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Alfalfa 2026 en el radar: la precisión comienza en la planificación del cultivo

Fuente: Infocampo 24/12/2025 14:58:56 hs

La alfalfa continúa consolidándose como uno de los cultivos forrajeros más estratégicos para los sistemas productivos argentinos, tanto en planteos ganaderos como en esquemas mixtos agrícolas-ganaderos.

Por Fernando Scaramuzza – Consultor en Agricultura de Precisión y Mecanización Agrícola

Nos encontramos en la etapa ideal para planificar las siembras de alfalfa 2026, un proceso que demanda precisión y anticipación.

El éxito del cultivo depende en gran medida de las decisiones tomadas durante las etapas de planificación-siembra; nos define con qué cantidad de plantas vamos a arrancar y qué se define la base de la futura productividad, mientras que lo que hagamos desde el periodo de implantación en adelante definirá la persistencia.

La alfalfa atraviesa cinco etapas fundamentales: planificación, siembra, implantación, primer corte y rebrotes. La etapa de planificación y siembra determina la densidad inicial de plantas, objetivo de 250 a 350 plantas/m², y, en consecuencia, hasta el 70% del potencial productivo futuro. Una correcta planificación permite lograr la siembra en fecha óptima y bajo condiciones favorables de humedad y cobertura, garantizando una implantación uniforme y vigorosa.

En sistemas de siembra directa, la premisa de que “toda buena siembra comienza con una buena cosecha” obra especial relevancia, este año en particular más aún debido a los altos volúmenes de biomasa generados en esta campaña, principalmente favorecidos por condiciones climáticas, y más aún en alfalfa.

En este sentido, la elección del cultivo antecesor resulta determinante: se recomienda priorizar aquellos que liberen el lote tempranamente y dejen bajo volumen de rastrojos, favoreciendo la acumulación de agua útil y una cama de siembra adecuada. El cultivo de moha para henificar resulta ser el antecesor por excelencia; diversos estudios demuestran que en siembra directa se logró un 90% de densidad de plantas en comparación con una alfalfa sembrada sobre siembra convencional.

Por su parte, el cultivo de girasol presenta un comportamiento similar. Otros cultivos pueden ser trigo, soja de ciclo corto, maíz para silaje, mientras que el maíz y el sorgo para grano, por el excesivo volumen de rastrojo que dejan en superficie, no serían recomendables como buenos antecesores.

A la vez, las pasturas degradadas son muy malos antecesores de alfalfa, no solo por el volumen de rastrojo remanente, sino también por problemas de compactación de suelo, mayor infestación de malezas y posibles efectos de autotoxicidad si la pastura degradada contenía alfalfa. Frente a esta situación, se recomienda hacer descansar el lote con algún otro cultivo por al menos una estación de crecimiento.

“La planificación anticipada, el manejo responsable de los antecesores y la precisión en la siembra constituyen la base de una alfalfa productiva, persistente y rentable en el tiempo”, expresa Fernando Scaramuzza, Asesor-Consultor de Agricultura de precisión y mecanización agrícola.

EL SUELO: DONDE TODO COMIENZA

La construcción de una alfalfa de alto rendimiento y persistencia comienza mucho antes de la siembra. En la actualidad, las tecnologías 4.0 han redefinido el concepto de diagnóstico de suelos, pasando de evaluaciones generales a análisis georreferenciados, precisos y multicapa.

Sensores de conductividad eléctrica (Figura 1), mediciones de radiación gamma, drones multiespectrales y plataformas digitales permiten caracterizar con detalle la variabilidad espacial del lote y comprender con mayor exactitud las condiciones productivas iniciales.

Figura 1.Mapa de conductividad eléctrica superficial del suelo en dS/m. del lote 5 de la EEA INTA Manfredi durante 2023. Confección en base a datos obtenidos con sensor de rastra Falker Terram, elaborado por la empresa GLIMAX.

La digitalización integral del proceso productivo aporta una comprensión más profunda del comportamiento del ambiente en el que se establecerá el cultivo.

Al integrar información física y química del suelo, es posible anticipar restricciones, balancear nutrientes y planificar intervenciones específicas. Esta base de conocimiento resulta fundamental para el cultivo de alfalfa, que permanecerá entre tres y cuatro años en el mismo lote, donde errores de implantación o nutrición inicial suelen tener efectos persistentes en la productividad (Figuras 2 y 3).

