva de la isla.

Pero no solo eso: también al primer almacén de ramos generales, los primeros importadores, el primer correo y escenario del primer matrimonio no aborigen.

Así se ve la Estancia Harberton desde el Canal de Beagle

Pero esa huerta no se queda allí: además de ser la más antigua de la provincia, que se mantiene activa, fue el primer emprendimiento local en abastecerse casi exclusivamente de energía solar.

¿Cómo se ve el país desde allá? ¿Cómo es vivir en Tierra del Fuego? ¿Qué le llama la atención a los turistas? ¿Por qué dejaron de producir ovinos? Algunas de las cosas que responde Abby en esta entrevista.

UNA HISTORIA ÚNICA EN TIERRA DEL FUEGO 

-¿Dónde te criaste, con quiénes, haciendo qué?
-Me crié en Harberton, antes que existiera la ruta que hoy llega hasta aquí. Éramos mis padres, mi hermana y yo, y el personal de la estancia. Fue una infancia muy distinta a la tradicional; con una madre científica, mis juegos eran poco convencionales también. Yo solía jugar a la científica. Crié un pato vapor (única especie de pato marino en Sudamérica) desde huevo, tomando medidas de partes de su cuerpo hasta que casi fue adulto. ¡Cuando empecé la escuela fue todo un shock ver tantos niños ruidosos todos juntos!

-¿Qué legado te han transmitido tus abuelos y tus padres respecto de la tierra y la producción?
-Mi legado es cuidar lo que tenemos, cuidar la tierra, el ambiente, la historia. Es trabajar mucho, a veces de sol a sol. No me molesta ensuciarme las manos y me van a ver siempre haciendo algo; no me puedo quedar quieta. ¡De hecho, creo que soy la persona con más tierra en la ropa de toda la estancia! Disfruto de la huerta y de lo que ella produce, y es un orgullo que esta huerta tenga 140 años de uso ininterrumpidos.

-Desde Thomas Bridges hasta acá, ha pasado casi un siglo y medio y una historia que ha marcado la región. ¿Cómo se lleva esa gran responsabilidad?
-¡Es una tremenda responsabilidad! Es un peso enorme sobre mis hombros y hay veces que me da miedo que todo eso se pierda por no poder transmitirlo a alguien que lo pueda seguir manteniendo vivo. Por suerte mis hijos están muy involucrados con el funcionamiento de la estancia. Es un inmenso orgullo pertenecer a una familia con tantos “pioneros” en cada generación. No solo los hombres, sino también mujeres increíbles de las cuales poco se sabe.

– Sos madre de tres hijos, que constituyen la sexta generación. ¿Hay legado? ¿Están involucrados? ¿Quieren seguir? ¿Qué ideas tienen?
-Mi hija Kathy lleva 4 temporadas trabajando conmigo y es una gran ayuda, y una tranquilidad tenerla aquí. Puedo confiar en ella plenamente. Además de haber estudiado administración de empresas, es una excelente pastelera. Los varones también están involucrados, cada uno a su manera. Las decisiones las tomamos en familia, con cada uno aportando lo suyo. Nunca le hemos escondido los problemas a los chicos, y ellos saben cuánto hemos trabajado para que Harberton crezca y florezca. Mi hijo Matthew, ingeniero mecánico, se encarga de todo lo tecnológico y moderno. Instaló el primer banco de baterías de Tierra del Fuego en la estancia, haciendo que no solo fuéramos la estancia más antigua, sino también los primeros en depender casi exclusivamente de energía solar para todo lo eléctrico en la estancia. Y mi hijo Thomas, que es el mayor, ayuda mucho con el mantenimiento y a tomar decisiones con la cabeza clara. Es un excelente tornero en madera, además de diseñador industrial.

