Un día en una “fábrica” de semillas de Argentina: cómo es el proceso para obtener un híbrido de maíz
Infocampo visitó la planta de KWS en Manuel Ocampo. La compañía alemana nació en la búsqueda de mejorar el cultivo de remolacha azucarera y se convirtió en líder mundial en genética de maíz.
Durante una recorrida de Infocampo en la principal planta de procesamiento de semillas de KWS Argentina, ubicada en la localidad bonaerense de Manuel Ocampo, quedó más que clara la complejidad que significa para un breeder obtener una semilla de calidad que sea superadora de lanzamientos anteriores.
Partiendo desde la base que empresas como KWS necesitan al menos seis años para desarrollar un híbrido, en este caso de maíz, es fundamental el ojo clínico del desarrollador para entender las necesidades del agro en el futuro y poder premeditar el lanzamiento de un material que cumpla con los requisitos al momento de pasar a su etapa comercial.
“Desde el mejoramiento genético muchas veces se debe hacer futurología. Debemos pensar en cómo serán las condiciones a resolver de acá a seis años para comenzar a pensar un material que sea eficiente en ese tiempo”, explicó Fátima Montiel, integrante del equipo de Breeding de KWS.
DEL CAMPO A LA BOLSA: ¿CÓMO SE OBTIENE UN HÍBRIDO DE MAÍZ?
El inicio de todo ES el proceso de selección de plantas que potencialmente podrán convertirse en un híbrido. Los mejoradores quieren proporcionar a los productores cultivos adaptados al máximo.
Esto requiere combinar muchas características positivas en una sola variedad. Entre las propiedades deseadas se incluyen un muy buen rendimiento, resistencia a patógenos, adaptación a tecnologías y necesidades agronómicas futuras.
“Para producir semillas híbridas, se cruzan dos líneas parentales homocigóticas, pero lo más diferentes posible genéticamente. Debido al efecto de la heterosis, los descendientes heterocigóticos, que serían los híbridos, deben ser mucho más productivos que ambos progenitores para poder avanzar con el desarrollo”, indicó Montiel.
El vigor híbrido hace que las plantas sean más grandes, más fructíferas y más resistentes que las líneas parentales. Sin embargo, se mantiene solo durante una generación. La obtención vegetal de híbridos se utiliza en muchos tipos de cultivo en todo el mundo.
“Los desarrollos tecnológicos en genómica y ciencia de datos nos permite tomar nuevas y mejores decisiones pensando en las necesidades de los productores” aclaró Montiel.
UN PROCESO NO EXENTO DE RIESGOS
El encargado del equipo de producción de semillas a campo, José María Rufino, dio cuenta de lo difícil que fueron los años de sequía para las empresas semilleras para cumplir con su meta. Si bien reconoció que en KWS no se perdió calidad, explicó que la producción fue menor a años normales.
“Soy responsable de producir semillas a campo en unas 5.000 hectáreas, cifra que anualmente varía. En los últimos años de sequía, si bien esta producción se realiza bajo riego, debemos entender que el riego es complementario y si las lluvias no acompañan la situación se torna compleja”, aseguró.
En ese escenario, dijo que todas las empresas de semillas “perdieron productividad” con el fenómeno “La Niña”, y no descartó que con la última ola de calor, producida en los primeros días de febrero, las condiciones sean problemáticas para algunos semilleros.
“Si bien la producción fue menor por la falta de lluvias, no perdimos calidad. Eso nos deja tranquilos porque nos brinda la posibilidad de cumplir con los volúmenes que teníamos asignados”, expresó Rufino.
BUSCANDO EL MEJOR RESULTADO
Desde KWS se impulsa el trabajo en equipo y la colaboración entre los centros de investigación ubicados en más de 70 países del mundo.
El intercambio de conocimiento a nivel mundial es fundamental para garantizar materiales de excelencia que aporten a la variabilidad genética que la compañía tiene.
Una vez obtenido el híbrido, en nuestro país, KWS lo siembra en unas 5.000 hectáreas donde producirá la semillas para comercializar bajo los diferentes parámetros que luego se evalúan en la planta de procesamiento.