Figura 2.Mapa de textura del suelo expresado en % de arcilla, arena y limo del lote 5 de la EEA INTA Manfredi durante 2023. Confección en base a datos obtenidos con sensor SoilOptix, elaborado por la empresa GLIMAX.

Con la información digitalizada del lote y a través de muestreos intensivos, ya sea en grilla o dirigidos por ambientes (en el caso de existir diferencial productivo justificable), se pueden ajustar de manera diferencial las dosis de nutrientes y enmiendas, asegurando que cada sector del lote reciba los insumos necesarios según su potencial y limitantes.

Este enfoque de manejo sitio-específico mejora la eficiencia del uso de insumos, reduce la variabilidad y contribuye a una implantación más uniforme y robusta.

Plataformas digitales, como Auravant, FieldView o Cropwise, entre otras, facilitan la integración de capas de información (NDVI, altimetría, mapas de suelo, historial de rindes y datos de muestreo), permitiendo delimitar zonas de manejo, definir dosis variables y seleccionar los ambientes óptimos para la siembra.

A partir del balance entre los requerimientos nutricionales del cultivo (Tabla 1) y la oferta real del suelo en cada ambiente, es posible diseñar estrategias de aplicación diferenciada que optimicen la implantación y fortalezcan la productividad futura del sistema forrajero.

Figura 3.Mapa depH (izquierda) y MO (derecha, Materia Orgánica %) del suelo, donde el promedio pH del suelo fue de 5.771, mínimo 5.523 y máximo de 6.085; mientras que la MO fue en promedio de 2.356 % con un mínimo de 2.046 % y valor máximo de 2.582 % para el lote 5 de la EEA INTA Manfredi en 2023. Confección en base a datos obtenidos con sensor SoilOptix, elaborado por la empresa GLIMAX.

¿QUÉ REQUIERE LA REINA DE LAS FORRAJERAS?

De acuerdo a los estudios, podemos decir que el cultivo de la alfalfa requiere suelos profundos, bien drenados, con pH cercano a la neutralidad (6,5–7,2) y altos niveles de calcio y fósforo disponibles como parámetros óptimos (Figura 4).

Figura 4.Mapa de Calcio (izquierda, Ca meq/100g) y Fósforo (derecha, P1 ppm) del suelo, donde el promedio Ca del suelo fue de10.37, mínimo 8.829 y máximo de11.70 meq/100g; mientras que el P1 fue en promedio de67.75 con un mínimo de45.72 y valor máximo de126.74 ppm para el lote 5 de la EEA INTA Manfredi en 2023. Confección en base a datosobtenidos con sensor SoilOptix, elaborado por la empresa GLIMAX

Si bien la fijación biológica cubre la mayor parte del nitrógeno necesario, el azufre, boro y potasio (Figura 5) pueden convertirse en nutrientes limitantes, especialmente en suelos degradados o arenosos (Figura 2). En esos casos, una corrección por encalado y una fertilización balanceada son claves para asegurar una implantación vigorosa y una persistencia prolongada.

*Nitrógeno: en condiciones de suelo apropiadas, la mayor parte proviene de la fijación biológica de nitrógeno

CONTROL DE MALEZAS: LLEGAR LIMPIO

El control previo de malezas sigue siendo un paso decisivo y crucial para lograr el objetivo antes mencionado. Las malezas perennes o gramíneas invernales pueden reducir drásticamente la implantación. Se recomienda llegar al momento de la siembra con el lote totalmente limpio, planificando los tratamientos desde el cultivo antecesor.

Durante la siembra, los herbicidas pos-emergentes deben aplicarse a partir de la segunda o tercera hoja trifoliada, siempre bajo indicación de un asesor técnico, considerando residualidad y sensibilidad del cultivar al fitosanitario. Por lo que se recomienda que el lote deberá permanecer limpio hasta los 50-80 días de la siembra, facilitando la implantación del cultivo.

Figura 5.Mapas de los elementos (de izquierda a derecha) de azufre (S ppm), Boro (B ppm) y potasio (K meq/100g) del suelo, dónde los promedios de mediciones fueron de 0.853pp, 46.46 ppm,2.236 meq/100g respectivamente; para el lote 5 de la EEA INTA Manfredi en 2023. Confección en base a datosobtenidos con sensor SoilOptix, elaborado por la empresa GLIMAX.