-Volviendo a tu historia personal: llegó el momento de estudiar y ¿qué elegiste? ¿Estudiaste o seguiste trabajando con la tierra? ¿Qué soñabas o querías ser y hacer? ¿Tenías un plan B? ¿Había otra carrera o profesión en el radar?
-Se me hizo muy difícil elegir que estudiar. Me interesaban demasiadas cosas, muy diferentes. Empecé con una mezcla de psicología, arqueología y arte, pero al tercer año de psicología me di cuenta de que en realidad quería vivir en el campo, y me volví a Harberton para trabajar en turismo. Ya de grande estudié paisajismo, a distancia desde Irlanda, y me recibí de paisajista. Nunca ejercí para afuera, pero sí dedico muchas horas de cada día a la huerta y probar cosas nuevas. Siempre amé el arte, la pintura, los colores. Tuve una época en la cual fui fotógrafa, luego pintaba con acuarelas y oleos, pero ya no tengo tiempo. Es algo que me gustaría volver a retomar en algún momento.

– ¿Qué producen hoy? Porque ovinos ya no hay, ¿no es cierto?
-La estancia empezó con vacunos, luego ovejas. Cuando yo era chica era solo ovejas, hasta que abrió la Ruta J (N de la R: es la ruta que se usa viniendo desde el oeste, desde Ushuaia) y aparecieron los curiosos y los cuatreros. Era tal el daño que nos hicieron, sumado a los perros asilvestrados, que nos empezamos a pasar a las vacas nuevamente, que eran más difíciles de robar o de que los perros los mataran. ¡Y el invierno de 1995 fue el golpe de gracia, donde perdimos prácticamente toda nuestra hacienda! Para esa época ya empezaba a venir mucha gente interesada en conocer la estancia, y nos pasamos al turismo. Ahora el campo está alquilado a dos arrendatarios distintos.

-¿Qué es el ruibarbo, que ustedes producen y qué usos tiene en la cocina?
-El ruibarbo es nuestra estrella en la huerta y en la casa de té. Fue traído a Tierra del Fuego por Thomas Bridges en 1871 y se adaptó perfectamente a este clima. Es una planta que se usa como fruta, siendo en realidad una verdura. Lo que se usa es el tallo, pero es sumamente versátil. Lo usamos en muchas preparaciones en la casa de té, y para hacer mermeladas, solo o mezclado con otras frutas. No se lo puede comparar con nada. Cuando me preguntan que sabor tiene, siempre digo “lo tenes que probar”, es un sabor único.

 –¿Qué cosas se pueden producir con el clima que hace por esas latitudes?
-En esta zona andan muy bien las brassicas: repollo, coliflor, broccoli, nabo… ¡El Kale anda re bien! Tengo plantas que ya tienen unos 5 años y siguen produciendo invierno y verano. En invierno todo muere o se duerme, pero el kale y los nabos siguen vivos y los podemos seguir cosechando. Todo tiene un sabor muy distinto aquí. Por las largas horas de luz con poco calor, el sabor de las verduras es muy distinto. ¡Lo que es dulce se vuelve mucho más dulce, y lo picante se vuelve sumamente intenso! Tenemos unas mini frutillas (también traídas por mis antepasados) que no son lindas, no son rojas, no son grandes ni con forma perfecta, ¡pero tienen el sabor más intenso a frutilla que he probado en toda mi vida!. Lo mismo pasa con las frambuesas, su sabor es realmente intenso, casi acido. Pero el invierno es largo y no podemos tener verduras durante muchos meses, ni en el mini invernadero que tengo para cositas especiales. Esa parte me cuesta mucho.

-¿Es cierto que implementaron un método para la producción de hortalizas, “creando suelo”?
-Sí, como mencioné, nuestra huerta tiene más de 140 años de uso ininterrumpido, pero está sobre una ladera, que hace que la lluvia se lleve la tierra liviana, dejando casi solo piedra. Cuando yo empecé a trabajar esta tierra, casi no crecía nada. Era muy frustrante. Entonces probé un método, adaptado a Tierra del Fuego y a los pocos materiales disponibles, haciendo “camas” de distintas capas, pero principalmente pasto. Pasto seco, pasto fresco, un poco de bosta, un poco de turba y de compost para que entren microorganismos. Anduvo muy bien y lo bautizamos “Método Harberton: cómo crear tierra donde no lo hay”. Se creo tanto interés en este método, que todos los años doy al menos un workshop para enseñarlo.