Una vez recolectada la semilla, los equipos de procesamiento instalados en las plantas de Manuel Ocampo, junto con la de Balcarce, Buenos Aires, son los encargados de mantener la calidad en la misma y conservar todo el potencial que expresa en su genética.
“Nuestra planta de Manuel Ocampo tiene un sistema de ciclo completo, es decir que ingresa la semilla en espigas proveniente del campo, se cosecha con equipos de alta tecnología y termina en la bolsa lista para que el productor la pueda sembrar”, cuenta Juan Carlos Olmos, responsable de procesamiento de semillas de KWS.
La planta tiene una capacidad de procesamiento de 700 mil bolsas de maíz de alta calidad por año, con amplios depósitos, maquinaria de última tecnología para la selección electrónica digital de espigas y una torre horizontal de clasificación de semillas, que asegura muy bajos niveles de daño mecánico.
También, cuenta con un sistema donde se determinan los calibres de la semilla de maíz para ser implantado con sembradoras de placa, lo que posibilita la mejor distribución de la misma en el surco de siembra.
REUTILIZACIÓN DEL MARLO
La planta de procesamiento cuenta con un sistema de secado determinado por aire caliente, que se genera gracias a la utilización de gas, un sistema costoso y no tan amigable con el ambiente.
Sin embargo, para bajar costos y contribuir a su programa de sustentabilidad, la firma reutiliza los marlos que separa de las semillas y los destina a reducir la utilización de gas y poder alimentar a las secadoras de aire caliente.
“Utilizamos el 50% de la biomasa para el funcionamiento de las secadoras y el 50% restante se comercializa a productores de la zona que también lo reutilizan”, explicó Olmos.
Por otra parte, la empresa funciona 24/7, con personal dispuesto en turnos rotativos. Bajo ese escenario, cuando la capacidad de la planta se encuentra en su totalidad, necesita de unos 120 operarios para realizar el trabajo artesanal en la “fabricación de semillas”.
UNA COMPAÑÍA REVOLUCIONARIA
KWS se encuentra entre las cinco compañías más importantes del mundo en mejoramiento genético. Su portfolio está compuesto a nivel global por 11 de los 13 cultivares más relevantes, donde maíz ocupa un lugar privilegiado por su investigación y desarrollo.
“Tenemos un reto que es fundamental para la empresa en el siglo XXI: trabajar enfrentando el cambio climático, la reducción del uso de agroquímicos y la generación de herramientas para el manejo de insectos, enfermedades y malezas”, definió Alvaro Moreno, líder de marketing de la empresa.
Además, bajo ese desafío, es una compañía que acompaña la demanda social y se prepara para enfrentar el aumento de la población en los próximos años. “KWS tiene objetivos innegociables a largo plazo, donde el crecimiento rentable, la innovación y la sustentabilidad, a través del compromiso con el cuidado de los recursos, está siempre en nuestra carpeta”, destacó.
En ese marco, contó que el 1% de las ganancias finales de cada campaña se vuelcan a las comunidades donde participa la empresa, en donaciones a diversas instituciones que necesitan esos aportes.
En la Argentina, el trabajo de KWS comenzó en 1997 como una distribuidora de semillas pero se focalizó en desarrollar híbridos de calidad, logrando cumplir con el objetivo planteado de performance, estabilidad y rendimiento.
“Tenemos muy buena relación con los productores, una interacción producto-necesidad que nos diferencia del resto. Estamos siempre indagando y pensando que podemos aportar en materia genética”, completó Santiago Vacca, coordinador de servicios agronómicos de KWS.
En ese sentido, argumentó que actualmente existe preocupación por la emergencia del carbón de la panoja en el área de mayor potencial de producción de maíz de Argentina que la compañía está mirando con atención porque se adelantó al problema.
“Comenzamos a acomodar todo nuestro programa genético y probar nuestras líneas de investigación para que los futuros híbridos aporten una mejor solución a esta patología”, dijo como una de las líneas en las que piensa seriamente KWS, en respuesta a una concreta necesidad del productor.
Al respecto, sostuvo que la selección genotípica para la enfermedad dentro del programa de mejoramiento es muy alta y estricta.
“Para nosotros, los genotipos que presentan carbón se retiran del programa de mejoramiento. Afortunadamente, nuestra genética tiene una muy baja susceptibilidad o es nula, directamente”, aclaró.
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