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Eduardo Castro siente que su abuelo le marcó el destino de chico y cree que hoy estaría orgulloso de su vivero forestal que impulsa proyectos sustentables en Calamuchita

Fuente: Bichos de Campo 25/10/2024 14:17:37 hs

Eduardo Castro, de 36 años, es socio y director del vivero Optimizar Forestal S.A.S., ubicado en un campo de Yacanto, en el Valle de Calamuchita, provincia de Córdoba. Cuenta que ese campo fue adquirido por su abuelo en los años 70, y que cuando él apenas tenía cinco años, le ofrecía treinta centavos de dólar

Eduardo Castro, de 36 años, es socio y director del vivero Optimizar Forestal S.A.S., ubicado en un campo de Yacanto, en el Valle de Calamuchita, provincia de Córdoba. Cuenta que ese campo fue adquirido por su abuelo en los años 70, y que cuando él apenas tenía cinco años, le ofrecía treinta centavos de dólar por cada roble que plantara en torno al casco. Hoy considera que de este modo, su abuelo, también ingeniero agrónomo, le marcó el destino forestal para su actual profesión. Ya que en ese mismo campo, en 1991, desarrolló su empresa dedicada a la producción de especies nativas forestales, en sociedad con el ingeniero agrónomo Luis Argüello Pitt.

Reflexiona hoy Eduardo, que su abuelo, cual ecologista de vanguardia, le proponía plantar robles con el fin de preservar el monte nativo, y seguramente para que adoptara la cultura del trabajo y su merecido premio, sellado con una remuneración que alentaba al ahorro y la inversión, a una vida con sueños de progreso personal y colectivo, que no es poco, ya que también le marcó su vocación profesional de agrónomo.

Castro recuerda que entonces, cuando niño, era una “máquina” de producir plantas de robles, para ir plantándolas en busca de la mayor remuneración posible. Señala con emoción que algunos de esos robles están cerca de cumplir 30 años y que sobrevivieron a dos incendios. Y la curiosidad del destino es que ahora él podría decir que lo sigue siendo, ya que el vivero reproduce miles de plantas nativas.

Explica Eduardo que la empresa ya cuenta con 12 profesionales y un total de 30 trabajadores. Realizan alianzas con muchas empresas y la suya es de tipo “B”, certificada hace tres años, y en proceso de recertificación.

-¿Qué significa que sea una empresa “B”?

-Que es una empresa de triple impacto, que trabaja por cuestiones ambientales, sociales, además de buscar ser un negocio lucrativo. Busca la equidad salarial y el desarrollo profesional de sus integrantes con un propósito o desafío, que en nuestro caso es contribuir a la neutralidad en carbono, para el año 2050, a través de desarrollos forestales sostenibles.

-Porque en realidad, todo el mundo sabe que, si hay árboles, hay captura de carbono.

-Si hay árboles, también hay espacio para la regeneración, biodiversidad para, tratamiento de aguas, se pueden generar beneficios volumétricos, contribuir a retener agua cuenca arriba, a consumir excedentes cuenca abajo y mucho más.

-Y por eso, ésta no es un simple vivero, sino una empresa de desarrollos forestales.

-Cuando hacemos un abordaje a clientes particulares, no sólo pensamos en el proyecto individual, aislado, sino en cómo podemos intervenir en beneficio de toda la cuenca hídrica y en consonancia con otros proyectos, es decir, pensamos en el conjunto. Por eso trabajamos relacionados con universidades, INTA, INTI, con la Secretaría de Agricultura, con Medio Ambiente, etc.

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-Porque la idea es que la forestación comience a jugar un rol mucho más activo.

-Tenemos un desafío monstruoso y queremos contribuir con nuestro granito de arena. Alcanzar el 50% del objetivo para el año 2030, que es “pasado mañana”.

-Nos conformamos con que empecemos a bajar las emisiones de carbono…

-Nuestra llegada fuerte es al agro y proponemos llevar los sistemas ganaderos a silvopastoriles o por lo menos incorporar el sistema forestal, al menos estabilizar los sistemas agrícolas puros, sobre todo, empezando donde menor costo de oportunidades de la tierra hay, médanos, bajos anegables, evitar el mal de los rastrojos, etc.