En este contexto, las nuevas tecnologías digitales están transformando la forma de manejar el control de malezas previo a la siembra. A través del uso de drones equipados con cámaras multiespectrales o RGB, es posible detectar y mapear la distribución de malezas en el lote, diferenciando zonas limpias de áreas con alta infestación.

Con esta información, las plataformas de agricultura digital nos permiten diseñar prescripciones de aplicación sectorizada, donde el pulverizador o dron ajusta la dosis y el producto según la presencia real de malezas.

Además, cuando se utiliza un dron para aplicar directamente la prescripción, se obtiene un beneficio adicional: precisión y rapidez operativa, con mínimo pisoteo del suelo y la posibilidad de intervenir en condiciones en las que la maquinaria terrestre no puede ingresar, como suelos húmedos o zonas de difícil acceso.

Esta práctica reduce el volumen total de fitosanitarios aplicados, mejora la eficiencia del control y contribuye a un manejo más sustentable y económicamente eficiente del sistema.

AGRICULTURA DIGITAL: LA REINA EN MODO 4.0

La digitalización de los sistemas forrajeros marca una revolución, un cambio estructural en la gestión agronómica. En alfalfa, la integración de tecnologías como sensores remotos, drones e imágenes satelitales, monitoreo georreferenciado, registros digitales de labores agrícolas previas y de años anteriores, junto a plataformas de análisis basadas en inteligencia artificial, permite avanzar hacia una alfalfa de precisión.

Estas herramientas posibilitan estimaciones más exactas de biomasa, detección temprana de estrés, planificación de cortes con criterios objetivos y la optimización del uso de recursos, promoviendo una producción más eficiente, sustentable y apoyada en datos (Figura 7).

Figura 7. Serie temporal de NDVI de lote de alfalfa desde la siembra (marzo 2022) hasta el primer corte (octubre 2022). Manfredi. Córdoba. Confección de mapas en base a datosobtenidos de plataforma ACA Mi Campo.

A modo de ejemplo, a través de vuelos con drones y herramientas como Vistaguay Xarvio, entre otras, se pueden estimar parámetros como cobertura verde, densidad de plantas y uniformidad de implantación, también la generación de índices objetivos para el productor o asesor. La combinación de alta resolución espacial de los drones y la frecuencia temporal de los satélites permite monitorear el lote a lo largo de toda la vida útil del cultivo, detectando diferencias en vigor, daños por heladas o estrés hídrico.

“Como recomendación, implementar protocolos de evaluación postsiembra mediante vuelos a 10, 30 y 60 días, combinando imágenes con observaciones a campo. Esto permite medir el “éxito de implantación” y ajustar estrategias de manejo futuras”, agregó el especialista.

LA MAQUINARIA: PRECISIÓN SOBRE EL LOTE

Una siembra precisa no depende solo de la fecha o la semilla, sino del estado y calibración de la maquinaria.Revisar y mantener la sembradora antes del inicio de la campaña evita pérdidas de tiempo en el momento crítico, donde la humedad es limitada y la ventana de siembra acotada (Figura 8).

Uno de los errores más frecuentes en los sistemas forrajeros es subestimar el proceso de implantación de la alfalfa, a pesar de tratarse de un cultivo altamente sensible y de elevado costo por hectárea (aproximadamente más de 600 U$S./ha).

La siembra define buena parte de la longevidad, productividad y persistencia del cultivo. Numerosos trabajos agronómicos de evaluación llevados adelante, inciden que un manejo impreciso en esta etapa inicial compromete no solo la densidad de plántulas, sino también la productividad acumulada de los próximos tres o cuatro años, afectando directamente el retorno económico del sistema.

Por ello, la siembra de alfalfa debe considerarse una práctica de alta precisión, donde la planificación, la calidad operativa y el diagnóstico previo del ambiente condicionan decisivamente el éxito del cultivo, por ello recomendamos algunos puntos a tener presente:

Los puntos clave incluyen:

  • Limpieza de cajones de forraje y conductos de bajada
  • Control de dosificadores, rodamientos, cuchillas y discos abridores
  • Pruebas de uniformidad de distribución entre líneas
  • Ajuste de presión de ruedas y tren de siembra
  • Alineamiento entre cuchillas y discos abridor de surco/
  • Estado de elemento contactador de semilla/suelo

En el caso de servicios contratados, la anticipación es fundamental: la demanda de siembra suele concentrarse en pocos días y perder la ventana óptima puede afectar la emergencia, sumado que la velocidad de siembra es un factor altamente crítico.