-¿Y cómo les fue?
-Desde que empezamos con este método, la huerta estalló. Tenemos de todo ahora, y cada año pruebo algo nuevo de lo cual no tengo registro que haya en Tierra del Fuego. Me encanta innovar y probar cosas nuevas.

-¿Qué le recomendás a alguien que quiera empezar con su huerta? Tierra, riego, heladas… ¿Qué cosas sí hacer y qué cosas no?
-Para este clima y esta zona, donde hay pura piedra en el suelo, recomendaría el Método Harberton. No hay que tenerle miedo a tener una huerta a cielo abierto. La gran mayoría de las personas piensan que necesitan un invernáculo, pero no es necesario, salvo que se quiera producir todo el año.

-¿Cuál es la principal dificultad, además del clima en invierno?
-Uno de nuestros problemas es el agua. Si bien llueve mucho, ¡la lluvia de Tierra del Fuego no moja! Mientras en la provincia de Buenos Aires llueve 30-60 milímetros en un día, acá apenas juntamos tres milímetros en tres o cuatro días. Hay que regar, y el agua viene de una laguna que se está transformando en turbal, con mucho sedimento. Esto no me permite usar riego por goteo. Tendría que armar todo un sistema de tanques y filtrado, pero sería muy caro.

-También hacen turismo, reciben gente. ¿Qué cosas les llama más la atención a los visitantes?
-Desde que se abrió la Ruta J en 1978, empezaron a llegar los curiosos o personas que pedían que les prestáramos el baño sólo para ver el interior de la casa. Encontrábamos desconocidos adentro de la casa cada vez que nos dábamos la vuelta. Esto nos obligó a organizar visitas guiadas del casco. Al principio salían cada vez que llegaba alguien. En alguna oportunidad no llegaba a almorzar siquiera porque tenía que salir a hacer otro tour apenas terminaba el primero. Después de unos años, empezamos a contratar jóvenes, hijas de amigos de la familia, para que nos dieran una mano, y pusimos horarios. Cuando murió mamá en 2015, y me vine a hacer cargo de la estancia, creció tanto el turismo que llegamos a recibir a más de 35.000 visitas en la temporada. Luego llegó la pandemia, y cerramos un año y medio. Este tiempo fue lo mejor que nos pasó en mucho tiempo. Nos dio el tiempo para repensar lo que estábamos haciendo, darnos cuenta de que no queríamos volver a lo anterior y que queríamos achicarnos un montón.

-¿Qué ofrecen a los visitantes?
-Ofrecemos la visita guiada del casco histórico, Monumento Histórico Nacional y la visita guiada del Museo Acatushun de Aves y Mamíferos Marinos que creó mi mamá. También tenemos un restaurante que pasa a funcionar como casa de té después de las 15 y cabañas para aquellas personas que realmente quieren conocer un poco más sobre la estancia, su historia y la vida que se vive aquí.

¿Qué les llama la atención a los turistas?
-A la gente le llama la atención que la estancia siga en manos de la misma familia después de 140 años, que ya estamos en la séptima generación, y que somos nosotros los que trabajamos acá en el día a día (con mucha ayuda de nuestro personal, por supuesto). Muchos piensan que los dueños viven en Buenos Aires o en Londres, y se sorprenden cuando ven a una señora con la cara llena de tierra, la ropa y las manos negras, agachada sonriente entre las verduras. Pero además nuestro paisaje es único. Harberton es bellísimo, aunque simple. No mostramos otra cosa que lo que realmente somos. Todo lo que se ve es real.

-¿Cómo es la vida en Tierra del Fuego? ¿Qué particularidad tiene?
-La vida en Tierra del Fuego no es para cualquiera y menos en una estancia fueguina. Tenes que ser un poco solitario, que te guste el frío y no extrañar el calor. Hay pocos días de mucho calor. No tenes acceso a muchos eventos culturales y estás lejos de todo. ¡Cuando quieras viajar a algún lugar, primero tenes 3 horas de vuelo solo para llegar a tu lugar de partida! En verano tenemos días larguísimos. A las 10 de la noche pensás que son las 4 de la tarde. Pero en invierno es totalmente al revés. Casi no ves el sol. ¡De hecho, los chicos que hacen doble turno de escuela no ven el sol! Otra particularidad del sol es que en verano está muy alto en el cielo, siempre justo arriba nuestro, pero en invierno es casi horizontal y entra a las ventanas paralelo al suelo.