-Debe haber muchos productores a los que sólo les interesa ganar plata. ¿Se prenden a sus propuestas con facilidad, hay materia sensible en el agro para todo esto?     

-Creo que estamos atravesando un cambio de paradigma. Hace cinco años nos costaba muchísimo, y hoy los productores nos dan las gracias. Hoy un productor CREA o AAPRESID escucha y entiende los conceptos de sostenibilidad, el tema del carbono, la rentabilidad en cuanto a tomar conciencia del costo real de que se cosecha de acuerdo a lo que se siembra, donde uno puede introducir forestación sin generar perjuicio económico a la producción, y al contrario, puede potenciar sistemas.

-Y además en Córdoba hay una ley que ayuda a ese cambio de “chip”, que dice que hay que forestar entre un 2% y un 4% de la superficie. 

-Sí, está la Ley Agroforestal, que el año pasado ya debió haber alcanzado la mitad de su cumplimiento, pero estamos en los albores. Pero hay otra ley que se sancionó el año pasado que podría potenciar más aún, la Ley de Atributos Ambientales. Y estoy convencido de que vamos a llegar, los productores están cada vez más convencidos, hay empresas agroexportadoras e industrias que lo reclaman, porque ya lo ven, empresas que vienen de otros sectores como la automotriz, la industria láctea, etc.

-Y es un modo de compensar sus propias emisiones en otras áreas. Y en algún momento van a tener que hacer su propia huella de carbono y siempre tener algo forestal, los va convencer.

-Y es importante para los que den los primeros golpes, porque no son tantas las áreas que tienen buena tasa de crecimiento forestal, refiriéndonos a las que no compiten en gran medida con la agricultura o las buenas zonas ganaderas. Y esos, que se animen a hacer los primeros desarrollos, van a conseguir las mejores tierras con el menor costo de oportunidad posible.

-¿Acá hacen más de un millón de plantas, por año o por mes?

-Tenemos dos viveros: uno en la comuna La Granja, cerca de Ascochinga, el vivero “La Mal Querida”, y éste donde estamos, que se llama vivero “Nuestro Hogar”, en Calamuchita. Entre ambos, producimos 1.250.000 plantas por año.

-Hay un primer convencimiento de que esto va a andar, que es necesario y que ustedes se sienten bien trabajando en esto. El segundo, es: 75 % de cultivos de plantas nativas, y 25% de cultivo de plantas exóticas. ¿Por qué?

-Nuestro caballito de batalla es el algarrobo, el Neltuma, seis variedades que producimos para distintos ambientes. Fundamentalmente por cómo toleran una deriva de agroquímicos, su resistencia a secas prolongadas, su adaptación es clave. La otra razón es que el 70 % u 80 % de los productores alquilan el campo y no tienen los medios para cuidar el volumen de plantas. Un productor de 5000 hectáreas tiene que hacer 80 a 90 hectáreas de forestación, y no cuenta con recursos para atenderlas. Y muchos hoy trabajan los campos a distancia, no están en el lugar para cuidarlos. Entonces ésta es una planta que apenas requiere un par de cortes. Además, hacemos otras plantas nativas porque hay corredores biológicos que requieren diversidad.

-¿Qué producen entonces?

-Tala, aromito, molle, coco, hacemos algunas arbustivas, cerca de 20 especies nativas, moradillo, chañar, cina cina, etc. Y por ejemplo, para un médano con erosión severa necesitamos una salicácea para poder frenarlo. O 2017, presentaron 480.000 hectáreas en emergencia agropecuaria en Córdoba, susceptibles al anegamiento, y una solución estuvo en algunos clones de sauce.

-Claro, que sirven para capturar el agua, de modo que no reniegan de las especies exóticas, sino que las aprovechan cuando hacen falta.  

-Además formamos parte de la Cámara de la Madera, la forestoindustria tiene un rol fundamental en el proceso de descarbonización, a nivel social, en el remplazo del cemento y del acero. Es necesario que desarrollemos bosques para atender al sector de la construcción. Hay tanto por hacer.

-Flor de vivero te armaste. ¿Qué diría tu abuelo?

-Siento que hace unos años que estaría orgulloso y que nos apoya permanentemente.

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