ELECCIÓN DEL CULTIVAR: GENÉTICA ALINEADA AL AMBIENTE

La selección del cultivar constituye un punto crítico dentro de la planificación de la siembra, y es una decisión que debe tomarse con anticipación. Contar con los resultados del análisis de suelo y con las distintas capas digitales de productividad, como vimos en el punto anterior, mapas de ambiente, electroconductividad, rendimiento histórico y NDVI, permite identificar con precisión las condiciones en las que se desarrollará la pastura y, en consecuencia, orientar la elección genética hacia materiales que maximicen su comportamiento en ese contexto.

La Red Nacional de Evaluación de Cultivares de Alfalfa, coordinada por INTA Manfredi, ofrece información actualizada y comparativa sobre el desempeño regional de las principales variedades del mercado. La publicación Avances en Alfalfa (Ediciones INTA, 2025) constituye una referencia técnica de alto valor para los productores, ya que sintetiza resultados de comportamiento, persistencia, rebrote, resistencia sanitaria y productividad en distintos ambientes del país, brindando una base objetiva para la toma de decisiones.

Figura 8. Sembradora de granos finos con cajón de pasturas, diferentes órganos que lo componen

Con esta información, es posible avanzar de manera más precisa en la selección del cultivar que mejor se adapte al ambiente del lote, considerando no solo su potencial genético, sino también su compatibilidad con las limitantes y oportunidades agronómicas identificadas durante el diagnóstico digitalizado previo. Elegir el material adecuado, y hacerlo con tiempo, es una estrategia clave para asegurar no solo la disponibilidad de semilla, si no también asegurar una implantación exitosa y la persistencia productiva del cultivo en los años posteriores.

Para una planificación moderna de siembra de alfalfa, se recomienda considerar: 1-Diagnóstico de suelo digitalizado. 2-Selección del cultivo antecesor con baja producción de rastrojo. 3-Control preventivo de malezas. 4-Preparación y calibración de maquinaria.

CONSIDERACIONES FINALES

La digitalización y la agricultura de precisión ya no son tecnologías del futuro: hoy son el camino más eficiente para planificar y manejar la alfalfa en los sistemas productivos modernos. Integrar diagnósticos de suelo georreferenciados, sensores remotos, mapas de ambientes y plataformas de análisis transforma la implantación del cultivo en un proceso medible, ajustable y predecible. Esta nueva forma de trabajar permite conocer con precisión qué necesita cada sector del lote y aplicar los insumos de manera exacta, evitando desperdicios y potenciando la respuesta productiva.

La adopción de prescripciones variables y la posibilidad de ejecutarlas con drones aporta un salto operativo clave: intervenir solo donde hace falta, cuando hace falta y con la dosis correcta, incluso en condiciones en las que la maquinaria terrestre no puede ingresar. Esto se traduce en mayor eficiencia, menor impacto ambiental y un control más efectivo de los factores que condicionan la implantación.

“Generar la cultura del dato digital, permite: Planificar con criterio agronómico, intervenir con precisión y medir cada decisión, es la mejor estrategia para asegurar una alfalfa más eficiente, más persistente y más rentable”, ponderó.

Pero la verdadera revolución llega cuando todas las decisiones, desde la elección del antecesor, el control preventivo de malezas y la selección del cultivar, hasta la calibración fina de la sembradora, se integran dentro de un enfoque digital. Trabajar con información precisa permite reducir la variabilidad, asegurar densidades iniciales más estables y construir pasturas más duraderas y productivas, capitalizando cada milímetro de agua y cada intervención.

En este nuevo escenario, la alfalfa no solo mantiene su título de “reina de las forrajeras”, sino que evoluciona hacia un modelo 4.0, donde la información, la conectividad, el análisis espacial y la precisión operativa se convierten en aliados directos de la rentabilidad. Para el productor, el mensaje es claro:

 

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