 –¿Cómo se ve el país desde allá?
-Yo vivo en una burbuja. No llegaba teléfono, televisión ni radio a Harberton. Hasta que colocamos internet satelital. Así y todo, prefiero estar activa haciendo cosas que ver las noticias. Por otro lado, es como si Tierra del Fuego no fuera parte de la Argentina. Un ejemplo de ello es que Mercado Libre manda a cualquier lugar de la Argentina salvo Tierra del Fuego. Bueno, se supone que ahora eso ha cambiado, pero no lo he probado aún. Para ir a la próxima provincia, por tierra, debemos pasar cuatro fronteras: Argentina, Chile, Chile, Argentina. Se vuelve engorroso. Y uno no puede llevar consigo lo que tenga ganas, porque tiene que pasar esos cuatro controles. En el resto de la Argentina, te subís al auto y te vas a donde quieras. Si querés hacer una mudanza, la haces sin trabas ni problemas. Acá todo tiene que pasar por aduana antes de salir o entrar.

-¿Qué te gusta de lo que hacés hoy?
-Lo que más me apasiona es la huerta y probar cosas nuevas. La cosecha de las papas (tenemos como 20 variedades) es maravillosa, porque no sabes cómo te fue hasta que das vuelta la tierra y encontrás la producción de toda una temporada bajo la tierra. A veces es buena, a veces no… Hasta que no llegue abril, no se sabe. ¡Y el paisaje! Levantarte por la mañana a metros del mar, con un amanecer naranja y las nubes reflejadas en el agua no tiene precio. Salir a caminar por lugares que te preguntas ¿Alguien habrá pisado esta parte de la tierra alguna vez? ¡Eso sí que no tiene precio!

-¿Qué desafíos tienen por delante?
-Lograr que todo esto siga funcionando. Encontrar alguien de la familia que quiera quedarse, porque es mucho sacrificio. No queremos obligar a nuestros hijos a quedarse, pero es muy difícil encontrar alguien de afuera en quien confiar plenamente para que lo siga.

-Te llevo ahora a otros temas más personales de tu vida. ¿Hay alguna actividad por fuera de tu trabajo en la que busques inspiración para reactivarte o resetearte?
-Ahora no tengo mucho tiempo para hobbies, pero amo aprender cosas nuevas, normalmente relacionado a mi veta artística.

-¿Qué música escuchás?
-Pregunta difícil. En general me gusta la música tranquila, la de la época de mis padres, por dar un ejemplo. No tengo una canción que diga “esa es mía”. ¡Pero cuando los chicos ponen algo más alegre y movido, me gusta también! No me gusta la música pesada, metálica, ni cumbia, eso no.

-Si mirás series o películas, ¿Qué elegís? ¿Acción, aventura, histórica, documentales?
-Me gustan las novelas históricas, los romances, la aventura. Algún documental también está bueno. Y no me gustan las cosas super ficticias, con cosas que vuelan por el aire y explotan haciendo mucho ruido. Soy más tranquila en ese sentido.

-¿Algún lugar en el mundo que te gustaría conocer y por qué?
-Quiero conocer Nueva Zelanda, Irlanda, Alaska, Holanda. Lugares que me puedan enseñar algo que me sirva para esta zona. ¡Lugares lejos del calor agobiante!

-Uno que conozcas y digas, ¡Quiero volver!
-¡Las afueras de Córdoba me encantó! Tenemos amigos que viven ahí una vida muy tranquila. No sé cómo será en verano, pero en invierno me encantó.

-¿Una frase de cabecera o una que te guste y por qué?
-A mis chicos siempre les dije que traten de hacer lo que les gusta, aunque eso me deje el corazón roto pensando que se puedan mudar lejos. Siempre les dije que vayan por el SI… porque el NO ya lo tienen. Eso les ha abierto muchas puertas. A trabajar en una fragata holandesa que hace viajes a la Antártida, a sumarse a proyectos interesantes, a crecer. “Ve por el SI, el NO ya lo tienes”, esa es mi frase.

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